martes, 10 de junio de 2014

Tres casos del inspector Madero ( 3 )






Un buen chico

El inspector Madero investigó la vida de la víctima: José Luis Calvillo Arenales. Tanto sus familiares y amigos como sus compañeros del Ahorro Mogollón coincidían en que era una buenísima persona, un chico sin enemigos al que jamás habían visto pelearse, ni tan siquiera enfadarse un poquito. Exageraban?... Tenía una novia, Pili, Pilar Parrado San Miguel, con la que se llevaba a partir un piñón, la cual ahora estaba destrozada y continuaba siendo atendida por psicólogos, lo mismo que la madre de la víctima, Doña Amaia Arenales Santos, viuda de Calvillo, piloto de barco de bajura.
Dos días después de hacerse cargo del caso, el inspector intuyó que su resolución no iba a ser tan rápida como había imaginado en un principio, movido por el idealismo y el optimismo más que otra cosa. Aquel joven no estaba relacionado con delincuentes de ningún tipo, rateros o narcos, no hacía ni decía cosas que pudiesen despertar la animadversión o el odio de alguien. No debía dinero, no bebía, no era homosexual, ni pederasta, ni sectario, ni ultra futbolístico... No estaba metido en ninguno de estos ambientes propicios para que el inspector iniciase en ellos sus pesquisas.
Esto le deprimió en un principio, pero después le insufló ánimos. "Crecerse en la adversidad, esa es la cuestión!", se dijo en un arrebato de euforia.
"A ojo de buen cubero, veo dos posibilidades; una, que le ha matado un sicópata, podría tratarse del primer asesinato de un asesino en serie, lo cual haría que me encontrase en una situación espectacular, en algo que puede atraer la atención de los medios de comunicación de todo el país. Y dos: José Luis Calvillo ocultaba algo inconfesable y por tanto vedado a su novia, familiares, compañeros de trabajo... a todo el mundo!... "Un misterio insondable" como diría un escritor.
Ambas suposiciones son muy atractivas, muy "noveleras", se dijo, pero peliagudas en este momento, cuando la presión social está a punto de pedir una respuesta. El populacho cabreado quiere siempre que los asesinos entren en la cárcel echando leches!...
Su jefe, el comandante Uribezubía, ya le estaba apretando las tuercas.
- Espabile, Madero, espabile!... en este pueblo no hay muchos habitantes en Invierno. Entre ellos tiene que estar el asesino. Olfatée usted bien!
"Entre ellos?... Y no ha podido ser alguien que, después de matarle, se ha dado el piro'" Pensó que a su jefazo a veces se le iba la olla.

( Cointinuará )

2 comentarios:

  1. Los jefazos son así, parece que en cuanto suben, se olvidan de su pasado...

    ¡Buen día!

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  2. Hola!
    Asi suele ser, si!... Estoy muy contento con este culebron. Meter tres casos es la misma historia es la mejor manera de hacer currar a las musas a destajo, je, je!

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