lunes, 6 de julio de 2015

Un final verdaderamente inesperado




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La reina Doña Isabel I de Castilla estaba hecha un mar de dudas, aunque sería más correcto decir, conforme al aire de los nuevos tiempos, que estaba hecha una mar océana de dudas. Ya había transcurrido un largo tiempo desde la partida de Don Cristóforo Colombo con la nao y las dos carabelas y nada se sabía de la expedición.
"Almirante de la Mar Océana, Dios mío!, y yo he cedido a sus pretensiones no dudando en ganarme la voluntad de mi señor esposo Don Fernando para esta dudosa empresa. Habré metido la pata?"
El entusiasta navegante genovés había logrado convencerle a ella y a un puñado de cortesanos, los cuales también se dejaron encandilar por su labia, siendo engatusados merced a la sapiencia que  distinguíale en materias tales como la geografía y la filosofía, pues facíase lenguas hablando de la esfericidad de la Tierra y de esta como cuerpo celeste que giraba alrededor del Sol. Tamaña herejía facía rabiar a los clérigos más ortodoxos e incluso al Santo Padre de Roma.
Doña Isabel I de Castilla no lograba conciliar el sueño la mayoría de las noches, abrumada por su gran responsabilidad en la empresa del marino genovés. Pensaba que todo podía volverse en su contra si el osado engatusador Colombo regresaba fracasado o si desaparecía para siempre engullido por los monstruos marinos del mar de los sargazos.
Mucha gente pensaba que, tanto la reina en su empeño descabellado, como el lunático marino genovés, habían ofendido gravemente a Dios Nuestro Señor Padre, que de Finis Terrae para allá moraban los horrendos monstruos del abismo insondable en donde toda forma de vida perece por voluntad de Satanás.
"Oh, Dios mio, ahora se puede volver todo en mi contra!... Empeñé mis joyas para sufragar la expedición; convencí al banquero Santangel para que participase con una cuantiosa suma; me gané la voluntad de los hermanos Pinzón para que capitaneasen las carabelas... Oh, Dios, los hermanos Pinzon precisamente, los mejores corsarios de los que dispone la Corona!... Ellos también pueden morir devorados por los bichos de las profundidades maroceánicas!... Y ahora, para colmo, se habla de que Colombo puede ser un judio converso.
Con estas zozobras es fácil imaginarnos que Doña Isabel I de Castilla no pudiese conciliar el sueño.
"Oh, Dios mio, haz un milagro!", exclamó cambiando por enésima vez de postura en la cama. Y se produjo el milagro porque por algo era la reina primera de Castilla y Aragón. Estiró el brazo para coger de la mesilla de noche el móvil que había empezado a sonar.
- Se os saluda, reina de Hispania!... Soy Cristóforo Colombo!... Perdonad que no os haya llamado antes, pero es que no había cobertura en la mar océana tenebrosa. - Y cambió el tono de voz por otro más jubiloso: - Hemos llegado a Cipango sanos y salvos, Majestad!... Viva Hispania!
- Albricias, Almirante!... Oh, no os faceis una idea de lo que me reconforta escuchar vuestra voz.
- Contemplad estas imágenes, Majestad. - y puso un video en el que se veía una playa con árboles altísimos de un verdor subyugador. Después aparecieron unos hombrecillos y unas mujercillas más morenos que los sarracenos. Ellas mostraban las tetitas y ellos se tapaban las vergüenzas con un simple trapito, y todos sonreían mucho, dando la impresión de ser felicísimos. Volvió a escuchar la voz del Almirante:
- Majestad, he conquistado Cipango sin necesidad de utilizar las armas. Sabed que esta buena gente se ha entregado pacíficamente. Y ahora os cuento lo mejor: ya han aprendido a hacerse selfis, ja,ja, ja, ja!
Ambos rieron felices. No cabía la menor duda, la Cristiandad había dado un gran paso en la historia de la Humanidad, o también se podría decir que la Humanidad había dado un gran paso en la historia de la Cristiandad.
- Se me está agotando la batería, Majestad, ruego me disculpeis!
Doña Isabel I de Castilla se levantó de su region tálamo y acudió a postrarse en el reclinatorio que presída la alcoba real.
- Gracias os doy, Señor de los Cielos Infinitos y Tierra por habernos hecho la merced a vuestros católicos servidores de regalarnos los confines del mundo conocidos como Cipango y...
Pero fue interrumpida por su augusto esposo Don Fernando, el cual, aunque dormía siempre como un tronco, esa noche le dio por despertarse.
- Qué faceis despierta y orando aquestas horas?
- Oh, Fernando, esposo mio, volved a dormiros presto, pues debeis de tener ya por sabido que no es de mi grato gusto ser interrumpida cuando estoy orando. Mañana hablamos y os contaré una buena nueva.
- Mujeres, mujeres... todas son iguales, reinas o plebeyas. - murmuró el rey católico, pero en un tono muy bajito para que ella no le oyese. Pues buena era ella!... y más ahora que la Cristiandad iba a extenderse un montonazo.

3 comentarios:

  1. Creo que esta historia ya la leí,es muy simpatica, buenas tardes.

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  2. Pues no la ha podido leer porque es inédita, la he escrito estos días. A lo mejor usted ve el futuro!

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  3. Me llama la atención los personajes historicos, sobretodo, no tengo bateria jajajaj.
    No se pero parece como si ya la hubiese leido, O ALOMEJOR NECESITO AYUDA SICOLOGICA¡¡¡ ESTOY ENPEZANDO A PREOCUPARME.

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