lunes, 31 de marzo de 2014

Uno a uno y sin prisas ( 58 )









Intuyó que aquella mujer le iba a revelar algo interesante. El fuerte ritmo de trabajo de ambos les impedía prolongar este encuentro, los dos tenían reuniones urgentes esa tarde, ella en lo concerniente a la gala de clausura del festival y él en dos frentes distintos, ambos con el denominador común del caso Valdurriales: examen riguroso de varios historiales delictivos buscando posibles conexiones con las victimas ( usureros que prestaron dinero al ludopata Sebastian Santorcaz, veraneantes y seguidores del cine con antecedentes penales, individuos que tuvieron algun altercado serio con Rogelio Briales y Nicolas Ventura y "mochileros" que no se alojaban en ningun hotel o pensión y dormían a la intemperie. Osea, buscar una aguja en un pajar, pero había que hacerlo ) y la elaboración de una estrategia para la rueda de prensa, la cual ya no podía posponerse más, había que convocarla por narices. Por lo cual quedaron en verse a última hora de la tarde en el mismo lugar, Bar Ciaboga.


El inspector tenía esta vez la corazonada - y no era hombre de corazonadas, sino más bien de raciocinio y olfato de sabueso - de que la hija del "energúmeno" le iba a revelar algo muy importante. Por otra parte, le gustaba la compañía de esta mujer, se sentía bien con ella, admiraba profundamente tanto su belleza como su personalidad, el tono cálido de su voz y su sonrisa sincera. "Me cago en la sota de bastos, me estaré enamorando?!... Jo, Encarnita me capa si se entera!" La verdad es que, después de tratar con mujeres como Paloma Cerecedo, Fernanda o las agentes de la última promoción que se habian incorporado a la comandancia de Lobodoiro, todas muy tiesas y redichas, la compañía de Celia Sanfelices era un bálsamo perfecto, una gozada!... Los cincuenta añitos, aproximadamente, de la rubiales Celia, lucían y relucían como cuarenta añitos de la cuarentona mas sugerente
Ramón, el dueño del Ciaboga, les instaló en una mesa algo alejada del bullicio de la barra y aislada visualmente por un biombo.
- Quisiera que me explicase porqué ha definido a su padre como un energúmeno.
- Mi padre era brutal, inspector, tenía unos prontos terribles, y además era un sádico. Recuerdo que una vez atropelló a un perro sólo por darse el gusto de hacerlo.
Se hizo un silencio mientras Ramón les servía unas cervezas y una ración de "rabas" ( calamares en el argot de la zona )
Tras varias consideraciones negativas sobre su padre y alguna que otra anécdota macabra, el inspector se interesó por el negocio de la fábrica de pesca y la calidad como empresario de Dámaso Sanfelices. De las palabras de su hija dedujo que el negocio funcionó siempre muy bien y que el industrial era carismático para unos y tortuoso para otros. Tenia madera de líder, pero de lider totalitario.
- Y brutal, ya se lo he dicho. Mucha gente le aborrecía.
- A quienes "lideraba" su padre, es decir, de qué tipo de gente solía rodearse?
- De sus trabajadores más afines o más pelotas, los que estaban con él para lamerle el culo. Mayormente gente de Valdurriales. Desde tiempos del abuelo Dámaso se seguía la politica de contratar preferentemente a trabajadores valdurrianenses, ya que nuestra familia procedía de allí.
- Recuerda algún enfrentamiento, alguna pelea con los que le aborrecían?
- No, nadie se atrevía a plantarle cara, pero sí llegaron a atentar contra su vida.
- Caray!, cuénteme eso.
- En cierta ocasión le rompieron los frenos del coche y estuvo a punto de matarse, pero maniobró con habilidad y consiguió salir ileso. Otra vez le quemaron la oficina estando él dentro; le atrancaron la puerta desde fuera después de atarle a una silla, pero no contaban con que él siempre llevaba una navaja en un bolsillo del pantalón.  Se hizo con la navaja y cortó las cuerdas, después se arrojó por la ventana desde dos pisos de altura, cayendo sobre una pila de arena de unas obras que se estaban haciendo en la fábrica. Se dañó las piernas y estuvo un largo tiempo escayolado. También tuvieron que atenderle por quemaduras.
- Se detuvo a alguien?
- No, pero dos vecinos de unas casas próximas a la fábrica, afirmaron haber visto a un negro salir huyendo. No les hicieron mucho caso porque estaban borrachos, y en aquellos tiempos hablar de negros en Lobodoiro era como hablar de extraterrestres. Estábamos en la década de los setenta.
El inspector se mostraba cada vez mas interesado por todo lo que le contaba aquella maravilla de mujer. Dos atentados contra la vida de su padre, gente que le odiaba intensamente, una pandilla de fieles que le seguían como los pescadores de Galilea a Jesucristo... La idea de que aquel relato podria llevarle hasta el asesino o los asesinos de Valdurriales, iba adquiriendo consistencia, aunque sólo fuese una idea quimérica.
- Me ha dicho antes que la fábrica de conservas de pescado siempre funcionó bien. Qué tipo de gente trabajaba en ella?
- Gente sencilla de Lobodoiro y de Valdurriales. Los valdurrialenses eran los preferidos, y varios de ellos formaban parte de la camarilla de mi padre, pero no sabría dar nombres porque yo era una niña. Hablo de oídas, de lo que se contaba en mi casa y en la calle cuando entonces. En primavera, al llegar la costera del bocarte, se empleaba mucha más gente. Por cierto, no se si sabrá usted que, al nacer el festival de cine, algunos quisieron que los premios se llamasen "bocarte de oro" o "bocarte de plata", pero se impuso el criterio de los más ortodoxos, los que decían que las palabras "anchoa" o "boquerón" eran conocidas en toda España y que "bocarte" sonaba a jerga antigua. Ya ve usted, una bobada.
- Llevo algunos años trabajando aquí, pero desconocia la anécdota. Gracias por ilustrarme.
- Je, je!... De nada, inspector.
Y volvió a fascinarle con su perfecta armonía entre risa y sonrisa, conjuntadas en un rostro que a él se le antojaba bellisimo. A él y a todos los que intentaban en vano llevarsela al huerto. La hermosa Celia permanecia "inédita" desde su separación, de la cual habian trancurrido ya seis meses, negándose a cualquier aventura sentimental, y eso que no la faltaban "pretendientes"
- Continúe, por favor. Ha dicho que durante la costera del bocarte se admitian mas trabajadores...
- Si, no bastaba con los habituales.
- Qué tipo de gente acudia?
- Uy, de todo!, mayormente temporeros, gente que lo mismo iba a la recogida de frutas y hortalizas a Murcia y Almeria, que a la vendimia a Francia; también estudiantes, curas obreros, trotamundos de diversos pelajes, prostitutas pobres que querian ganarse un sobresueldo, "mochileros" de los que componian el llamado "turismo de alpargata"... Ah, y gitanos.
- Gitanos!
La exclamacion brotó de su garganta sin pensarlo, al tiempo que un largo escalofrío le recorría la espina dorsal.
- Sí, gitanos, pero no de los de aquí, que estos comercian en los mercadillos semanales de la comarca. Me refiero a gitanos nómadas, extranjeros...
"Gitanos!..." Las palabras de Dona Paloma Cerecedo acudieron a su mente como un aviso urgente de alerta máxima: "Sé que puede parecer una tontería, pero yo le aseguro que lo que ocurre en Valdurriales ha sido provocado por una maldición gitana"


