martes, 16 de junio de 2015

El Mensaje ( Episodio XXI )









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( Antiguo abrevadero de Villalvino de los Infantes )




Estuvo dos horas dale que te dale, subiendo y bajando la cuesta que iba de la casa del cura a la casa de Miguelín y el otro tramo en donde afirmaban haberle visto dos personas. Había algo que no encajaba.
"Esto es muy extraño, no entiendo porqué se desvió antes de dirigirse a su casa. Los dos testigos afirman haberle visto junto al viejo abrevadero del ganado, y para llegar ahí hay que desviarse 100 metros del camino de su casa. Claro que... si no llegó a su casa... fue para dejar el papelito pidiendo ayuda?"
Esta vez las reflexiones las hacía en silencio porque ya se habían quedado mirándole varios lugareños como si mirasen a una loca.
"Tengo que hablar sin falta con las personas que afirman haberle visto a la altura del abrevadero"
Habló por el móvil con Vallejo y este le dijo que le pondría en contacto con los testigos en cosa de una hora. Midió "a ojo de buen cubero" los metros que había de casa del cura a casa de Miguelín y de casa de Miguelín al abrevadero, los "midió" dando zancadas por si en algún momento le hiciese falta este dato. Conversó con dos policías jóvenes que pasaron por allí, los polis que había mandado "Ricitos de Oro" a interrogar a los vecinos.
- Joder, es un pueblo pequeñajo, pero luego resulta que te encuentras con un montón de vecinos. - dijo uno de ellos, mientras el otro se limitaba a mirar el escote de Enri sin excesivo disimulo.
- Pues sí, pasa como en todos los pueblos. - opinó Enri - hay más personas que boñigos de vaca.
- Y más ciclomotores que vacas, tiempos modernos! - subrayó el poli.
Chicos simpáticos ambos, incluso el mirón.
Hizo un alto para comer en "Casa Manolo", el único bar del pueblo y único establecimiento de comidas en diez kilómetros a la redonda. Manolo cocinaba y Rita, su mujer, atendía a las mesas. Degustó una excelente ensalada campera y unos filetes de merluza rebozada. A Enri le gustaban mucho las ensaladas y los pescados. Ocupando otra mesa había un hombre gordo que se estaba poniendo como el Quico a base de manitas de cerdo ( "pies de ministro" según rezaba en el menú de "tres primeros y tres segundos a elegir" ) Se veía la gula en sus ojos, disfrutaba a cada bocado como el enano Pujol amasando dinero. Rita le dijo a Enri en un susurro: "Es Salomón el carretero, uno que hace portes, pero con un carro y una mula, un oficio antiguo, je, je!"
Conversó con algunos vecinos, pero ninguno le aportó nada nuevo, nada que no supiese ya. Estaba tentada de ir a ver a Doña Aurora, la madre de Miguelín, pero tuvo a bien obedecer al comisario, ya que este le había sugerido que de momento respetase su dolor. Al día siguiente era la misa y el entierro, se acercaría a echar un vistazo y trataría de concertar una cita con la mujer.
Volvió a la zona en donde se le había visto por última vez a Miguelín, y allí estaban esperándola un hombre y una mujer con apariencia de cuarentones, los dos testigos de que Miguelín estaba con vida al salir de la casa parroquial. El teniente Vallejo les había dicho que la esperasen allí. Ambos le explicaron porque vieron a Miguelín. El era pastor y venía de guardar sus ovejas en un cobertizo, y ella regresaba de trabajar en su pequeño huerto.
- No lo entiendo - dijo la inspectora - llegaron ustedes volando?
Los dos se echaron a reír.
- Mire, mire usted, - dijo la mujer señalando hacia el abrevadero, tras el cual un zarzal y el tronco robusto de un árbol ocultaban un sendero.
Enri se acercó con ellos y pudo comprobar, efectivamente, la existencia de un estrecho sendero que conducía a las huertas. Su sorpresa fue tan grande como satisfactoria.
- Oiga, ese sendero solo lleva a los huertos o hay alguna bifurcación que conduzca al pueblo?
- Claro que sí - dijo el hombre - ve usted aquella acacia solitaria? - preguntó a la inspectora mientras señalaba con el dedo. La acacia estaba a unos 200 metros de ellos - Enri asintió - Pues allí empieza otro sendero que conduce al norte del pueblo, es decir, a la parte en donde están la iglesia y la casa parroquial.
"Bingo!"
- Pero nadie lo usa, - dijo la mujer -está lleno de ortigas y anegado de agua putrefacta.
La inspectora se quedó un momento callada, muy pensativa. El hombre y la mujer también callaron, como no queriendo interrumpir sus pensamientos. Y al final abrió la boca la poli para hacer la pregunta clave.
- Nadie lo usa, pero... si hubiese necesidad de usarlo... podría hacerse?
- Sí, si! - respondió el hombre - es un camino peliagudo, pero puede hacerse. Hacen falta unas buenas botas de goma y mucho cuidado!
La mente de la inspectora Jiménez Herrera hervía como una cafetera.
"Después de que esta pareja viese a Miguelín, apareció el cura por el "sendero peliagudo" y lo mató?... Pero el pozo en donde lo encontraron está a dos kilómetros del pueblo. Tiene coche el cura?... Le ayudó algún complice?"
- Notaron si Miguelín estaba nervioso?
Habló ahora la mujer.
- Sí, si que lo estaba, lo comentamos después entre el yo. - dijo refiriéndose al hombre, el cual asintió.
"Dejó el mensaje Miguelín por la zona de la acacia o del abrevadero?"



( Tachán, tachán!, más emoción para ustedes, amadísimos lectores!... Seguimos mañana! )

3 comentarios:

  1. Madre mia¡¡¡ esto ya pasa de castaño a oscuro¡¡¡ muy buena las ensaladas y el pescado, yo sigo pensando que Miguelin no esta muerto.

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  2. Vale, no lo repito¡¡aquí hay gato encerraoooo.

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