miércoles, 30 de noviembre de 2016

(31) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de cerdaResultado de imagen de enano pedorro

La inspectora Jiménez Herrera se hallaba sentada en un banco del paseo de la playa, el que une las localidades de San Pedro del Pinatar y Santiago de la Ribera, cuando descubrió al enano Marcial que la estaba mirando. Para su asombro, el enano avanzó con paso resuelto hacía ella, le pasó rozando un skater hijoputescamente veloz y finalmente se plantó a dos metros de sus narices.
— ¿Por qué me sigues? — preguntó la investigadora.
— Yo sé quién es la autora ideológica del crimen.
— Ah, sí, pues dímelo.
— Miss Martinelli, o sea, la cerda de Jesusa Sánchez, ese pedazo de bicha podrida con la que has estado hablando esta mañana.
— Ya, mientras tú me espiabas desde debajo de la caravana, ¿verdad? Eres un enano pedorro, ¿no te lo habían dicho?
— Sí, y cosas peores. Me han dicho de todo en esta vida, pero soy más inteligente que los machos altos y tengo un cipote más grande que la mayoría de los que presumen de ello. ¿Quieres verlo?
— Bueno, vale ya, no quiero escuchar obscenidades. ¿Por qué dices que Jesusa es la autora ideológica del crimen?
— Porque ella ordenó a otro que lo hiciese, pero no te voy a decir a quién. Quiero comprobar qué tal detective eres. Solo te daré un pista: el ejecutor no es de este circo.
— ¿Ah, no?
— No. Yo creo que deberíais torturar a Miss Martinelli para que confesase. Tengo entendido que en algunas comisarías todavía se tortura.
— Pretendes ser divertido conmigo, ¿verdad?
— No, te estoy hablando muy en serio. Miss Martinelli no ha sido la autora material del crimen porque no tiene cuajo, le falta valor hasta para matar una mosca, solo es una cagona y una envidiosa. ¡Adios!
Y salió a escape.
"Me está mosqueando demasiado este jodido enano y sus elucubraciones de perturbado mental, pero... ¿habrá algo de verdad en su relato?


(Continuará)

martes, 29 de noviembre de 2016

(30) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de Paseo de la playa

Jesusa Sánchez, "Miss Martinelli", se dijo a sí misma que de esa misma noche no pasaba. Debía hablar urgentemente con Abdel Alim. Debía saber de una vez por todas si él era o no el asesino. Debía tirarle de la lengua o darle una patada en la entrepierna.
Desde el momento en que la inspectora abandonó su roulotte, Jesusa Sánchez puso a trabajar su materia gris a tope.


— ¡¿Quién es?!
¡Abdel Alim?!


Sí, cada vez estaba más convencida de que esas eran las palabras que había escuchado. ¿Quién, entonces, había utilizado el nombre de Abdel Alim para que la domadora le abriese la puerta y así poder asesinarla fríamente?... Sin duda se había tratado de un buen imitador de voces. Pero no, no recordaba a nadie en el circo que tuviese esa facultad. ¿Acaso el cabrón del enano?... ¡No, por Dios, ¿en qué estoy pensando?! yo vi huir a una persona de estatura normal.


"¡Que Alá me proteja! ¿Podría estar ahí la clave del asesinato?... ¡Es horroroso, ¿porqué tuvo que matarla?!
Abdel Alim estaba horrorizado desde el instante en el que escuchó las palabras de aquel hombre en estado etílico. En ese momento no le dio más importancia de la que se da a las bravatas de un borracho.
"¡¿Es posible que haya sido capaz de semejante monstruosidad?! ¡¿Es posible que, dentro de su borrachera, lo pensase en serio?! ¡¿Y si no ha sido él?!...


La inspectora Jiménez Herrera chapoteó en el agua de la playa durante unos quince minutos. Después se secó, recogió sus bártulos y enfiló hacia un restaurante algo alejado de la playa. Alejándose de la muchedumbre bañista contaba con la posibilidad de encontrar una mesa libre para comer. No le apetecía comer de Mercadona o de Día. Halló esa mesa en el restaurante "Los Murcianitos Herrera Jiménez" ("¡Je, je, vaya coincidencia", pensó la sagaz émula de Petra Delicado) Se dio el gustazo de degustar ensalada murciana y filete de ternera con patatas fritas. Concluyó el ágape con un buen trozo de sandía y un café con leche. La sandía, posiblemente de los invernaderos de Murcia o de El Ejido, estaba riquísima. Dio un largo paseo con vistas a la playa, a las palmeras y a los barquitos que se mecían en las azules aguas de la bahía y se sentó en un banco a repasar el dossier, aunque lo que le pedía el cuerpo era echar una siesta, que los ojos se le cerraban. Pero se le abrieron por completo al descubrir al enano Marcial que la estaba observando desde el otro lado del paseo.
"¡Pues vaya!, lo que menos me apetece ahora es correr detrás del puto enano, sobre todo porque es más ligero que yo. Sí, un canijo, pero corre como un conejo"
Para su asombro, el enano avanzó con paso resuelto hacia ella y... no le atropelló un skater de milagro.


(Continuará)

lunes, 28 de noviembre de 2016

(29) El caso de la domadora asesinada



Resultado de imagen de Playa de Santiago de la Ribera

La inspectora Jiménez Herrera dejó atrás el circo encaminándose hacia la playa. Unos momentos de relax, tendida en bikini sobre una toalla playera, y bañándose en las serenas y templaditas aguas de Santiago de la Ribera, no le vendrían nada mal. Aprovecharía para repasar el dossier del caso, por si se le había pasado por alto otro detalle importante, y dejaría que su mente asimilase todo lo que había vivido aquella mañana. ¡Qué gente tan especial eran los circenses!
Protegida por las gafas de sol y un ligero bronceado, que no necesitaba más porque su piel ya venía tostadita de la almeriense playa de Punta Antinas, dio un repaso largo a la situación. Su primera reflexión fue decepcionante, había cosas que no encajaban, era como si todos se callasen algo. La antipodista seguro que se mordía la lengua, por muy proclive que fuese a despotricar contra todos. "Pues sí, algo se calló" Se lo dijo su mirada, sus silencios, sus manos, todo. El argelino también guardaba algún secreto, e incluso el enano intentaba decirle algo. ¿Sabía alguno de ellos, con certeza, quién era el asesino?... ¿o solo alimentaban con falsas sospechas el odio que los unos les tenían a los otros?
La playa estaba llena, tuvo que colocar su toalla y su cuerpo serrano bastante lejos de la disputadísima "primera línea de playa" Pensó en lo más urgente para esta tarde: pillar al enano y acojonarle un poco para que soltase prenda. Pero antes debía entrevistarse con el viejo Tobías, el dueño del circo. El patriarca tendría que explicarle el porqué del trato preferencial a Sandro y Antonella y el hecho de que el enano se hubiese convertido en su niño mimado. ¿Por qué protegía Don Tobías al conflictivo enano Marcial? ¿Por qué permitía que la pareja de cuarentones ciclistas acrobáticos asumiesen tantas responsabilidades en el circo? ¿Se debía tan solo a que él era viejo y no se hallaba con fuerzas suficientes para dirigir a la troupe?... Quizá algunas de las respuestas a estas preguntas podría ponerla tras una pista.


Abdel Alim no logró dormir la siesta porque un lejano recuerdo invadió su cerebro inesperadamente.
"¡Que Alá me proteja!... ¿Podría estar ahí la clave del asesinato?"


(Continuará)

sábado, 26 de noviembre de 2016

(28) El caso de la domadora asesinada.





Resultado de imagen de El mayor espectáculo del mundoResultado de imagen de El fabuloso mundo del circo

