miércoles, 4 de enero de 2017

(48) El caso de la domadora asesinada.



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— Señora policía, voy a revelarle un secreto espantoso. Me lo he guardado durante muchos años, pero ya va siendo hora de que lo suelte.
Guardó silencio durante unos segundos, tragó saliva y se frotó las manos, como si hiciese frío y era una noche de verano de lo más placentera.
— Está bien, dígame usted, Cristino.
Pero, cuando iba a abrir la boca, fueron sorprendidos por un ulular de sirenas policiales cada vez más próximo. Media docena de coches patrulla de la policía local de San Pedro del Pinatar, pasaron a toda velocidad por la carretera que transcurría paralela al paseo de la playa.
— Algo grave debe estar pasando para que se movilicen tantas patrullas, ¿verdad? — señaló el viejo domador de monos.
— Sí, algo grave posiblemente. Pero, mire usted, Cristino, llevo un día agotador y estoy deseando pillar la cama de mi hotel cuanto antes. ¿Podría aligerar el relato?
Muy arriba de sus cabezas, un maravilloso cielo estrellado servía de techo al mismo tiempo para la costa y el interior de Almería, Murcia y Alicante.
— El viejo corrompió al enano desde que era un niño.
— ¿Cómo dice?... Explíquese, por favor.
— Abusó de él en la infancia y siguió abusando cuando era mayorcito, y aunque le gustan las mujeres, no se atreve a abordarlas con intención amorosa. El viejo le dejó marcado para siempre.
— ¿Y tú cómo sabes eso? — se dio cuenta de que, sin querer, había pasado a tuteo.
— Porque Marcial me lo contó todo un día que nos emborrachamos juntos. A la mañana siguiente se arrepintió y me amenazó con clavarme un cuchillo en el estómago si algún día me daba por contarlo.
— ¿Y por qué me lo cuentas a mi?
— Pues... porque aunque me aterra lo del cuchillo en el estómago, no puedo vivir más con este secreto. Ya se lo conté a un cura, pero no me hizo mucho caso, creo que era homosexual o comunista.Volviendo a ello: creo que por esa razón Marcial odia a las mujeres. El viejo le domina y en realidad le odia a él, pero como le teme, redirecciona su odio hacia las mujeres. Los dos están en pecado mortal.
La inspectora recordó entonces lo que le habían contado de que Cristino se había enfrentado al cura de un pueblo porque este se negó a oficiar un funeral por uno de sus monos.
"¡Cielos, parece que estoy dentro de una película de Fellini!"


(Continuará)


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