sábado, 21 de enero de 2017

(58) El caso de la domadora asesinada.



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No consiguió nada en su segundo día de investigación en el circo. Más de lo mismo para su decepción. Si alguien estaba al corriente de algo que ella no sabía, se lo guardaba muy bien. Pero su pesimismo in crescendo le hacía pensar ahora que nadie sabía nada. Los tigres pertenecían al circo desde hacía muchísimo tiempo, habían nacido en él, eran hijos y nietos de otros tigres que habían emocionado a los públicos desde mucho tiempo atrás, cuando el domador era el ahora viejo estrambótico Tobías Carretero, "Profesor Huang", en los tiempos en que este se hizo cargo de la tutela del enano Marcial.
No hubo perdón para Marcial, ningún juez hubiese sido magnánimo con el infame enano, pues su delito era de los más execrables, un horror del que solo son perdonados los sacerdotes. No había conseguido su propósito de abusar de la niña cuando fe sorprendido por un agente de la policía local, pero el mero intento y un antecedente (cumplió condena por abusos a otra niña hacía siete años en Granada) provocó que el juez de San Pedro del Pinatar le condenase a seis meses de internamiento en la prisión de Sangonera la Verde (Murcia) A Tobías Carretero le creció su enano de la peor manera, se quedó sin su Chucky particular por una buena temporada, el "espía" que le ponía al corriente de todo lo que se hablaba a sus espaldas en el circo y que, de vez en cuando, le servía para desahogarse sexualmente.
Los tigres siguieron en el circo, pues el juez no tuvo ningún motivo para expropiarlos, estaban bien alimentados y eran inofensivos si se observaban las medidas de seguridad pertinentes, Desiderio Talledo y Cristino Beniaján, en representación del circo, convencieron a la Justicia de que el hecho vandálico de ponerlos en libertad no era cosa de ninguno de los circenses y que se extremaría la vigilancia a partir de este momento.
"¿Debo partir de cero en la investigación? ¿El asesino está cerca? ¿He hablado con él? ¿Puede ser alguien tan aparentemente inocente como Desiderio Talledo? ¿Cómo Cristino Beniaján? ¿Cómo Mateo Santos?..." No, ninguno de los tres daba el perfil de asesino ni encajaba en absoluto en ninguna posible sospecha. Pero se desesperaba pensando en algún detalle importante que se le hubiese pasado por alto. Sin embargo, muy pronto iba a enterarse de que algo muy grave había ocurrido, algo que, tras una observación casual y una corazonada, iba a colocarla en la dirección correcta que la llevaría hasta el asesino.


(Continuará el lunes)

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