— ¿Si el asesino hubiese sido alguien del circo, alguien al que conocán los tigres, estos hubiesen rugido esa noche?
— Eh... quizá no.
Ya se lo había planteado ella. Esa también fue una razón para que, en su fuero interno, rechazase la idea de que Abdel Alim fuese el asesino. A su "amor platónico" le querían los tigres porque les dio de comer durante muchos días, aunque el padre de Karla había decidido que ya no lo hiciese cuando tuvo el conocimiento de que miraba con descaro a su hija.
— ¿No se le ocurrió mirar por la ventana a ver si rondaba algún extraño?
— No, ni lo pensé, me hubiese dado miedo solo el hecho de asomarme. En todo caso le hubiese despertado a mi marido.
— Le voy a hacer una pregunta delicada, si quiere no me responda.
Abrió mucho los ojos y cambió de posición en la silla.
"Joder, todo este acoso policial y soy inocente"
— Está bien, dígame.
— A usted no le gustaba Benita. ¿Por qué?
— Pues porque no me gustaba, era una prepotente. Y usted lo ha dicho, no estoy obligada a responder porque ya está demostrada mi inocencia — de pronto se le encendieron los ojos — Mire, yo soy una artista, no una niñata que ha jugado con cachorros de tigre desde cría y se cree muy importante por meterse en una jaula engañando al público, haciéndose pasar por la reina de la jungla. ¡Venga ya, era una fantoche!, como los relamidos de sus padres, que solo pretenden que se muera el viejo Tobías para heredar el circo, y por eso se hacen los buenos con él, le ayudan en todo, la publicidad, las gestiones con los ayuntamientos, el arreglo de cualquier cosa que se rompe..., trabajos que deberían hacer los empleados. ¡Menuda familia de trepas! Y ya no hablo más.
"Ya te vale, hija, te has desahogado bien desahogada"
En ese momento les llegaron unos quejidos lastimeros.
— ¡Ay! ¡Ay! ¡Ay!...
— ¡No te quejes tanto, enano cabrón, que no te he tocado!
Si le había tocado. Mateo Santos, el mago Shaoran, esposo de Jesusa, había descubierto al enano Marcial agazapado bajo la caravana y le había sacado de allí de un tirón en la oreja, propinándole a continuación una fuerte patada en el culo.


(Continuará)

jueves, 24 de noviembre de 2016

(27) El caso de la domadora asesinada



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Del episodio 21


El hombre respondió y un escalofrío recorrió todo el cuerpo de Jesusa. ¡¿Había dicho Abdel Alim?!... Unos segundos después asomó la cabeza y miró al exterior: vio a un hombre correr, un hombre que huía de algo. La puerta de la roulotte de los Talledo quedó abierta.




Actualmente


Ahora, dos semanas después, Jesusa Sánchez no lograba conciliar el sueño recordando el suceso.


El enano fisgón se situó bajo la casa rodante de su odiada Jesusa Sánchez, dispuesto a enterarse de lo que hablaban las dos mujeres: Jesusa y la inspectora Jiménez. El enano se había montado una película en su mente desquiciada: la antipodista Martinelli era la asesina de la bella Karla, y todo porque sabía de la envidia insana que la engreída artista le tuvo a la difunta.


— ¿Quién es? — preguntó Karla.
— Abdel Alim — respondió una voz.
"Si yo le digo ahora a esta detective lo que creí escuchar aquella noche... Abdel Alim termina en la cárcel. Tiene antecedentes como atracador con navaja. ¡Dios mio, ¿estoy protegiendo a un asesino?!... Yo le quiero a Abdel Alim aunque él me haya rechazado. ¡Le quiero con toda mi alma! Pero yo oí decir "Abdel Alim" al que llamó a la caravana de Karla. No he podido equivocarme, no estoy sorda, nadie tiene un nombre parecido en el circo, ¡no he podido equivocarme!, ¡quien fuese dijo Abdel Alim!"
Miró con mucho recelo a aquella policía que daba la impresión de estar muy dispuesta a descubrir al asesino.
"Lo descubrirá, tiene una mirada inteligente, seguro que es una sabuesa de mucho cuidado"
— ¿Le apetece un café?
— He tomado uno en un bar del pueblo. No le voy a molestar mucho, Jesusa, solo un par de preguntas. Usted no es la asesina, lo sabemos, pero dígame, por favor, ¿en dónde se encontraba cuando se cometió el asesinato?
— Aquí, en mi casa.
— Lo sé, y está a un paso de la casa de los Talledo. ¿No escuchó usted nada raro aquella noche?
— Quizá lo único raro es que rugían los tigres. De pronto empezaron a rugir, y a esa horas de la noche no suelen rugir.
— Quizá porque merodeaba el asesino.
— Sí..., quizá.


— ¿Quién es?
— Abdel Alim.


(Continuará)

miércoles, 23 de noviembre de 2016

(26) El caso de la domadora asesinada.