( Continuará )


Se utiliza el termino "boquerón" cuando están frescos, adobados o en vinagre, mientras que, al ser sometidos al proceso de salazón o conserva se les denomina "anchoas"
"Bocarte" es como se le llama al boquerón en el norte de España.



3 comentarios:

  1. Mmmh... Muy interesante la rubia... ¿Debe creer que estas anécdotas sobre su padre servirán de algo para esclarecer los crímenes? ¿O pretende desviar la atención sobre la investigación? Un negro allí en la década de los 70... Curioso.
    Gitanos, un negro -sólo uno-, y un padre carismático para unos y odiado por otros.
    Como la rubia no se aclare pronto, Encarnita va a empuñar las tijeras de capar, je je je...

    Ya le he informado al correo -hasta donde llego- sobre lo del sábado. Más bien poco, y no por mi falta de audición, sino por no alargarlo más con las anécdotas ;D

    ¡Feliz semana!

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    1. Le he dejado una anécdota en el 57. Seguro que ya la conoce, pero viene al pelo por las bobadas europeas ;D

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    2. El correo empieza otra vez a hacerme putadas. Esta mañana vi su email y ahora me he acercado a contestarle y no está. El ordenador de aquí, del Instituto Cervantes, tampoco anda muy guay. Volveré a mirar desde el colegio a ver si ha vuelto y si no le pediré que me lo mande otra vez.
      Lo que le contaba ayer, pues sí, hay libros nuevos en español en la biblioteca reinaugurada, y "recién salidos del horno", casi todo novedades editoriales. Flipé con la novedad y me llevé para casa "La caída de los gigantes" de Ken Follet, publicado en 2.013. Una maravilla. Ayer mismo ya llegué a la página cien. Tiene la misma estructura narrativa que sus anteriores Los pilares de la tierra y Un mundo sin fin. En esta ocasión asistimos a las peripecias de cinco clanes familiares europeos desde la primera guerra mundial hasta la guerra fría. Estupenda la parte en la que mete al lector en las minas de carbón de gales en 1914.
      Voy ahí abajo.

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