domingo, 1 de enero de 2017

(45) El caso de la domadora asesinada.



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A la inspectora Jiménez Herrera no le fue mejor con el viejo domador del "caballito sabio", pero hizo de tripas corazón. Tobías Carretero era tan huraño como sucio, de ese tipo de carcamales que solo se lavan cuando van al médico. Su "elocuencia" en la pista del circo desaparecía en el trato personal. Se mostró esquivo, renuente a responder a las preguntas que ella le hizo.
"No tengo ni idea de quién pudo matar a la Ambrossini"; "Buscar sospechosos es cosa de usted, que es policía, no mía"; "El "moro" se ha ido sin decir nada, ¡menudo cabrón!, pues que no se le ocurra volver, que aquí ya no hay trabajo para él"
A pesar de lo intratable que se mostraba, la inspectora se atrevió con la pregunta del millón:
— ¿Por qué protege a Marcial?; ¿No ve que se pasa el día molestando a todo el mundo?
El "profesor Huang" ardió en cólera.
— ¡Es usted una jodida entremetida! ¡¿Con qué derecho critica mi comportamiento?! ¡Ande, váyase al carajo!, a mi no me da de comer la policía ni los políticos de mierda, que solo saben ponernos trabas a los artistas ambulantes. ¡Váyase a la puta mierda, señora!
El carcamal echaba virutas por los ojos y fuego por la lengua contra su "ilustre visitante" de la función de tarde, así que prefirió no replicarle, lo dicho: de tripas corazón.
Desde la caravana más próxima lo oía todo Cristino Beniaján, domador de monos y pareja de Desiderio Talledo ("Sandro") como payaso. Los monos comenzaron a chillar desde su jaula. Siempre que el viejo se alteraba se ponían muy nerviosos.
La inspectora Jiménez Herrera e inició el camino que la llevaba a San Pedro del Pinatar, dispuesta a disfrutar de un poco de paz en la habitación de su hotelito. Se sentía muy contrariada por no haber encontrado todavía una pista que la llevase a la resolución del caso. Se torturaba pensando si la desaparición de Abdel Alim estaba relacionada con el asesinato de Karla Ambrossini.
Notó que alguien estaba siguiéndola. Alguien conocido. Le había visto unos cien metros atrás y ahora volvía a estar cerca de ella. Se volvió con todo el mosqueo del mundo.
— ¡¿Qué pasa?! ¡¿Por qué me sigue?!


(Continuará)

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