viernes, 21 de agosto de 2015

( Episodio 33 ) Muertos de novela.



Resultado de imagen de Victoria Station Manchester
Resultado de imagen de Victoria Station, Manchester


El teniente Smith se piensa en un principio que su comunicante es un más de los muchos que llaman continuamente para decir que han visto a los terroristas. Algunos incluso se inventan historias alucinantes. La más curiosa hasta ahora ha sido la de un loco que se ha presentado como jugador del Barça y que ha prometido conducir a la policía hasta la guarida de los terroristas a cambio de que le haga un fichaje millonario el Manchester United.
Pero su actual comunicante parece ir en serio. Para empezar es un hombre respetable de la comunidad judia. Se ha presentado como el rabino de la sinagoga de Prestwich y su tono de voz es convincente. Le explica que tiene sus dudas acerca de dos individuos disfrazados de judios que ha visto por la calle, uno de ellos de nariz prominente. Smith toma nota de la hora y el lugar en que han sido vistos y la dirección que llevaban, e inmediatamente acciona las alarmas. Avisa al sargento Taylor, responsable de la zona, y este se pone en contacto inmediatamente con el teniente Walker, el cual reacciona con idéntica presteza.
- Efectivamente, Taylor, puede ser otra falsa alarma, pero el hecho de que dos individuos anden por la calle disfrazados a estas horas del día y en plena alerta antiterrorista, ya es motivo suficiente para intentar localizarlos.
- Es posible que hayan cogido un autobús en la parada de Higher Broughton.
- También lo he pensado yo. Llamaré a la compañía de autobuses para que pregunten a los conductores que han pasado sobre esa hora si han notado algo anormal entre los pasajeros. Usted diríjase con sus hombres al centro de la city. Divídanse en grupos y vigilen Victoria Station, el Museo Nacional del Fútbol y Shudehill. Llamaré a más gente para que peinen el centro comercial Arndale. Si pretenden tomar un autobús hacia el aeropuerto, tienen que estar por allí. Mandaré otro grupo a la estación de trenes de Piccadilly.
- ¿Y si están ya en camino del aeropuerto, señor?
- Pues aquí les esperamos.

Aanisa ( corazón piadoso ) la guapa conductora del X41 que recogió a los terroristas, habla con la policía a petición de sus jefes. Les dice que dos individuos se apearon precipitadamente antes de llegar a Shudehill.
- Sí, lo hicieron en la parada que hay entre la Escuela de Música y la Catedral.
- ¿Dice que se bajaron corriendo?
- Sí, parece que discutieron con los judios ultraortodoxos. Ellos no eran judios, estaban disfrazados, y por eso se molestaron los judios de verdad. Es lo que deduzco yo por las cosas que decían, bueno, por las cosas que gritaban.
- Gracias por su información.
Aanisa se ha reservado comentarles que ambos eran inconfundiblemente musulmanes.
Unos minutos después:
- En la estación de Shudehill no han sido detectados. Cabe la posibilidad de que se encaminen a la estación de trenes de Piccadilly o que tomen un taxi. Pero si no se han servido de un taxi desde un principio, es difícil que lo hagan ahora.
- Correcto, señor.
- Walker ordena que no cese la vigilancia en Victoria Station y Shudehill.
- No ha pasado mucho tiempo desde lo del autobús, Simpson, tienen que seguir ahí.
- Y porqué no prefieren hacer el viaje al aeropuerto en taxi, señor?
- Para un taxista es más fácil detectar sospechosos que para un conductor de autobús. Los taxistas son muy observadores y escuchan mucho la radio. En las dictaduras son los chivatos perfectos y muchos de ellos son policías.

Alí y Hamed fingen mirar el expositor de revistas de un quiosco de prensa de Victoria Station, pero en realidad están pendientes del movimiento de obreros que trabajan en las obras de ampliación de la estación. Su atención se centra en el barracón habilitado como vestuario, el lugar en donde los currantes se cambian de ropa, se toman un café o comen a la hora del almuerzo, lunch time.
- Ahora no hay ninguno y la puerta está abierta. ¡Es nuestro momento, hermano!
- ¡Nos van a pillar, Alí!
- ¡Joder con tus putos miedos!, ¡vamos!
Taylor, seguido de tres hombres, pasa junto al quiosco de prensa justo cuando Alí y Hamed ya han entrado en el vestuario de los currelas, distante a solo diez metros del quiosco.
Walker mantiene un contacto constante con los diversos grupos que peinan la zona.
- Es difícil pero cabe la posibilidad de que se hayan cambiado de ropa, Taylor. Miren en todas las toilets, en cualquier rincón, en los portales...
- Sí, señor.
A estas alturas, el teniente Walker ya tiene claro que se trata de los terroristas. Dos pardillos ya habrían sido capturados. ¿O son pardillos con mucha suerte?
"¡Joder, que guerra me están dando!"

Hamed y Alí se visten en un pispás con chaquetas y pantalones amarillos reflectantes de los currelas. ¡Y botas! Para Hamed supone una satisfacción muy grande cambiar sus zapatitos de señora por las botazas de trabajador.
Alí abre un poco la puerta para observar si hay polizontes en la costa, aunque no debería importarle con su nuevo look. Seguidamente la empuja para salir.
- ¡Vamos, hermano!
Se queda mirando a Hamed con cara de terribles circunstancias.
- ¡Joder, el bolso!, ¡coge el bolso, tío!... ¡Hamed, ¿estás agilipollado o qué?!... ¡Mira por todo lo que estamos pasando para que ahora te dejes la bomba olvidada!... ¡Que Alá nos proteja!

( Continuará... si Alá lo quiere así )

3 comentarios:

  1. ¡Juas juas juas! ¡Ahora un currela con un bolso de señora!
    Oiga, ¿y por qué la conductora del autobús piensa que son musulmanes?

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  2. No, es un bolso de deportes. La conductora se deja llevar por su intuición femenina, ha leído los periódicos y los ha conocido por las fotos. Para ella son musulmanes aunque su aspecto sea de ingleses. ¡Buen sabado tenga usted!

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  3. ¡Ah! Es que usted menciona "el bolso", no "la bolsa", y como lo llevaba "Esther"...
    Pues vaya con la hija de Alá (hágase la traducción pertinente)

    ¡Buen sábado!

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