lunes, 9 de enero de 2017

(52) El caso de la domadora asesinada.







Resultado de imagen de tigres





Extraño presentimiento el de la inspectora Jiménez Herrera. Aún no sabía siquiera si la fuga de los tigres se debía a la metedura de pata de alguien que se había dejado la puerta abierta sin querer.
"No, ha sido provocado, algo me dice que esto se ha hecho a propósito"
Una barrera policial la cerró el paso y un policía ceñudo se plantó ante ella.
— No puede pasar, señora, ¿no se ha enterado de lo de los tigres?
Enriqueta le mostró su placa.
— Teniente Jiménez Herrera de la Policía Nacional, estoy investigando un caso de asesinato en el circo.
— Hay cinco tigres ahí abajo, en la arena, corre usted peligro, mi teniente.
— No voy a bajar a la arena, descuide, no tengo vocación de mártir ni soy Gladiator. ¿Hay alguien del circo por aquí?
El poli señaló hacia un grupo de personas algo distante.
— Allí creo que hay algunos.
A medida que se acercaba distinguió enseguida a Desiderio Talledo, "Sandro", el padre de la domadora asesinada. Esa misma mañana había estado interrogándoles en su roulotte a él y a su señora, Rosa Rubio, "Antonella"
Llegaban más patrullas policiales, coches de bomberos y ambulancias. Por lo visto no se estaba quemando ningún monte esa noche. Comenzaron a colocar reflectores y más barreras, aunque las barreras podrían ser saltadas fácilmente por los tigres, eran vallas metálicas o de plástico duro de esas que se ponen en las obras de las calles para que los peatones no se caigan a las zanjas. Varios policías se enfrentaron a un grupo de reporteros que querían meter las narices a toda costa. Los plumillas y los televiseros se habían enterado de lo que ocurría mientras cubrían la elección de "Miss Playas de La Manga" en un hotel de Los Narejos, el pueblo que sobrevuelan diariamente los aviones que despegan y aterrizan en el aeropuerto de San Javier.
Desiderio Talledo hablaba con un grupo de vecinos al otro lado de una línea de policía. Hasta este momento había estado explicando a los agentes el grado de peligrosidad que podían tener los tigres. "Eran muy dóciles con su domadora, como cualquier mascota casera, pero se han vuelto muy huraños desde que falta esta, no se sabe que reacción pueden tener"
La inspectora llamó su atención y enseguida se acercó a ella, la cual venía ya con la pregunta del millón en la punta de la lengua:
— Desiderio, ¿esto ha sido provocado o accidental?
— Provocado, algún desalmado ha abierto la jaula para dejar escapar a los tigres, ya se lo he contado a la policía local.


(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario