martes, 10 de enero de 2017

(53) El caso de la domadora asesinada.



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Aquel estaba siendo el día más largo de su vida para la inspectora Jiménez Herrera, y ahora el día se convertía en noche, en noche de peligro, de tigres, ¡de miedo!
La mayoría de los residentes y veraneantes en Santiago de la Ribera se habían refugiado en sus domicilios y hoteles, alertados por la policía del peligro que corrían, pero unos cuantos osados o imprudentes se mantenían demasiado cerca del cordón policial, sin que los agentes del orden pudiesen hacer nada más para echarlos de allí.
Cinco tigres parecían sentirse muy felices en la arena de la playa o paseando por la orilla, mojándose las patas en el agua, pero de los tres restantes no se sabía nada. Diversas patrullas que fueron llegando de otras localidades, peinaban afanosamente la zona entre Los Narejos y San Pedro del Pinatar. De la capital murciana se esperaba un helicóptero para que ayudase en la búsqueda de los tres tigres no localizados, barriendo el terreno con su potente haz de luz, al menos los descampados, porque los núcleos urbanos estaban muy bien iluminados.
Alguien dijo que vendrían dos helicópteros, uno de la policía y otro de Protección Civil. La inspectora habló con Desiderio Talledo, "Sandro", padre de la difunta domadora asesinada, y este le dijo que alguien había abierto la jaula para que se escapasen los tigres.
— ¿No habrá sido Marcial?
El circense dudó antes de responder, no se había planteado que el enano pudiese ser el causante del desastre.
— La verdad es que no sé que decirte, es un cabrón pero no creo que haya llegado a tanto.
"O no quieres creerlo", reflexionó la inspectora.
— No, no creo que haya sido él, el viejo le mataría en el caso de que se averiguase que él es el culpable, y Marcial le teme al viejo, es la única persona a la que respeta.
"¿Es solo Cristino Beniaján el que está enterado de la "relación profunda" entre el enano y el viejo Tobías", pensó la inspectora.
— De todas formas — continuó Desiderio — Marcial ha sido detenido por otra razón, hará media hora que se lo han llevado esposado.
— ¡Anda, ¿y eso?!
Enseguida se iba a enterar la inspectora de que el enano sí "podía llegar a tanto"


(Continuará)

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