sábado, 6 de junio de 2015

El Mensaje ( XIII )











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Para llegar al hostal que le habían reservado desde la comisaría de Almeria, "Hostal Murciapolis", tenía que circular por dos calles de un barrio muy poco recomendable, "Ciudad Paraíso", que de paraíso no tenía nada, estaba habitado por una población marginal en la que se mezclaban payos y gitanos, moros y cristianos, chorizos y yonkis... A Enri no le asustaba esto porque se había criado en tierras de El Ejido, en donde la conflictividad entre marroquís, subsaharianos y "cristianos viejos" estaba al orden del día. Pero sí le jodió mucho lo que vino a continuación: pinchó una rueda, la rueda izquierda trasera.
- Vaya por Dios, Berenjeno, ahora me haces esto?... y precisamente aquí, en ester barrio!
Doña Enri siempre pensaba en voz alta, menos cuando le llamaba "buenorro" al comisario, su capitán Valdemoro.
Se bajó del coche y sacó el gato del portamaletas. Enseguida lo colocó, pues ya le había sucedido este percance en otras ocasiones.
Ya había anochecido. Echó un vistazo temeroso alrededor. En un descampado próximo varios marginales soltaban risotadas y bebían litronas en torno a una pequeña hoguera. Ellos no la veían a ella. Dos vagabundos rebuscaban en un contenedor de basura cien metros más adelante, bajo una farola que había sido blanco de las pedradas de los anti-farolas. Desde los pisos más cercanos le llegaba el estrépito de televisiones a tope de volumen, lloreras infantiles y una bronca matrimonial muy gorda. El le llamaba a ella "puta de mierda" y ella le recordaba a él que era un cornudo y un calzonazos. Sonaron ruídos como de utensilios de cocina estrellándose contra las paredes, y vio salir un plato por la ventana y caer sobre un coche aparcado.
- Dios mio, que no la mate, por favor, que ya van demasiadas muertes! - pensó en un grito Enriqueta. - Bueno, manos a la obra, hay que cambiar la dichosa rueda.
De pronto recordó algo. Dio la vuelta al coche y abrió la puerta del acompañante del conductor, en cuyo asiento dejaba siempre su bolso. Extrajo del mismo su pistola reglamentaria HK USP 9mm. Se puso la cazadora porque ya hacía fresquete en Albacete e introdujo en su bolsillo la "pipa" Volvió a la rueda y en pocos minutos hizo el cambio.
"Joder, que sitio más tétrico, ni siquiera pasan coches"
Oyó pasos a su espalda y al volverse vio a un hombre que se dirigía hacia ella con una navaja automática en la mano.
- El bolso, la pasta, venga!... El móvil, todo!... Dónde tienes el puto bolso?!... Venga, tengo prisa, tía!

( Menudo chochifostio, queridos lectores anónimos! Esta historia acojonante y su protagonista, la gran inspectora de la policía, sargento Enriqueta Jiménez Herrera, les aguardan en el próximo episodio. No se lo pierdan! )

2 comentarios:

  1. Ahora si que no¡¡¡ por favor¡¡¡¡¡ uuffff, vamos a ver como se defiende la inspectora.

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  2. Se defiende, se defiende.... jeje!, pues buena es ella!

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