viernes, 4 de septiembre de 2015

( Episodio 44 ) Muertos de novela.




Resultado de imagen de honey

La imagen de aquellas cuatro hermosas tetas de las guapísimas y valientes mujeres FEMEN, era lo que tenía impactado a David Andrés.
Las cadenas metieron publicidad cuando la policía decidió que los artificieros pasasen a hacer su trabajo.
"¡Pero no se muevan de ahí porque volveremos a conectar en cuanto los artificieros avisen de que van a explosionar la bomba!... ¡No se lo pierdan, amigas y amigos telespectadores!" Y  todas las cadenas se quedaron grabando.
Afortunadamente, ni Alí Richard ni Hamed Donald tenían un detonador. Ambos fueron urgentemente cacheados. Graciela y Bárbara también habían tenido presente esta eventualidad, dispuestas a dispararles al mínimo movimiento sospechoso. Al dejarlo en manos de los polis se desentendieron del asunto para pintarse la marca FEMEN en la barriga y retocarse un poco la cara.
Fue fácil para los artificieros, no era un artefacto complicado, pero el estallido bestial fue escuchado hasta en el aeropuerto, distante a cuatro kilómetros. Final feliz de lo que podría haber sido una tragedia de colosales dimensiones, sobre todo si la bombita hubiese hecho ¡pum! en el aeropuerto y en medio de la muchedumbre congregada en la sala de facturación de Ryaniar, como era el deseo de los indeseables.

David Andrés aprovechó para ir de una carrerilla a la cocina a por ketchup. 
"Ya no va a ser un bocata de salchichas a la española, pero tengo antojo de ketchup"
Buscó por varios estantes y cajoncillos sin éxito.
"¿En dónde habrá puesto este capullo el ketchup?, es capaz de dormir con él para que no lo utilice yo"
Exageraba, por supuesto, pero no quería hacer ruído por si Claudio salía de su habitación y el encuentro daba lugar a un choque. Claudio no tenía ni media hostia para él, pero lo menos que le apetecía era pegarle, y mucho menos vérselas declarando en la policía. Ya solo le quedaba por mirar en un armario alto empotrado. A pesar de su altura, hubo de servirse de un pequeño taburete. Comprobó antes la estabilidad del taburete.
"Vale, no creo que se vuelque ni se despatarre con mi peso"
El armario estaba lleno de porquerías incomestibles: botes de ColaCao con restos putrefactos  y galletas rancias o duras como piedras, botes de alubias y lentejas de los que se había comido Claudio la mitad y ahora criaban moho y bichitos diversos. También había una lata de Fabada Litoral, la marca que utilizó como modelo a una señora mayor caracterizada de pueblerina a la antigua.
"Este imbécil es capaz de pedirle a la familia que le manden ColaCao y fabada desde España, ¡jodeeer!"
Y, por fin, descubrió un bote de ketchup.
"¡Joder, esto está aquí desde los tiempos de Robin Hood!... No tiene un puto bote de Ketchup en la nevera y aquí conserva una "pieza de nuseo"
Ya se iba a bajar del taburete cuando hizo otro descubrimiento. En un rincón vio un tarro de cerámica con la etiqueta "honey", ( miel ) Estaba sin empezar, ¡qué raro! Una telita y un cordel en el cuello del tarro hacían imaginar que nadie había probado jamás esa miel. Claudio le tenía dicho a David Andrés que no consumiese de ningún envase que estuviese sin abrir, que previamente le preguntase a él. Al cogerlo se llevó una sorpresa.
"¡Coño, si no pesa nada!"
Desató con mucho cuidado el nudo del cordel, siempre atento a la aparición de Claudio.
"¡Hostias, billetes!" 
Tanteó y le pareció que había más que la otra vez.
"Claro, ha sumado parte del último sueldo, lo que le ha sobrado después de llenar la nevera"
La mente de David Andrés Ascaso Durruti comenzó a trabajar como un perfecto cerebrito choriceril. Volvía España a su mente.
"Este gilipollas me da una nueva oportunidad"
Lo primero fue dejar el tarro "de miel" como estaba y lo segundo abandonar la cocina con sumo sigilo, no dejando rastro de su paso por el "armario del tesoro"

El agente especial John Bolton intuía que "la clave del misterio" radicaba en los dos objetos desaparecidos, el teléfono móvil del difunto Thomas Altrincham y la famosa novela que le regaló y le pidió con urgencia que se la devolviese a su nieto: "14 murders in the train of Mataró", 14 asesinatos en el tren de Mataró. Y algo le decía - quizá solo fuese una corazonada, pero a veces las corazonadas funcionan, al menos los buenos detectives no las desprecian - que el camino hacia esos objetos podría estar en el pub "The Yellow Submarine"
Decidió regresar otra vez al pub e interrogar más a fondo a los camareros y a la dueña. Ya les había interrogado nada más ocurrir la desgracia, pero seguro que a alguno de ellos se le pasó algún detalle importante. Siempre hay testigos que olvidan detalles importantes y, sin embargo, abundan en tonterías que no conducen a ningún lado.

( ¡Continuará!... como viene ocurriendo durante 44 episodios )

No hay comentarios:

Publicar un comentario