lunes, 24 de agosto de 2015

( Episodio 35 ) Muertos de novela.


Resultado de imagen de helicóptero de la policía inglesa

Resultado de imagen de Estación de autobuses de Shudehill


No tardaron en localizar la bus station de Shudehill. Varios peatones ociosos les informaron del lugar en donde se encontraba la más importante terminal autobusera de la city. Antes de salir de Victoria Station habían robado al descuido una caja de herramientas conteniendo una taladradora pequeña y su juego de brocas, material que portaba Alí, y un rastrillo en manos de Hamed, felicísimo este por haberse liberado de su "personalidad femenina" El hecho de no ser ya Esther le procuraba sentirse a gusto consigo mismo. Las herramientas eran para dar mejor el pego de currelas, pero Alí fue tajante:
- Deja el puto rastrillo, hermano, y pon toda tu atención en la bomba. Además, los del autobús se van a mosquear si intentas viajar con un rastrillo tan grande. Nadie viaja con un rastrillo en un autobús. Estos detalles hay que tenerlos siempre en cuenta, Hamed.
Tuvieron suerte porque nada más sacar los tickets partió un autobús rumbo al aeropuerto. "Dos pardillos con suerte", pensaría el teniente Walker.
El autobús ya rodaba por las calles manchesterianas. Diecisiete kilómetros les separaban del aeropuerto. Unos doscientos policías estaban pendientes de ellos y el sargento Taylor les pisaba los talones. El diligente oficial entró en las instalaciones de Shudehill siete minutos después de haber partido el autobús.
- Sí, sí señor, dos hombres de unos treinta años o más, uno de ellos con la nariz muy grande, y vestidos con la misma ropa que los obreros de Victoria Station. - les dijo la taquillera.
- ¿Qué llevaban en las mano?
- Me pareció ver una caja de herramientas cuando ya se iban, porque mientras atiendo en la taquilla solo veo a la gente de cintura para arriba. Ah, y creo que también llevaba una bolsa de deportes. 
"¡Good girl!", buena chica, pensó Taylor. Al momento le pasó la información a Walker.
- En el bolso va la bomba, seguro, y la caja de herramientas será para despistar, a no ser que oculte alguna pistola o... armas blancas para degollar a alguien.
Pues no, las pistolas Glock 19 las ocultaban bajo sus ropas, ambos en una funda interior de las llamadas "bikini".
El teniente Walker ordenó al helicóptero que tuviese en todo momento controlado al autobús, pero sin aproximarse.
- Mantente alto, Jhony, hasta que no hable con esos hijos de puta no se de que palo van. No me gustaría que hiciesen una matanza en el autobús.
- ¡A sus órdenes, señor!
Se dirigió de nuevo a Taylor.
- Taylor, pregúntale a la taquillera cuántas personas viajan en ese autobús.
Este formuló la pregunta a la "good girl", la cual consultó el billetaje y respondió al momento.
- Doce, muy pocos en relación con otros días a la misma hora, incluídos los niños y... eh... esos hombres que buscan.
No era raro que a veces los autobuses al aeropuerto cargasen pocos viajeros, pues el tren ofrecía un servicio más rápido y no faltaban quienes cubrían el trayecto en taxis o en sus propios coches.
La situación era muy delicada. El teniente Walker sabía que el riesgo podría multiplicarse por cien en el caso de que tomasen rehenes.
- Esa es otra razón para no viajar en taxi, Simpson, muchos rehenes son más útiles para ellos que un solo rehén, el taxista.
- Desde luego, señor.
Walker dio órdenes a todas las patrullas para que se concentrasen en un tramo despoblado de la carretera, antes de llegar al aropuerto, entre Stockport y Cheadle, y lo llamó el "punto Z"
- ¡Vámonos para allá, Simpson!
- ¡Sí, señor!
De camino al aparcamiento hizo dos llamadas por el móvil.
- Jackson al habla.
- Jackson, engancha a la grúa uno de los camiones que tienes ahí y vuélcalo a medio kilómetro de tu almacén. En el despoblado. Debe ser antes de veinte minutos. Te encontrarás allí con uno de mis hombres que te dará  instrucciones más precisas.
- ¿Ya has terminado, Walker?
- Sí, y no me hagas ninguna broma, ¡sal pitando con el camión, se trata de los terroristas!
- Fuck, fucking terrorists! - ¡Joder, putos terroristas!
Jackson era un viejo colaborador de la pasma, experto en todo tipo de vehículos y especialista cinematográfico.
Simpson ya rodaba a toda pastilla por el carril de la salida de la terminal 3 del aeropuerto llevando el rotativo de emergencia adosado a la baca del coche. Todos los vehículos se echaban a un lado para facilitarle el paso. Walker contactó con otro de sus hombres.
- Aquí MacGregor.
- Soy Walker, sé que es tu día libre, pero te necesito urgentemente. ¿Sigues viviendo en Saint Jeromo?
- Sí, el presupuesto no da para más.
- Ahora cachondeo no, ¡esto es urgente! Dentro de catorce minutos va a llegar a la parada que hay cerca de tu casa el autobús que va al aeropuerto. Súbete y observa nada más. En ese bus viajan los terroristas. Quiero tenerte ahí por si nos puedes hacer falta en un momento dado. Pero no te la juegues. Aguarda a mis órdenes.
- Correcto, jefe.

