sábado, 29 de noviembre de 2014

En el Cielo hay un sitio para él


















El viejo párroco murió en olor a santidad. Todos los vecinos del pueblo consideraban a Don Procopio Incharrústegui poco menos que un santo. Durante el largo tiempo que ejerció su apostolado en aquella pequeña aldea del Bierzo leonés, "Berzedal de Sangüesulla", demostró en incontables ocasiones su amor y dedicación plena a los humildes labradores y sus sufridoras proles. Eran años muy duros los años de la posguerra.
Don Procopio atendió a enfermos, asistió a parturientas, tanto vacas como mujeres, despiojó a niños, compartió su pan con los más pobres..., e incluso se dice de él que lo vieron levitar como a los santos, aunque esto último no está muy claro porque los que lo vieron fueron Doña Anunciata, una beata que ya había manifestado con anterioridad haber asistido a fenómenos extraordinarios, entre ellos ver volar a los peces del río Sequillo y cantar villancicos a una vaca el día de Navidad, y Aerostasio, un borrachín que no era digno de ningún crédito. Aerostasio declaró que Don Procopio levitaba en pareja, es decir, que los levitadores eran el párroco y otro cura idéntico al párroco. Osea, que el muy borrachuzo veía doble.
El funeral por el alma de Don Procopio fue muy solemne, lo oficiaron cuatro sacerdotes y asistieron las autoridades de varias aldeas de la región. La gente no cabía en la iglesia, así que estaban todos apretujados, lo cual les venía muy bien para combatir el frío, y tanto los pedos como los olores que emanaban de sus epidermis carentes de higiene, ayudaban contra los rigores invernales.
El padre Jodricio, capellán del convento de clausura de Santa Unyugria del Rebanal, pronunció un sentido sermón ensalzando las numerosas virtudes cristianas de Don Procopio, y en sus adentros no se cansaba de repetir: "Ya no me vas a ganar más al mus, cabrón!"
Un grupo de desastrados mortales, directamente ligados a la vida del fallecido, no habían conseguido espacio en el templo y aguardaban fuera para sumarse a la comitiva que se iba a trasladar al camposanto: Arcadia, ama de llaves de Don Procopio, la mujer que le había servido al santo varón para sus desahogos sexuales; Crisanto y Numancio, hijos de Arcadia habidos de esta relación, pero que oficialmente eran fruto de las debilidades de la carne de la pecadora, que los había tenido con el borrachín Aerostasio y con Zurriano, el tonto del pueblo; Angelines, huérfana que ayudaba en los quehaceres de la casa parroquial y de la iglesia, una niña de catorce años a la que últimamente se beneficiaba Don Procopio y que ya estaba preñada de su primer hijo.
El santo varón practicaba también la pedofilia incestuosa con sus hijos Crisanto y Numancio, y gustaba de revolcarse con Zurriano y de hacer lo propio con Don Dimas, el alcalde, el cual, desde su lado femenino, admiraba la virilidad del cura bujarrón. Gustábanle también al santo follador las zoofílicas relaciones con gallinas, cabras y una burra coja, muy vieja, que ya no tenía fuerzas para defenderse a coces. 
Descanse en paz de tanto sexo y que Dios le perdone por haber faltado a su voto de castidad. Seguro que sí porque Él es Misericordioso. ( Y además, Don Procopio ayudó a las autoridades a poner a todos los rojos de la aldea en el paredón )

