domingo, 22 de enero de 2017

(62) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de NonduermasResultado de imagen de Alcantarilla Murcia

"Ha aparecido bajo unos cascotes que habían arrojado allí, el día anterior, los obreros que están demoliendo unas casas viejas para construir un bloque de apartamentos. Mira, Enriqueta, los cuerpos de los que han sido asesinados, aparecen bajo tierra cuando se han tomado la molestia de enterrarlos, pero mayormente nos los encontramos entre la mierda de un vertedero, entre matorrales del bosque, en una acequia, en un río, en una ciénaga o flotando en las aguas de una playa, y los de los yonquis en fábricas o casas abandonadas. Tengo mis desagradables experiencias en este campo. Pero ningún asesino se molesta en colocar cascotes sobre un cadáver después de cometido el crimen, y además poniéndolos con muchísimo cuidado, como para no hacerle daño. El cascote que tenía sobre la cabeza, apenas le había magullado"
Todo esto se lo fue diciendo mientras rodaban por la carretera que unía Murcia capital y Alcantarilla. Iban en el coche del inspector, un Opel Astra negro. A Enriqueta le resultó curioso el nombre de un pueblo que se extendía a ambos lados de la carretera y que les exigió detenerse en un semáforo: "Nonduermas"
— ¿Y se han encontrado huellas digitales?
— Sí, también, y muchas, otra rareza de este caso. ¿Qué asesino actúa de una manera tan inconsciente?
— Bueno, siempre asociamos cualquier crimen con un asesino o asesinos inteligentes, "cerebros criminales" los llamamos, y siempre creemos que nos van a volver locos buscando pistas, pero también damos con muchos chapuceros que se delatan enseguida, y no digamos nada de los asesinatos de violencia de género, antes mal llamados "crímenes pasionales", a esos infames no les importa nada ocultar su autoría.
El semáforo se puso en verde y reanudaron la marcha en dirección a la vieja Alcantarilla, Al-quantara de los árabes del siglo XII, "puente" para entendernos.
— Este no es el caso, Enriqueta. ¿Sabes lo que pienso? Te va a parecer una gilipollez, pero no me extrañaría que el de los cascotes y el asesino fuesen individuos distintos.
— ¡Qué cosas, madre mía!
— A veces, pensando en lo imposible, nos encontramos lo posible. El mundo del crimen también da sorpresas, Enriqueta.
Se hacía extraño para sus oídos oír su nombre entero: "Enriqueta" Para casi todo el mundo era "Enri", pero, para la relaciones profesionales prefería que le dijesen Enriqueta o inspectora. Por eso, al establecer el tuteo, pidió que la llamase Enriqueta y no Enri. Entre colegas podían surgir momentos distendidos e incluso cachondeítos, pero que nadie se pasase ni un milímetro porque ella ya estaba relacionada, y muy bien relacionada, con su novio. ¡Faltaría más!
— ¿Se están examinando ya las huellas?
— Sí, los de la científica creo que nos darán una respuesta esta misma mañana. Mira, ya estamos en la escombrera. Aquí no hay problema para aparcar. ¡Je, je!


(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario