martes, 24 de enero de 2017

(60) El caso de la domadora asesinada.





Resultado de imagen de Puerto de La Cadena MurciaResultado de imagen de Hospital de La Arrixaca
Se quedó con las últimas palabras de su superior:
"¿Sabe la cantidad de cadáveres de magrebíes que nos encontramos al cabo del año?"
No, no lo sabía, pero sí sabía que en España se cometen anualmente más de 360 asesinatos, y que el 18% de ellos son obra de marroquís, el 1`5% del total. ¿Le había asesinado a Abdel Alim un paisano, un argelino?... ¿o acaso un marroquí?
"¡Joder, aún no sé si se trata de Abdel Alim y ya estoy elucubrando sobe la nacionalidad del asesino!"
Pero enseguida recuperaba el optimismo o la pasión ciega:
"Sí, debe tratarse de él, su desaparición repentina del circo tiene que estar relacionada con el asesinato de Karla Ambrosini, ¡me juraría el coche!... Y el capitán Llorente es un exagerado, por mucho magrebí asesinado que haya en España al cabo del año, no son tantos como para dejar de suponer que Abdel Alim sea uno de ellos. Vamos, que no serán tantos los asesinados en Murcia como para descartar a Abdel Alim"
Pero sus pensamientos eran como vientos racheados:
"¿Y si ahora resultase que Abdel Alim está vivo?... Que Dios me perdone, pero esta es la primera vez en mi vida que deseo encontrarme con el cadáver de un conocido"


Tras pasar por el puerto de la Cadena y continuando por la A-30, pero ahora descendiendo hacia el valle, se abrió ante sus ojos una hermosa panorámica de la capital del Segura y por demás patria chica del insigne Salzillo. Al llegar al valle dejó a su derecha el hospital de La Arrixaca (en honor a la Virgen de la Arrixaca, una de las dos patronas de Murcia, la otra es la Fuensanta) y el pueblo de El Palmar. Pocos minutos después llegaba a Murcia, ciudad fundada por Abderramán III y capital de "La Huerta"


El celador del Instituto Anatómico Forense abrió la cámara frigorífica, en donde se encontraba el cadáver aparecido aquella mañana en Alcantarilla, y tiró de la camilla rodante hacia fuera. Ante los ojos de la inspectora apareció un rostro conocido, muy conocido por haberle tenido delante hace pocos días, aunque ligeramente desfigurado a efectos del contacto con algún cascote.
— ¡Es él! — exclamó jubilosa — y el celador la observó con sorpresa. No había visto  a una mujer dar un bote de alegría desde el día memorable en el que el Real Murcia ascendió nuevamente a Segunda A. Pero, pensándolo bien, este no era el lugar más adecuado para dar botes de alegría — ¡Es Abdel Alim, el hombre que estaba buscando!... Mejor dicho, el cadáver que pensaba encontrarme, aunque suene feo lo que estoy diciendo. ¡Bueno, yo me entiendo!
"¡Está como una regadera está mujer! ¡Joder, y es policía!


(Continuará)



No hay comentarios:

Publicar un comentario