lunes, 23 de junio de 2014

Tres casos del inspector Madero ( 13 )







Rubén y Bibiano

- Es un madero blando, estoy seguro, aunque él jura que no es madero.
- Bueno, vale ya, tío, con todo el rollo que me has soltado, al final no sé de qué cojones va ese menda.
- Joder, ya te lo he dicho, quiere hacerte preguntas sobre el Lobo, aquel que curró muy poco tiempo en el Praia.

Bibiano no contaba con muchas simpatías entre los viejos vendedores callejeros de Atocha y El Rastro, pues ellos vendían o malvendían libros y objetos que se encontraban en la calle o que se los compraban a bajísimo precio a particulares que querían desprenderse de ellos. Pero Bibiano robaba novedades editoriales en las grandes tiendas como El Corte Inglés o en las grandes librerías como La Casa del Libro de la Gran Vía y las vendía a mitad de precio. Su "clientela" se los encargaba, una clientela absolutamente despreocupada por el sistema con el que Bibiano conseguía el género. Preferían hacerse los tontos y ahorrarse un buen dinero, teniendo en cuenta lo caros que son en este país los libros recién publicados. Bibiano "afanaba" el libro que le habían encargado y si se ponia otro a tiro lo pillaba también. Ultimamente el libro más solicitado era "Los Pilares de la Tierra" de Ken Follet. Esquivaba cámaras y seguratas con especial maestría. Los libros que no le habían sido encargados, los ponía a la venta junto a los libros de los vendedores de libros usados, los cuales se mordían la lengua para no mandarle a la mierda, porque si la policía se enteraba de que allí se vendía género robado, podía significar la ruína para todos. Bibiano era consciente del mosqueo de los viejales, pero pasaba de ellos. Aún así ya había tenido un par de enganches con uno al que llamaban "El Loco" Siempre necesitaba urgentemente dinero porque su dependencia del "caballo" ya era muy grande. Perra vida y más perra la de los perros callejeros!

Rubén y Bibiano se comieron un bocata en El Brillante y después caminaron un rato por Ronda de Atocha y Santa María de la Cabeza. El ladrón de libros no lo tenía muy claro.
- Hay varios que me buscan, lo sabes bien, les debo guita a gente muy chunga. Menos mal que no están al loro de que ahora opero en Atocha, pero cualquier día me ven por casualidad y... 
Hizo el gesto elocuente de rebanarse el cuello con una navaja.
- Joder, tronco, ese tío no te busca a ti, si ni siquiera sabía que existes. Se lo dijo el Tino, ya te lo he contado, cojones!... El nota busca al pringado ese de Cantabria, al Lobo.
- Ya, ya me lo has dicho, no me des la barrila más hostias!... Ya veré lo que hago!

El inspector Madero les estaba viendo a los dos desde la otra acera. Llevaba un rato siguiéndoles a una prudente distancia. Por nada del mundo hubiese permitido que se le escapase la única persona que podía darle algún testimonio de las actividades de José Luis en Madrid. A aquel sujeto ya le había visto vendiendo libros nuevos en la parte baja de Moyano, así que si no accedía a hablar con él le abordaría directamente.
"Ay que joderse, el que todos tenían por un chico ejemplar, resulta que se mezclaba con esta gentucilla. Manda huevos el gremio de hostelería!"

- Sabes que te aprecio, Bibiano. Por qué no dejas de pincharte, tronco?
- Ya me vas a tocar los cojones otra vez?!

( Continuará )

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