sábado, 22 de noviembre de 2014

Mucho más que un avistamiento










Nadie quería perderse el avistamiento porque aquello era algo más que un avistamiento.
Sobre la playa y los montes cercanos había evolucionado durante cerca de media hora una hipotética nave extraterrestre, y ahora la nave descendía en vertical y... se posaba sobre la arena de la playa! La noche prometía ser fantástica. De momento era una noche de cielo despejado, luna llena e infinidad de estrellas decorando la bóbeda celeste.
Todos los vecinos y veraneantes de Grandullas de los Molinos, un pueblo de 350 habitantes que en época estival sumaba más de 2.000, estaban alucinando. Todos menos Don Ofelio, el viejo profesor de matemáticas del colegio público Hermanos Alvarez Quintero. Don Ofelio aprovechaba la ocasión para decirle a cualquier pasmado que quisiera escucharle que "eso es un artefacto experimental ruso, estadounidense o chino, y las historias de marcianitos son camelos, tonterías..."
Y de pronto apareció Doña Eurasia, la ricachona del pueblo, una anciana gruñona de 78 años. Y asombráronse nativos y foráneos al ver a Doña Eurasia descender del paseo de la playa a la arena de la playa. Sus dos robustos enfermeros alzaron la silla de ruedas en la que viajaba la anciana y la transportaron hasta cerca del platillo volador. Entonces se abrió una puerta de la nave y los enfermeros huyeron aterrorizados dejando a la anciana allí.
Todo el mundo contuvo la respiración al ver a un pequeño ser de otro mundo descender del platillo volador y acercarse a la silla de ruedas de Doña Eurasia.
El extraterrestre era tan pálido como bajito, no mediría más de 1´35, y si los espectadores del evento hubiesen estado más cerca de la pareja, les habría llamado poderosamente la atención el gran parecido existente entre ambos.
Se tomaron las manos y permanecieron un largo rato mirándose, es decir: conversando telepáticamente. Después, el pigmeo intergaláctico retornó a su vehículo espacial y este tomó altura hasta perderse en el espacio infinito.

Un camión con potentes amplificadores de voz se detuvo en el paseo de la playa. Una grúa elevó a Doña Eurasia a unos ocho metros del suelo. Un haz de luz cenital enfocó a la figurilla de la anciana y esta se acercó a la boca un micrófono inalámbrico:
"Todos los murmuradores del pueblo os habeis empeñado durante años en atribuirme una relación sentimental con Don Ofelio, y yo hace mucho que me cansé de negarlo, jamás tuve amoríos con el profesor. Os reísteis de mi cuando os dije que mi relación había sido con un extraterrestre del planeta Grombus. Bien, pues ese ser que ha venido a visitarme esta noche es mi hijo Zork. Tengo otros tres y viven con su padre en Grombus porque así lo ha decidido un juez grombusiano. Y no tengo que dar más explicaciones. Punto final.
Todos los oyentes se quedaron atónitos, incluído Don Ofelio, el cual ya no podría seguir presumiendo de haber sido el amante secreto de la que fue en su juventud la mujer más hermosa de Grandullas de los Molinos.

Queridos lectores: Si hoy en día se acercan ustedes a la playa de Grandullas de los Olivos, podrán admirar el fabuloso monumento erigido en honor de Zork, el primer ser de otro mundo que visitó publicamente nuestro mundo para conocer a su anciana madre.
Las cenizas de Doña Eurasia fueron esparcidas por el espacio exterior en una misión especial española. Descanse en paz.
Don Ofelio, que ya ha cumplido los 103 años, acaba de publicar un controvertido libro en el que defiende su teoría de que Doña Eurasia fue víctima de un engaño en una operación conjunta de China y Corea del Sur. No aporta ninguna prueba y solo se basa en que el hipotético extraterrestre era muy bajito, como los chinos y los coreanos. Se sabra algún día la verdad?

sábado, 15 de noviembre de 2014

Un gran día para un hombre temeroso.








Se sentía pletórico, más feliz que nunca en su vida. Había comenzado la jornada mosqueado porque era martes y trece, y él nunca salía de casa cuando en el calendario se reflejaba la terrible conjunción entre el numerito 13 y el día martes. Era un supersticioso absoluto. Pero su jefe, que ya estaba enterado de "esa tontería de las supersticiones", le advirtió el día anterior que no faltase a la oficina por nada del mundo porque había mucho trabajo. Y no tuvo más remedio que obedecer. Se lanzó a la calle con todo el temor del mundo.
Y, para su asombro, le empezaron a pasar cosas buenas, muy buenas! En el metro se encontró con una antigua amante que aún estaba de muy buen ver. Esta le comentó que se acababa de divorciar, y quedaron para cenar esa noche.
Tras despedirse de Anunciata, que tal era el nombre de la amante reaparecida, entró en la cafeteria que había al lado de su oficina. Allí se despachaba todos los días un café con leche y un cruasán. Y en el váter descubrió un bolso de deportes que alguien se había dejado. Al principio pensó en una bomba, pero el bolso estaba medio abierto y no parecía que allí hubiese algún artefacto asesino. Entre ropa sucia, una camiseta, un calzoncillo y un chandal, descubrió un paquetito sospechoso, y el corazón le dio un brinco al ver lo que había dentro.
Dejó el bolso de deportes en donde lo había encontrado y se dirigió a su oficina. La cafetería estaba llena de desayunadores y de viciosos de los orujos y las cazallas mañaneras. Nadie había reparado en él.
Ya en la oficina se fue al váter a contar el dinero. Flipó en colorines: 3.500 euros!... Con lo necesitado que estaba ultimamente!... Qué bien le venían estos eurillos, Dios!
Una nueva alegría le iluminó más aún el martes y trece: Su hijo José Jorge le telefoneó para avisarle que estaba a punto de embarcarse rumbo a España. Se encontraba en el aeropuerto de Liverpool en ese momento, y en cosa de dos horas y media aterrizaría en Barajas. Hacía dos años que su retoño no se dejaba caer por España, por lo cual la noticia era maravillosa. Y ahora contaba con un dinerillo extra para sentirse economicamente fuerte ante su hijo y ante su amante recuperada. Pagaría algunos pufos e invitaría con larga generosidad a Anunciata y a José Jorge.
Don Ladislao Torrecilla Bejarano se hinchó como un pavo real y una sonrisa de oreja a oreja le acompañó en el trabajo. Su jefe no daba crédito a lo que veía. "Ladislao sonriente cual azafata televisiva, increible, y en un martes y trece!"
Pero, como se suele decir, las supersticiones afectan a los que creen en ellas.
Anunciata le telefoneó para comunicarle que adelantaba la hora de la cena. Su amante era muy celosa y podría sospechar algo. Le confesó que había descubierto el amor bisexual y se sentía muy feliz.
A la hora del bocadillo, todos los empleados se fueron a la sala de la máquina del café. Todos menos Epifanio, que quería terminar un trabajo lo antes posible. Se acercó a la mesa de Ladislao y abrió el cajón en donde sabía que guardaba la grapadora, descubriendo el paquetito del dinero y... la pasta voló con Epifanio!
Ladislao se puso pálido al percatarse de que su tesoro se había esfumado. En el tiempo que estuvo en la sala del café, habían pasado por allí Tere la limpiadora, unos técnicos que vinieron a reparar un ordenador y un mensajero. Ladislao sospechaba de todos, pero ignoraba que Epifanio se quedó allí en el rato del bocadillo.
"Oh, Dios, quién de ellos se habrá llevado el dinero!... Y cómo justifico yo que me haya traído 3.500 euros a la oficina. 
Y entonces se enteró de lo peor: El vuelo de Liverpool que tenía prevista su llegada al aeropuerto Adolfo Suarez a las 2´15 pm, se había estrellado en Los Pirineos. Martes y Trece!

sábado, 8 de noviembre de 2014

Un hombre excepcional









- Oiga, qué hace usted aquí?
- Pues ya lo ve, me voy a tirar por el precipicio. He decidido poner punto final a mi amarga existencia.
- Ya, suena muy bonito eso, como a suicidio romántico y tal, pero se da la circunstancia de que esta finca es mia y usted no debería haber entrado. Así que ya se está marchando, se busca otro precipicio para tirarse.
- Le molesta a usted mucho que me arroje al vacío?
- Pues sí, porque todo no es vacío. Allí abajo hay una tierra muy dura y yo no tengo porque aguantar que usted se haga una tortilla en mis dominios. Oiga, qué va a hacer?!... Oiga!... Oiga!... Joder, los hay cabezones!... No quiero mirar!... No quiero mirar!
- Mire, mire, estoy aquí!
- Anda la hostia, si está volando!
- Sí, señor, como Superman. Perdone, es que le he gastado una broma, yo tengo la facultad de volar.
- Ya, ya lo veo. Y en dónde ha aprendido usted a volar?
- No, esto no se aprende, se nace con ello. Disculpe, me tengo que ir ya, he quedado con mi novia en Almeria y ya voy tarde.
- Buen viaje!
- Gracias! Para el Sur voy bien por ahí, no?
- Sí, señor, no tiene pérdida. Vaya hasta aquellas montañas, luego tuerza un pelín a la derecha, y ya todo seguido, por donde van los aviones.

martes, 4 de noviembre de 2014

Nadie protege su dinero mejor que el señor banquero.












Los dos responsables de la furgona blindada de "Seguros Servidores S. A." cargaron en la sucursal 224 del Banco Romañón Internacional 40 millones de euros destinados a pagar los servicios prestados en varias operaciones financieras de alto nivel por politicos del PP.
- Este Don Baldomero es increible, tío! - comentó en un susurro Laureano a su compañero de fatigas.
- Calla, a ver si nos va a oír, respondió Críspulo.
Y justo cuando iban a subir a la furgona para iniciar la marcha, otra furgona se detuvo junto a la furgona blindada, bajándose de ella cuatro hombres con los rostros cubiertos con pasamontañas. Antes de que pudiesen reaccionar, ya habían matado de un disparo a Laureano. Seguidamente desarmaron a Críspulo y le obligaron a abrir la furgona del dinero para pasar los sacos a la furgona atracadora. Y en cuanto se abrió la puerta, Don Baldomero Romañón, dueño del Banco Romañón Internacional, que estaba sentado sobre uno de los sacos, se irguió rapidamente e hizo sonar la alegre música de su Kalashnikov. Dos atracadores y el seguro servidor Críspulo se convirtieron al instante en cuerpos chorreantes de sangre. Don Baldomero, que había sido mercenario antes que banquero, descendió de la furgona con intención de detectar a más atracadores y darles la misma ración de plomo. Pero estos ya estaban siendo abatidos por unos patrulleros policiales que se habían mosqueado al ver dos furgonas juntas, siendo una de ellas de "Seguros Servidores S.A."
A los abogados del Banco Romañón Internacional no les costó nada "convencer" al juez de que el también acribillado Críspulo estaba compinchado con los atracadores.
Moraleja: El dinero no pasa facilmente a las manos de los pobres, aunque estos sean atracadores.

sábado, 1 de noviembre de 2014

Cuento del Principe Azul y la linda doncella hija del humilde leñador Crispuciano.






La dulce doncella besó a la rana y esta se convirtió en un príncipe azul. Oh, un príncipe azul, lo más alto a lo que podía aspirar en aquellos tiempos una dulce doncella hija de un humilde labrador. Este, el humilde labrador, se llamaba Crispuciano, y la mujer del labrador respondía por Grisondiana, aunque tales datos no vengan a cuento en el cuento, pero puede que tal información agrade a algunos lectores ávidos de conocimientos inútiles.
Y para mayor gozo de la linda doncella, el príncipe era apuesto, amable, inteligente y con sentido del humor, todo un hombre al que no hubiesen desdeñado las muy espirituales y ardorosas Doña Mar y Doña Lou.
Y fueron felices y comieron perdices, muchísimas perdices, pues la familia real era poseedora de la mayor riqueza del reino, que por algo era una familia real de las antes, y en palacio siempre había perdices, codornices, ostras, caviar, chuletones y chuletillas, jamones de pata negra y las más hermosotas gallinas de todas las comarcas de Fuchilandia, que así se llamaba el reino. Pues dichas aves de corral tan lozanas eran obsequio de la campesina Mode, gran admiradora de la familia real. Y tanto el rey como la reina, y todos sus cortesanos, estaban contentísimos por el desencantamiento del amado heredero, pues no es de recibo que todo un príncipe, y además azul, viva convertido en rana, dedicando su tiempo a croar en un pantano.
El príncipe azul, que se llamaba Ciriaco, y la ahora princesa, llamada Nalgabunda, hacían el amor todos los días y a todas horas, incluídos festivos y domingos, después de la misa de doce, así llamada porque asistían los doce consejeros reales. Y gozaban de tales placeres carnales largamente, pues su enamoramiento era tan grande como su líbido inagotable.
Y ahora he de entrar en detalles sexuales si quieren ustedes que llegue al final de la historia.

