lunes, 7 de septiembre de 2015

( Episodio 46 ) Muertos de novela




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Bolton cayó en la cuenta esa misma noche. A un hombre residente en Manchester se le había confundido con el terrorista islámico. Parece ser que fue descartado enseguida, era mayor que el terrorista y tenía un trabajo y un domicilio conocido.
"Estoy desbarrando, con un trabajo y un domicilio en Manchester, no va a ser él precisamente el agresor del viejo. Además, tiene que haber un montón de tipos narizotas por estas calles de Dios"
Pero Bolton no descansaba cuando se ponía en plan analítico.
"¿Tendrán mis colegas de Manchester referencias de ese hombre? Jo, pues claro, para descartarle como sospechoso es que han hablado con él. Posiblemente el propio individuo se presentó en comisaria para decir que él no era el terrorista"
El día siguiente era sábado, así que marcó en su agenda mental que el lunes contactaría con los compañeros que conocía de Manchester para que le ayudasen a ponerse tras la pista del "doble" del terrorista.
"¡Sí, han tenido que saber de él para descartarle en la Operación July!"
Y le dio tal subidón de euforia que esa noche apenas pudo dormir. Por su mente pasaban escenas del hombre de la gorra, las gafas negras y la nariz desproporcionada pegándole el puñetazo al viejo y perdiéndose por las calles de Liverpool. Pero ¿quién se llevó el móvil y el libro, el narizón o el sujeto que le había vacilado al camarero?; ¿este último también estaba relacionado con la agresión al viejo?
"¡Joder, me estoy volviendo paranoico!"
Se durmió cuando empezaba a clarear en el cielo de Liverpool. Iba a hacer un buen día. Lo que no había tenido en cuenta el sagaz Bolton es que el tiempo corría en su contra. Había una persona que tenía más prisa que él, ¡mucha más prisa! David Andrés Ascaso Durruti se sentía posible presa de una caza policial, y como tal debía alejarse de los cazadores.

A aquel avión de la compañía de low cost Easy Jet iban a subir dos personas que jamás habían viajado por las nubes. Una de ellas, sobre todo, la mujer, estaba muertecita de miedo. El miedo a volar afecta a casi un 30% de la población, así que es una cosa muy seria. Los atentados del 11S y la catástrofe de Los Alpes han provocado nuevos temores, más miedosos, ¡más acojono! por no poder dominar el pájaro gigante como si fuese nuestro coche. Los especialistas dicen que la única intervención psicoterapéutica con evidencia empírica demostrada en el miedo excesivo a volar es la terapia de la exposición y afrontamiento. Es decir, ¡a volar se ha dicho!
- Nada, ya lo sabes, te tomas los somníferos en cuanto entremos en el avión y asunto arreglado, ¡a dormir hasta que aterricemos en Manchester!
- ¿Y tú no lo vas a hacer, Desiderio?
- Bueno, yo también tengo un poco de miedo, pero lo controlo bien. Además, me toca estar despierto para despertarte a ti cuando lleguemos, ¡je, je!
- Pero ¿cómo puedes decir que lo controlas si nunca has volado?
- Pues porque lo controlo, siempre controlo el miedo, nunca me he cagado de miedo. Mira, en cierta ocasión estuve en un tentadero de vacas bravas, que nos invito a unos cuantos amigos Matías Coscojuela "El Niño de Carabanchel Bajo", ya sabes, el dueño del bar "Y a los toros de Carabanchel", en donde estuvimos el otro día.
- Sí, sí.
- Pues me atreví a saltar al ruedo con un capote y le pegué cuatro capotazos a la vaca.
- ¡Pobre vaca!, no sé como puede haber gente que le guste maltratar a los animales.
- ¡Joder, Amor!, te digo que solo le di cuatro capotazos.
- ¿Y te parece bonito?
Amor y Desiderio habían llegado en metro al aeropuerto Adolfo Suarez de la capital del Reino Borbón. Ambos tenían reservas para un vuelo de low cost, con la idea de economizar, aunque el ahorro no había sido mucho, dado que aún era temporada estival y habían elegido un fin de semana para no perder su trabajo.
"A no ser que encontremos un trabajo allí, ¿verdad, Desiderio?"... "Todo se andará, Amor"
Y a ambos les unía un importante objetivo: localizarle y ajustarle las cuentas al muy cretino David Andrés Ascaso Durruti, cada uno por un motivo diferente, la una porque la había abandonado "como si fuese un trapo viejo", en palabras de ella, y el otro porque había pasado de ser su amigo a convertirse en el maldito moroso que le debía 800 euros. Había abusado de su amistad, de su buena fe. "Se ha portado como un guarro", en palabras de él.
"¿Ves como no es un terrorista?", le dijo ella cuando se oyeron por la tele los nombres y alias musulmanes de los dos detenidos. "Ya, pero es un hijo de puta", respondió él.
"Localizarle y ajustarle las cuentas", ese era el motivo del viaje relámpago. ¿Poco tiempo para localizarle? No, si el informador no les había fallado, y ambos podían apostarse sus cuellos de que la información era veraz.

( Pero ¿quién les había informado a Desiderio y Amor de donde pillar al truhán?... ¡Atentos a los siguientes episodios!... ¡No se pierdan ninguno! )

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