domingo, 30 de agosto de 2015

¡Vamos a la playa, calienta el sol!


Resultado de imagen de guerra galáctica

Resultado de imagen de playa de san juan alicante


Para el concurso de relatos veraniegos de El Periódico del Prat


Verano de 2.055

Las playas estaban anunciadas en muchos idiomas, como cortesía de la ciudad de Alicante a sus numerosos visitantes: playa, beach, platja, hondartza, praia, plage, spiaggia, strand... Pero cuando uno ya se encontraba al pie del imponente rascacielos, los anuncios eran más concretos: "playas en plantas 59, 60, 61, 62, 63, 64 y 65"
La abuelita Irma y sus nietecitos Tino, Rosi y Vero, cruzaron el amplio hall de la "Gran Torre de Alicante" o "Gran Torre d'Alacant" en dirección a la zona de ascensores. Una vez en el interior del elevador ultrarrápido "Apolo 11" ( Cada ascensor tenía el nombre de una gloriosa astronave ) pulsó el botón de la planta 61, "playas exclusivas para niños de hasta 12 años acompañados de sus padres actuales o responsables legales" ( lo de "responsables legales" tenía su justificación porque la pederastia se había propagado como el alzheimer en aquella sociedad enfermiza y corrupta de mediados del siglo XXI )
La abuelita Irma y sus pequeñuelos se encontraron en el ascensor con Conchi, una antigua amiga de la abuela, aunque, tratándose de la abuela, todas sus amigas eran antiguas. Se dieron un par de besos tan sonoros - ¡muach!, ¡muach! - que llamaron la atención de una pandilla de jovenzuelos. Algunos incluso se rieron.
- ¡Uy, Conchi, querida, cuánto tiempo sin vernos!, ¿también vienes a la playa?
- Sí, hija, sí, pero no coincidimos. A mi me corresponde la playa de la planta 65, "mayores de 60 años sin niños ni mascotas" ¡Uy, pero que monos son tus nietecitos!
- Son mis tesoros más preciados, hija mía.
- Ya te digo, son guapísimos. Y la pequeñita es un encanto, ¡¿verdad, chiquitina?!, ¡tiki-tiki-tiki!
Los jóvenes estaban escandalizados ante tanta payasería de aquellas carrozas seniles.
- ¡Ay, Conchi, hija, que ya no es un bebé!... Vero tiene tres añitos.
- ¡Cómo pasa el tiempo, hija! Pues en mi playa de la planta 65 han puesto un sol que es como el de Andalucía, ¡qué hermosura de sol!
- Eres una exagerada, Conchi, jamás podrán igualar al sol natural de Andalucía... ¡ni al de Alicante!, es decir, al sol verdadero.
- Oye, me acuerdo ahora de una canción que solía cantar mi madre, una de su época: "¡Vamos a la playa, calienta el sol!, ¡chiri-biri-bi, porom-pom-pom!", no me acuerdo de más.
No hubo tiempo para más charla ni viejas canciones de verano. El elevador se detuvo en la planta 61 y las dos amigas se despidieron con otro par de besos escandalosos.
Irma y sus tres nietecillos disfrutaron de lo lindo en aquella mañana playera. Los niños se dieron al gozo del baño entre olas y remolinos especiales para niños, y montaron en barquichuelas de pedales, y corretearon por la arena, un tipo de arena especial para hacer castillos y otras figuras.
La abuelita Irma y sus nietecitos almorzaron a media mañana en el chiringuito playero, sentados ante una mesa ubicada junto al gran ventanal desde el que se veía una panorámica impresionante de la costa.
La abuelita no pudo reprimir que un par de lágrimas resbalasen por sus mejillas al ver ahí abajo la Playa de San Juan, su playa, la playa de su infancia y juventud, ahora convertida en un vertedero de inmundicias tóxicas, cadáveres de peces mutantes, basura arrojada desde los "cruceros de placer", ballenas y delfines en descomposición... Estaba rigurosamente prohibido el acceso a las "playas antiguas" La Humanidad aún no había resuelto sus graves problemas relativos a la ecología y el medio ambiente. La Amazonia ya era casi un páramo. Pero avanzaba mucho en tecnología punta para crear edificios altísimos e inteligentísimos, así como barcos, trenes y aviones que surcaban el mundo a velocidades escalofriantes. Y el hombre ya había llegado a Marte. El planeta rojo estaba habitado ahora por rusos, estadounidenses, chinos e iraníes y ya se avecinaban los primeros conflictos bélicos interplanetarios.
Regresó a la mente de la abuelita Irma la canción que le había recordado su amiga Conchi y se sintió estúpida al llenársele la cara de lágrimas. 
"¡Vamos a la playa, calienta el sol!, ¡chiri-biri-bi-porom-pom-pom!"

2 comentarios:

  1. ¡Uf! lo he leído rápidamente, más deprisa de lo que es habitual en mí. Tengo comentarios que hacer, pero, cómo siempre que se trata de un relato para el concurso, se los dejaré allí.

    Mañana o pasado, amigo mío.

    ¡Gracias!

    ResponderEliminar