El Mensaje ( Episodio XXII )

Tras despedirse de la pareja, buscó durante un buen rato posibles escondites para el mensaje, para el sobre con el papelito. ( "Don Asturio me quiere matar" ) e incluso se acercó hasta el sendero traicionero que conducía a la iglesia, ese caminejo cenagoso y ortigoso por donde posiblemente caminó Don Saturio en busca de Miguelín.
"Miguelín huyó de la casa del cura y este le persiguió, pero es que entonces el cura sabía o suponía que Miguelín se iba a desviar hacia el abrevadero o más allá, hacia la acacia, para dejar su mensaje. Y porqué el destinatario del mensaje era ese navajero?... Y porqué el cura no eliminó el mensaje después de cometer el asesinato?... Demasiadas preguntas, me voy a volver loca, más loca que mi amiga Teresa en una de sus "excursiones" Preferiría estar ahora en Facebook hablando con Platanito, o en Manchester follándomelo"
Deshizo el camino desde la acacia hasta el abrevadero, y de allí al cruce con el camino grande, al que antes llamaban "Calle del Generalísimo", después "Calle Mayor" y ahora "Calle Andrés Iniesta", en homenaje al héroe futbolístico albaceteño de la Selección Nacional Española de Fútbol.
Y en ese momento reparó en una anciana que subía la cuesta ( "Calle Andrés Iniesta" ) en dirección a la iglesia. La anciana se detuvo y clavó sus ojos en la poli. Enri se dejó mirar y no dijo nada. La vieja también la miraba al escote pero no con el deseo lujurioso de su colega, el de la pareja de polis con los que estuvo hablando antes de irse a comer. Llevaba en las manos un rosario y colgando del cuello un escapulario de la Virgen, pero no de la recién aparecida en el pueblo, que de esta aún no había dado tiempo de hacer marketing.
La anciana se detuvo y clavó sus ojos en la poli. Enri se dejó mirar sin decir nada.
"A ver por dónde sale esta"
La vieja habló en tono de reproche:
- Usted también es guardia?
- No, señora, policía.
- Qué pena!
- Por qué?
- Porque debería estar usted criando hijos y atendiendo a un marido, en vez de hacer de machota.
- Señora, tengo dos hijos muy guapos y estoy separándome de mi marido.
- Jesús, qué horror!... El matrimonio es hasta que la muerte nos separe!
- Vale, eso piensan algunos, pero cada vez son menos, gracias a Dios!
- No nombre a Dios en vano, señora guardia.
Y dicho esto siguió caminando. Enri dio una voz:
- Oiga, puedo hacerle una pregunta?! - no esperó a la respuesta - va usted a misa o al rosario?
- Voy a confesarme. Hay que confesarse a menudo para que Dios nos encuentre libres de pecado cuando decida llamarnos a su presencia.
Y siguió su camino.
Enri vio el momento de enfrentarse cara a cara con el cura. "Ricitos de Oro" se lo había desaconsejado, pero su jefe, el capitán Valdemoro, lo creía conveniente. Decidió obedecer a su jefe, faltaría más!
Cinco minutos después se encontraba en el interior del templo. Aguardó su turno tras dos beatas, la que le habló en el camino y otra. A ambas las despachó el viejo pater en un santiamén. Sin duda le aburrían las mujeres que ya no pecaban contra el sexto mandamiento. Pero a Enri le dio tiempo de contemplar las estatuas de los santos, una docena, distribuidos a ambos lados de la nave.
"Anda, ese de la barba se parece al Doño!"
Por fin le tocó su turno. Se acercó al confesionario y se postró de rodillas ante el mismo, tal y como indica el protocolo. Recordaba muy bien la frase de entrada y la soltó:
- Ave María Purísima.
Del interior del chabolo le llegó la voz viejuna del ensotanado Don Saturio.
- Sin pecado concebida. Hace cuánto tiempo que no te confiesas, hija mia?



( Ahí la tienen ustedes, cara a cara con el sospechoso, aunque al sospechoso no se le distinguen muy bien las facciones porque así lo exige el ritual de la confesión. No se pierdan el siguiente episodio de esta historia protagonizada por la inspectora Jiménez Herrera, la number one! )