jueves, 27 de agosto de 2015

( Episodio 38 ) Muertos de novela


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Pasajeros del autobús de la muerte

Hamed le dio con la culata del arma en la cabeza a la judía gorda y a esta se le pasó el histerismo automáticamente. Los niños estaban aterrororizados, ya se habían dado cuenta de que los malos eran malos de verdad. Y no lo olvidarían nunca.
Doce viajeros habían partido de Sudehill y esa misma cifra era la de ahora, porque había logrado saltar a tierra el chico alto con la camiseta del Barça y se había incorporado a la aventura el policía MacGregor. Incluímos en esta lista a los tres niños del matrimonio judio ortodoxo. El catalán no se fue enseguida en pos del autobús alternativo porque, al detectar que allí se cocía algo, decidió esperar cámara en mano. Luego presumiría en Facebook y en Twitter de haber estado en el mismísimo epicentro de la movida, a pesar de quedar como un gilipollas, lo cual veremos más adelante. Doce pasajeros sin contar con el conductor.
El matrimonio de ancianos no llegó a apearse porque Hamed se lo impidió de muy malos modos. El hasta ahora pusilánime Hamed, en el registro civil aún Richard Wilson, empezaba a cogerle el gustillo a lo de ser terrorista y tener tan facilmente amedrantada a la gente, aunque fuesen ancianos, mujeres y niños, pero por algo se empieza.
Charlie y Susan, el matrimonio de ancianos, pensaban viajar a Barcelona para recoger el cuerpo de su nieta Sue, la cual había muerto en un espectáculo bárbaro de los que se celebran todos los veranos en ese país tercermundista. Sue fue corneada durante un minuto largo, sin que nadie pudiese impedirlo, por un bravo bou, toro o bull. El viejo matrimonio se había topado casi a la vez con dos terrores: el de los taurinos y el de los terroristas. Su hija Julie había dejado este mundo entre los escombros de las Torres Gemelas de Nueva York, otra "hazaña" de los islamistas radicales, y al matrimonio les reservó el destino la crianza de la que entonces aún era una niña, la que ahora acababan de perder.
- Sería mejor que muriésemos nosotros también. ¿Qué nos queda ya sin Sue?
- No pienses así, Charlie, - le repuso dulcemente su esposa - debemos ser fuertes, ¡vivir!... El Señor nos ha puesto a prueba y...
- ¡El Señor, el Señor...! Yo también creo en Dios, pero hay cosas inconcebibles, injusticias tan grandes que... 
- ¿Que te hacen dudar de Él?... No, Charlie, no, ahora es cuando debemos ser más fuertes, ahora nos toca intentar más que nunca vivir. Hemos de dar sagrada sepultura a Sue, y después Dios dirá. Sue sigue estando con nosotros, Charlie.
A él se le volvieron a escapar las lágrimas. Como creyente sabía que Susan tenía razón.
- Querido, ayer hablaste mal de los españoles. No culpemos a esas gentes. Sue ya era mayorcita y se lo buscó ella, por muy terrible que sea admitirlo.
Charlie giro la cabeza y alzó la vista hacia ella.
- Lo de Nueva York no se lo buscó Julie.
Ahora fue ella la que tuvo que callarse, a pesar de que, tras sus ojos vidriosos de haber llorado durante toda la noche, había un ser humano con una entereza a prueba de bombas, taurinos y todo lo malo que le deparase el destino. Charlie lo sabía y admiraba a su esposa.

Aaron era un buen sastre y Sara una ama de casa "perfecta", muy amante de su esposo y de los niños y experimentada cocinera. Le salían riquísimos el pollo con berenjenas y el Kuguel de fideos entre otros sabrosos platos de la gastronomía judia. Aaron le limpió amorosamente a su mujer la sangre de la brecha que le abierto en la cabeza el terrorista.
- No es nada, mi amor, no hables, esta gente solo quiere sentirse provocada para hacer más daño.
- ¿Vamos a morir, Aaron?
- Ahí afuera seguro que hay muchos policías. Nos salvarán, querida. Roguemos por ello a Yahvé.
Y juntaron su manos para rezar una oración en silencio, ¡o muchas!, mientras los tres niños, Samuel, Jafet y el pequeño Ajshalom guardaban un silencio escalofriante.
Completaban la nómina del autobús maldito el policía MacGregor y los dos terroristas, más otras dos personas que aún no les he presentado.

( ¡Jugarán estas personas, que aún no conocemos, un papel importante en la historia?... ¡Yo que usted no me lo perdería! )

3 comentarios:

  1. Lo del matrimonio de ancianos resulta escalofriante y emotivo en grado sumo, pero Susan tiene razón, hay que aguantar hasta el final aunque parezca que ya no hay razón para seguir viviendo, porque siempre hay una razón y no sabemos cuando será ni cómo.

    El intercalado entre los terroristas islámicos y los descerebrados de la tortura animal es muy bueno. Al fin y al cabo, todos tienen una mentalidad similar: dos neuronas, una para comer y otra para cagar. (La acuñación es mía, tengo los derechos de autor, je je je...)

    Vaya, dos personas más, aún no presentadas. Muy interesante, estoy ansiosa por el siguiente episodio.
    En cuanto al joven catalán que se queda esperando acontecimientos... veremos qué nos depara, porque eso de subir imágenes "desde fuera" a Facebook y Twitter, suele ser de gilipollas, sí.

    Me gusta.
    ¡Hasta el viernes!

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  2. Las dos "heroínas" que están a punto de aparecer en el relato, puede que no sean de su gusto, Doña Leona. Tampoco les gustará mucho a los taurinos que los sitúe en el mismo grado de bestialidad que a los terroristas, pues para ellos los toros no siente, y para los terroristas los que no contamos para consultarnos en el momento de poner las bombas somos los humanos. De todas formas, como aquí nadie se siente obligado a poner "megustas" o a insultar, sólo se reflejan en la estadística, pues yo tan tranquilo, ¡jeje!
    ¡Gracias!... Buenos días cuando son las 6´50 aquí.

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    Respuestas
    1. Bueno, ya sabe que cuando algo no me gusta lo digo.
      Lo que sí encuentro a faltar en los blogs es la posibilidad de dejar imágenes en los comentarios. ¿Recuerda que en los del QUÉ! sí la había?
      Era un buen formato, porque además, se podía ver la IP en los controles y sabíamos quien usaba más de una identidad para tocar las narices, je je je...

      Ya he estado arriba.

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