miércoles, 12 de agosto de 2015

( Episodio 26 ) Muertos de novela.


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- Soy el agente especial John Bolton de Homicidios y necesito hacerle unas preguntas.
Y fue entonces cuando se desmayó.
Después de que le atendiese un médico de los de bicicleta-ambulancia para zonas peatonales, el agente especial Bolton invitó a Paul Altrincham a sentarse en un banco del parque próximo para hacerle las preguntas.
- Solo son tres o cuatro preguntas, Mister Altrincham. Su abuelo ha muerto por homicidio imprudente. Posiblemente ese sea el veredicto del juez. Por lo tanto, se trata de localizar al agresor para pedirle responsabilidades. Su parentesco supongo que es el de nieto o sobrino, lo digo por su edad.
- Sí, señor, soy el nieto o... "era" el nieto.
- No, lo sigue siendo. Primero por que tenemos el cuerpo y luego porque usted seguirá siendo su nieto, por muy enterrado o incinerado que quede su abuelo. ¿Comprende?
- Sí, sí señor.
El agente Bolton no ignoraba que su comentario era innecesario, pero lo hizo por darle un poco de confianza al joven, ya que lo veía muy tímido e impresionable y no era cuestión de asustarle.
- ¿Sabe si su abuelo tenía enemigos?
"¡Oh, es una pregunta como la que hacen los detectives de las novelas!"
- Eh... ¿enemigos? No, no lo sé, no lo creo. Mi abuelo era muy chistoso, hacía bromas, contaba chistes... A veces alguien se enfadaba. Pero no, enemigos no creo.
- ¿Le veía usted a menudo?
- Sí, bueno..., a la semana, cada dos semanas... Me regalaba cosas. Decía que yo era su nieto favorito porque era su único nieto. Bueno, este era uno de sus chistes.
- Ya. ¿Y qué tipo de cosas le regalaba?
- Pues... me regaló una camiseta del Liverpool, otra de sus gracias porque yo del Chelsea. Otra vez me trajo una bufanda del Manchester City, y también me invitó al ver El Rey León en el teatro. Hace poco me regaló una novela en español porque estoy aprendiendo español. Este regalo si fue en serio, pero...
- Pero ¿qué?
- Pues anteayer pasó una cosa rara.
- ¿Qué pasó?
- Me vino con la misma novela, pero en inglés. Yo aún no había terminado de leerla porque en español leo muy despacio. Me dijo que le devolviese la que estaba en español. Me extrañó mucho y le pregunté porqué, y me contestó que ya me lo explicaría otro día.
- ¿Quién se ha quedado con los objetos que llevaba su abuelo en el momento de la agresión?
- Mi madre.
- Deme su dirección y número de teléfono, por favor.
- Sí, sí.

Amor había conseguido dos trabajillos de subsistencia. No eran suficiente cosa para vivir tranquila del todo, pero "algo es algo" se dijo. Los lunes fregaba las escaleras de una casa antigua de cuatro pisos en el barrio de La Elipa. Los jueves limpiaba la casa de una anciana que vivía sola, Doña Benita, de 80 años. Era un primer piso y debajo estaba el bar "Y a los toros de Carabanchel", propiedad de Matias Coscojuela y atendido por el propio ex novillero.
En su primer dia con Doña Benita conoció a su hijo Desiderio, que raramente acudía a visitar a su madre, pero que había elegido precisamente ese día para verla. Le pareció un hombre formal aunque un tanto guarro. Masticaba con la boca abierta y vestía una camiseta de Cristiano Ronaldo-Real Madrid que pedía a gritos un jabonoso baño en el tambor de la lavadora.
Amor y Desiderio tenían una cosa en común, un caso de hombre, mejor dicho, un hombre que había huído de ellos y pronto huiría de la policía inglesa: David Andrés Ascaso Durruti. Pero ellos no sabían que sus vidas estaban relacionadas por la relación con un fugitivo. El fugitivo jamás presentó a Amor a sus amigotes porque no la veía presentable.

( ¡Continuará!, lo digo en serio )

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