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"El hecho de que alguien odie a alguien no conduce necesariamente a un asesinato. Hay más psicópatas sueltos que nunca. Odian, difaman, hacen todo el daño que pueden, pero no llegan a quitarle la vida a la persona odiada"
Estas consideraciones iba haciéndose la inspectora a medida que se acercaba a la caravana de Jesusa Sánchez y Mateo Santos, "Miss Martinelli y Shaoran"
Jesusa Sánchez la vio llegar desde la ventana de la cocina de su vivienda rodante. El enano Marcial estudió la posibilidad de salir de su escondrijo, y acercarse a la caravana de su enemiga a escuchar la conversación. El malévolo enano solo escuchaba las conversaciones por su condición de voyeur recalcitrante — era un "fisgón de mierda" en palabras de Cristino Beniaján, el domador de monos — y menos aún le interesaban las pesquisas de la inspectora en relación con el asesinato de la domadora, porque él ya tenía muy claro que la asesina era Jesusa Sánchez.
Jesusa abrió la puerta antes de que la inspectora subiese los tres escaloncitos de la pequeña escalera gris de metal.
— ¿Qué desea?
— Buenas tardes, ¿es usted Jesusa Sánchez?
— Sí, ¿qué desea?
Por su mirada adusta y el tono agrio de voz, entendió que no debía andarse con chiquitas. Le mostró la placa.
— Necesito hablar con usted, soy la inspectora Jiménez...
— Lo sé, es policía, pero no entiendo porqué quiere hablar conmigo. Ya quedó demostrada mi inocencia en su momento.
— Sí, correcto, pero a lo mejor nos puede revelar algo que nos de una pista para llegar al verdadero asesino. Podemos hablar aquí fuera o en su casa, como prefiera.
Jesusa miró a la inspectora fijamente durante cuatro segundos. Finalmente cedió.
— Está bien, pase.


(Continuará)



martes, 22 de noviembre de 2016

(25) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de cuchilladas

No creyó que Jesusa Sánchez fuese la asesina de Benita Talledo, pero dos personas le hicieron cambiar de idea por unos momentos. Nada más salir de la caravana de los padres de la fallecida, se topó con Desiderio Talledo, que regresaba en este momento de hacer una gestión en el ayuntamiento. Conversaron ante la caravana del matrimonio.
— No tenemos pruebas, inspectora, pero sí podría haber sido ella, o al menos podría haber inducido a alguien a que lo hiciese. Jesusa odiaba a nuestra hija.
Minutos después, la inspectora llamaba por el móvil al capitán Tomás Gorruchañez.
— Sí, a nosotros también nos dijeron eso, pero la tal Jesusa Sánchez es inofensiva. Una meticona, sí, pero incapaz de matar. Según el examen forense, las cuchilladas fueran dadas por un hombre y en dirección de derecha a izquierda, y Jesusa Sánchez es zurda.
— Muchas gracias, mi capitán.
— De nada, teniente. Una recomendación: consulte bien el dossier.


Después de hablar con Gorruchañez echó un vistazo al dossier.
"¡Joder, seré gilipollas... lo que me ha contado está el dossier!"
Encaminó sus pasos hacia la caravana de Jesusa Sánchez, Miss Martinelli. El enano Marcial la seguía con la mirada, oculto debajo de uno de los camiónes del material. Los rugidos de los inquietos tigres se oían ahora más lejanos. Jesusa Sánchez la vio llegar desde la ventana de la cocina de su roulotte. Ya estaba enterada de que una sabuesa de la poli husmeaba en el circo.


(Continuará)

lunes, 21 de noviembre de 2016

(24) El caso de la domadora asesinada





Resultado de imagen de domadora de tigresResultado de imagen de domadora de tigres

Ya habían transcurrido dos semanas desde la noche del asesinato de la bella Karla Ambrossini y el asesino aún gozaba de su maligna acción.
"Me salió todo perfectamente, y eso que podía haberme visto alguien. ¡Fue un éxito! ¡Un gran éxito!... Pero, en el caso de que alguien del circo me hubiese visto, la policía ya habría venido a detenerme. Han pasado los días suficientes para que me tranquilice por completo. ¡Je, je, qué hijo de puta soy!, pero esa mocosa con ínfulas de artista no volverá a hacerme sombra"
Abrió la botella de whisky y derramó un buen chorro en un vaso largo, sin mezclarlo con refresco ni añadirle hielo. Brindó mirando al cielo:
"¡Por ti, Karla Ambrossini, pequeña hija de puta! ¡Ja, ja, ja, ja, ja!
Sus risas se oyeron fueron de la caravana.


