martes, 21 de julio de 2015

( Episodio 9 ) Muertos de novela.





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Thomas Altrincham no se perdonaba ahora el hecho de haber cometido una imbecilidad infantilesca. Su conducta había sido como la del niño que saquea la nevera cuando no le ven sus padres, pero con el agravante de haber robado a un extraño. Aunque se tratase solo de un libro, aquello fue un robo. El no se consideraba un ladrón y ahora sufría.
Mister Thomas tenía ya 75 años y, de vez en cuando, le daban chocheces. Al ver aquel libro sobre el asiento del tren y descubrir que estaba escrito en español, no se le ocurrió otra cosa que afanarlo para regalárselo a su nieto Paul que estaba estudiando la lengua de Cervantes.


Los siguientes días fueron durillos en el trabajo de mudanzas por el que David Andrés había sustituido su currelo menos duro, pero no menos agobiante, de camarero. En realidad prefería esto de ahora. Cargar y descargar camiones era menos jodedor que aguantar con una bandeja en la mano a clientes estúpidos y tragar con esa consigna permanente: "el hijo de puta del cliente siempre tiene la razón"
En David Andrés se había producido una evolución distinta a la de la mayoría de los colegas de su oficio. Estos se mosqueaban enseguida por culpa de la falta de educación, insolencia o alcoholismo faltón de un amplio sector de la clientela, pero con los años se endurecían, volviéndose pasotas o simplemente indiferentes, y si se consideraban duros no les faltaban ocasiones para poner a un cliente de patitas en la calle. David Andrés, sin embargo, nunca llegó a acostumbrarse. Después de casi treinta y cinco años en la hostelería, casi siempre en bares y cafeterías de barrios pobres o ciudades dormitorio, a excepción de sus incursiones en la Costa Brava y en la Costa del Sol, estaba hasta los mismísimos cataplines del oficio. Pensaba ahorrar un dinero para volver a España, pero a algún sitio lejos de Madrid, en donde no le conociese nadie, y trabajar en otro oficio, en "otra cosa" como él decía, porque oficio, lo que se dice oficio, solo tenía el de camareta. Lo de ahora era una mierda, pero le valía para no enfrentarse a odiosos clientes, era un respiro para él, aunque había días jodidos, como los presentes, que se había amontonado el trabajo y les había tocado tres portes muy cabrones, especialmente el traslado de unos armarios enormes de una casa guarra, olía fatal, y sobre todo bajarlos por una puta escalera muy estrecha.
Consultó su correo electrónico como casi todas las noches. Claudio le dejaba usar un rato el laptop, ordenador portátil, y rara era la noche que no se encontraba en la bandeja de entrada de yahoo un email furioso de su ex amigo el acreedor. Desiderio, que así se llamaba el puteado, insistía en cobrar los 800 euros que le había prestado al muy jeta, y el muy jeta tenía pensado abrir una nueva cuenta de email, pero luego le daba pereza. Pensó en no leer el email porque todos decían lo mismo, que "¿en dónde coño te has metido?" y que "necesito imperiosamente cobrar la deuda" El primer día que leyó "imperiosamente" se acordó del difunto Imperioso, el emblemático caballo del difunto Jesús Gil, tan emblemático en aquellos años como el tigre "Currupipi" del torero Jesulín de Ubrique, otro fenómeno social. Pensó en no leer el email, pero se fijó en lo que ponía en la primera línea y lo leyó: "Sé que estás en Manchester, cabrón. ¡Bien que me la has jugado, bien!... Pues voy a ir a buscarte a Manchester para aplastarte la cabeza si no me devuelves mi dinero"
Alucinadísimo quedó David Andrés Ascaso Durruti, el de los gloriosos apellidos.
"Pero cómo es posible que este hijo de puta se haya enterado de dónde estoy?!... Jodeeer, es imposible!"
Pues no lo era, amigos lectores.


( Continuará para satisfacción general )

4 comentarios:

  1. Trabajar cara al publico es difícil, sobre todo si no tienes paciencia, es malo para la salu¡¡ ahora es facil que te localicen, esta historia promete¡¡¡ vamos haber que le ocurre al esplendido de David?¡¡¡ hasta el prosimo episodio¡¡¡

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  2. ¡Hasta el próximo episodio, Enriqueta!
    Tiene usted razón, trabajar de cara al público es para gente con mucha capacidad de aguante.

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  3. Seguimos sin enterarnos de por qué el Thomas ese tiene el número nuevo de móvil de David Andrés.
    Que Desiderio sepa que está en Manchester es otro asunto, hoy día, las cuentas de correo te traicionan cosa mala y te bajan los gayumbos. Usando el aparatito de Claudio, residente en Manchester, 2+2=4.

    (Y no he mirado los borradores. Me niego, he decidido que mejor no. Si acaso, ya arreglaré entuertos al momento de verlos)

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  4. Gracias!... Es muy fácil meter la pata y ya le expliqué porqué, aparte de que usted lo sabe, y a esto hay que añadirle que escribo todos los días un montón de paridas para Twitter y que tengo un trabajo que me ocupa 7 horas, aunque durante el mismo también escribo bastante.

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