- No les mires - le dijo por lo bajinis Alí a Hamed.
- Vale, no les miro. - respondió su único subordinado y compañero de fatigas terroristas.
¡Ya era mala folla!, el matrimonio de judios gordos y sus hijos gorditos viajaban en el mismo autobús que ellos. A Hamed le fastidió más porque le recordaban su "personalidad" anterior de Esther con la peluca descolocada en su tropezón y caída sobre la silla del discapacitado.
A Alí no le gustó lo que vio. Un coche rodaba paralelo al autobús y su conductor le miraba a él. Observó que viajaban otro dos hombres en el vehículo.
"¡Policía camuflada, jodeeer!
Y entonces oyó el potente rotor de un helicóptero sobre su cabeza.


Unos pocos días antes en Liverpool

Evaristo Briceño se está bebiendo el contenido de una de las jarras de cerveza más grandes de "The Yellow Submarine" Briceño ejerció hasta hace pocas semanas de delincuente común en España, dedicado a pequeños hurtos y timos, pero un día se pasó de rosca y atracó un a joyería del madrileño Barrio de Salamanca con dos compinches. El botín fue gordo. A los tres pillos les persiguió la policía y dio con dos de ellos. Evaristo logró dar el esquinazo a la pasma, gracias a la ayuda de un concejal corrupto de su pueblo, un hombre de cuyos sucios manejos sabía mucho el delincuente común.
- Vale, no puedo seguir escondiéndote porque al final nos van a buscar la ruina. - dijo el político corrupto.
- Entonces ¿qué?, ¿me vas a dejar tirado? Sabes que puedo contar muchas cosas tuyas a la madera.
- ¡No hace falta que me amenaces, cojones, tengo una solución para ti!
La solución fue proveerle de un pasaporte con identidad falsa, gracias a la ayuda de un mafioso con el que intercambiaba favores, y una cantidad de dinero suficiente para que fuese tirando hasta que consiguiese un currelo en Inglaterra. Aunque Evaristo pensaba más bien en continuar con su actividad delictiva. Los currelos aburridos y poco remunerados se habían creado para otras personas.
Y ahora se llamaba Salvador Terradillos y era de oficio camarero, no del todo mentira porque en sus tiempos de chico honrado ejerció el oficio de la bandeja.
Evaristo Briceño, en su papel de Salvador Terradillos, va por la mitad de la cervezota en el momento en el que hace su aparición estelar en la terraza un personaje estrambótico con gafas oscuras, gorra del Manchester United y nariz talla XXL.
Observa con disimulo al recién llegado mientras este se acerca a la mesa que ocupa un vejestorio.
"¡Joder, otro tío friki, vaya dos que se han juntado!

( Continuará, quizás mañana )




2 comentarios:

  1. Bueno, ahora ya me hago una idea de porqué Evaristo tiene el libro y también el móvil del viejo atorrante.

    ¡Oh, la familia gordinflas también viaja en el autobús! ¡Más diversión a la vista! Y con MacGregor a punto de subir en la parada de su barrio, ¡más, mucha más! Estas situaciones me chiflan, oiga.

    Hasta mañana.

    ResponderEliminar
  2. Es que esto va en pequeñas dosis, como los culebrones de la tele, je,je!, y como aquellos tebeos del Jabato y El Capitán Trueno, de los que sin duda estoy influído. Me alegra un montón que se lo esté pasando bien. Besos!

    ResponderEliminar