— Por favor, dime todo lo que sepas acerca de Miss Martinelli, de Jesusa Sánchez — le pidió la inspectora a la madre de la domadora muerta.
— Ya le he dicho lo principal: una redomada envidiosa, y muy criticona. A veces no tenía empacho en decir que el público era muy inculto porque no sabía aceptar el verdadero arte, que era lo que hacía ella, por supuesto. Los demás éramos unos ineptos según su modo de ver las cosas.
— Le sacaba cualquier falta en cuanto se cruzaban por el circo y, como supondrá, aquí es muy fácil cruzarse, este no es el Ringling Brothers. Le decía que se maquillaba en exceso o que así se le veían las tetas. ¡Fíjate que imbecilidades!... Mi hija hacía su número como cualquier mujer circense, vestida de forma que gustase al público, ni más ni menos. Pues una vez, incluso, le dijo: "Vas como una puta" Tal insulto le dolió muchísimo a Benita. Jesusa es una mala mujer, ¡muy mala!
— Aparte de esto, llegaron a... a las manos?
— No, ¡menos mal! Entonces sí que le hubiese matado yo a Jesusa.
— ¿Está casada?
— Sí, y vive con su marido, aunque la cosa no funciona entre ellos, todo el mundo lo sabe. Cualquier día se separan. También se sabe que ella bebe los vientos por Abdel Alim, pero el argelino no le hace caso, pasa de ella.
La inspectora comprendió enseguida que la antipodista Miss Martinelli, no era la asesina de Karla Ambrossini, sino una lianta de mucho cuidado. Pero pronto iba a cambiar de idea.


(Continuará)

sábado, 19 de noviembre de 2016

(23) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de bendición de los animalesResultado de imagen de cura en el infierno

Rosa se extendió con el suceso del mono en el pueblo de Málaga. Se sentía a gusto contándolo.
"En fin, que lo cuente", pensó Enriqueta, "ya veré cómo la corto"
— Se llamaba Ringo y era un animal encantador, muy inteligente, casi humano, todos los del circo le queríamos mucho. Sufrimos lo indecible con su enfermedad y con su muerte. Aquel cura era un retrógrado. ¿No bendicen a los animales por San Antón? ¿No ha dicho el Papa que tienen alma? ¿Por qué se negó entonces a oficiar una misa por su alma?... Pues estoy segura de que Ringo ha ido al Cielo y el cura al Infierno. ¿Usted que piensa?.
— Eh... sí, sí, es muy posible. "¡Jo!" La inspectora trató de imaginar a su perro Bribón comiéndose una tortilla de patatas en el Cielo, pero era demasiado trabajo para sus neuronas, en realidad porque no se imaginaba el Cielo. Así que se conformó con hacerse a la idea de que Bribón no iba a conseguir robarle otra vez la tortilla de patatas de la cena.
— Dime, Rosa, ¿tuvo Benita algún problema con gente del circo?
— Sí, con Miss Martinelli. Bueno, Jesusa. Pero esta mujer ha tenido roces con más gente, es una mujer muy envidiosa y no soporta que otros artistas gustemos más al público. Mi niña era adorada por todos los públicos, y lo era por su sencillez, por su simpatía, porque realizaba su número de doma de tigres con una facilidad increíble, como si fuese la puericultura de una guardería haciéndoles mimos a los niños, y el público aplaudía a rabiar, cosa que no conseguía la envidiosa de Jesusa con su número de antipodismo. Los tigres la querían, aunque suene extraño, pero Benita se hacía querer por todo el mundo, niños, adultos y animales. Escuche... escuche a los tigres, todavía están llorando su ausencia.
La inspectora llevaba escuchando los aterradores rugidos desde que llegó al circo.
"¡Uf, vaya una forma de llorar, me están poniendo nerviosísima!"
Su novio solía llamarle "nerviosona", sobre todo porque Doña Enriqueta se ponía muy nerviosa los días previos a un viaje en avión a Manchester, lugar en donde vivía su queridísimo novio. Ahora tenía que controlar sus nervios para proseguir el interrogatorio a la madre de la víctima.
— Por favor, dígame todo lo que sepa acerca de Miss Martinelli, de Jesusa Sánchez.


(Continuará)