miércoles, 25 de junio de 2014

Tres casos del inspector Madero ( 15 ).






Madrid, Madrid, Madrid...

En las horas siguientes, Madero hizo todo lo posible por localizar a Rubén, pero el marginal parecía haberse evaporado. Necesitaba saber si Bibiano le había comentado algo sobre José Luis antes de que le despachasen para el otro barrio. 
"Hay que joderse, como se repiten las muertes ante la cara de uno en este jodido oficio!"
Finalmente, en la Plaza de Agustín Lara, cerquita de Lavapiés, un golfillo que se dedicaba a pedir a todos los bichos humanos que pasaban por su lado "cincuenta céntimos que me faltan para el bocadillo", le facilitó la "actual dirección" de Rubén a cambio de un billete de cinco euros.
- Está de okupa en un piso de Ronda de Valencia, en el numero 120, no es muy lejos de aquí. Conoce Madrid?
- Sí, un poco.
- Porque usted tiene un acento de vasco o algo así, no?
- Sí, de la parte de Cantabria.
"Es increible lo afable que puede volverse un hosco golferas si le untas con cinco euros. Bueno, esto sirve también para los de guante blanco: Urdangarín era el sumun de la amabilidad cuando cerraba sus sustanciosos negocios con ayuntamientos y comunidades autónomas"
- Oiga, yo no le he dicho nada, eh! - se apresuró a advertir el golferas cuando el inspector se se alejaba.
Luego les diría a sus amiguetes de correrías que un "etarra" le había preguntado por Rubén.
- Pues le he dicho en dónde está, que se joda, y si no que me hubiese pagado los cinco pavos que me debe. Y al que se vaya de la húmeda me lo cargo, por mis muertos.
Madero echó un último vistazo a la estatua de Agustín Lara.
"Parece mentira, este hombre nunca estuvo en Madrid y es el autor de la canción más emblemática de esta capital"
Mientras cruzaba por el Lavapiés de los yonquis, emigrantes y bohemios ( y escritores, también aquí vive Ian Gibson ) enfilando hacia la Ronda de Valencia, le sonaron en sus pensamientos la música y la letrilla del popular chotís: "Cuando vengas a Madrid, chulapa mia, voy a hacerte emperatriz de Lavapiés, alfombrate de claveles la Gran Vía y bañarte con vinillo de Jerez. En Chicote un agasajo postinero con la crema de la intelectualidad, y la gracia de un piropo retrechero más castizo que la calle de Alcalá. Madrid, Madrid, Madrid..."
Un Madrid muy diferente, sin duda, aquel que conoció el inmortal Lara, sin el Atlético de Madrid y sin el Real Madrid, sin las Torres de Kio ni los rascacielos de la Plaza de España. Un Madrid sin conciertos de rock, pero con muchas zarzuelas y unos cincuenta teatros funcionando a tope, tanto con "altas comedias" y dramas como con obras del "género ínfimo", "sicalípticas", "comedias de magia"... Un Madrid con corridas de toros más crueles que las de ahora, suciedad en las calles, mortalidad infantil a niveles dramáticos... Un madrileño de hoy en día que viajase en la máquina del tiempo, no se identificaría con aquel Madrid, pero si reconocería Lavapiés, Mesón de Paredes, Amparo, Ave María... Aquí apenas ha cambiado la fisonomía de calles y edificios, tan solo son distintas sus gentes, muy distintas, pues pertenecen a una diversidad de países. Dicen los expertos en demografía que en pocos años la población española será un mosaico de razas similar a lo que ya es Lavapiés.

( Continuará )



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