Ciriaco le hacía a Nalgabunda unos cunnilingus exquisitos que la transportaban al séptimo cielo o más lejos, pues bien es sabido que las buenas lamidas en el clítoris provocan el éxtasis sexual de primera categoría en las damas y damitas fistrosexuales, ya que entre el clítoris y el punto g se reparte el mayor disfrute del oscuro objeto del deseo, como gustó definirlo Don Buñuel.
Sin embargo, había algo muy extraño que tenía preocupadísima a Nalgabunda: el príncipe azul Ciriaco no se dejaba hacer una felación, y la verdad es que ella hubiese sido muy feliz proporcionándole tanto placer en la polla como él se lo proporcionaba a ella en el coño.
"No debes hacerme jamás una mamada, amada mia", dijo el príncipe azul muy seriamente en la primera ocasión en que ella lo intentó, "pues nuestra familia arrastra una maldición desde hace muchos siglos, una maldita maldición, valga la redundancia. Una bruja muy perversa dijo que al príncipe al que se la chupasen le ocurriría algo que... bueno, que no te puedo contar"
Y desde ese día Nalgabunda vivió muy intrigada. "Qué le puede ocurrir a mi amado Ciriaco si mis manos y mi lengua se deslizan salivosos por su rígido cipote?
Y cierta noche ocurrió la tragedia anunciada. Anunciada por la puta bruja aquella, por supuesto. El príncipe Ciriaco y la princesa Nalgabunda habían bebido mucho en la fiesta de las bodas de oro matrimoniales del rey Armonio y la reina Chundagrulla. Retiráronse a sus reales aposentos y desnudáronse integralmente. Pero el príncipe Ciriaco durmiose al instante, y entonces la princesa Nalgabunda tuvo una malísima idea, la peor que se le podía ocurrir, culpa de la grandiosa borrachera. Chupó con ansia borracheril el pene de su amado hasta ponérselo tieso, pues él soñaba que se la estaba chupando un ángel, y tratándose de ángeles no tiene validez la maldición brujeril. Pero vaya si la tuvo. En cuanto el glande se humedeció por el primer brote seminal, el príncipe convirtiose instantáneamente en una viscosa y peluda rana, y la princesa apartó horrorizada su lengua de la tan repulsiva batracia. Y entonces se echó a llorar desesperadamente. A buenas horas, gilipollas!...
El príncipe Ciriaco Bermudo Hermógenes Eulogio Frolilán de Todos los Santos dejó de existir. Ahora su espíritu lo poesía una rana muy croadora. Y la maléfica bruja Zampurralda se reía desde el Más Allá, en las cuevas tenebrosas en donde habitan los bichos más malos del Universo, y sus carcajadas sonaron durante cuatro días con sus noches a lo largo y ancho de Fuchilandia.
Nalgabunda, culpable de que la desgracia se cebase nuevamente en la familia real, fue condenada a morir en la hoguera. Ni siquiera tuvieron por compasión estrangularla para evitarle los horribles dolores que produce el fuego en un ser humano. Y tampoco se apiadaron de ella cuando gritó: "No, por favor, no lo hagan, que a Leona Catalana no le gustan estos finales tan trágicos!"
Sólo lloraron su muerte sus desolados padres Crispuciano y Grisondiana. ( Vale, ya que los he citado al principio, que consten también al final )