sábado, 29 de marzo de 2014

La zurbahistorieta del sábado




Una historia con final feliz para Teresa Coscojuela.

En Manchester estaba lloviendo un día más y un día menos en su historia. Los adoquines de Market Street, arteria comercial peatonal en el centro de la city, ofrecían su imagen habitual de "suelo lavado"
Benny entró en un Starbucks, pidió un coffee with skimmed milk y se sentó ante una mesa pequeñita a bebérselo y a rumiar su desesperanza.
Benny trabajaba en un fish and chips, establecimiento de comida para llevar, y tenía fama de ser muy buena persona. Pero las cosas no le iban bien. Había ayudado a salir adelante a su hermano pequeño, al cual le acosaban sus acreedores por deudas de juego, y ahora se sentía fatal, sin un duro para poder divertirse de vez en cuando. Su escaso sueldo se le iba en pagar el alquiler del apartamento, en vestir y en poco más. Sus escasos ahorrillos se los había tragado su hermano.
Una mujer cuarentañera, de pelo estropajoso y dentadura mellada, se sentó frente a él y le sonrió.
"Joder, qué morro, como si no hubiese mesas libres!", se lamentó en silencio Benny. La conocía de vista, vendía prensa marginal en Piccadilly. Seguía sonriéndole. "Pues lo llevas claro si estás pensando que te eche un polvo"
La mujer habló:
- Eres un tío cojonudo y te mereces lo que voy a hacer por ti.
"Tengo pocos problemas y ahora me toca aguantar a una loca, hala!"
Se levantó para marcharse. Total, el café lo tenía ya casi terminado. Ella le detuvo con un gesto y una súplica.
- Si te vas, tú te lo pierdes. Quédate, por favor. Te voy a hacer rico. Tú eres un tío cojonudo pero mi padre no. Mi padre me hizo pasar hambre y abusó de tu confianza.
- No entiendo nada. "Esta tía está majara"
- Mi padre ha muerto para bien de todos. También para tu bien porque yo lo he decidido así.
Benny estaba cada vez más confuso. Iba a intentar nuevamente la escapada, cuando ella dijo:
- Mi padre era el anciano que tocaba la flauta en Piccadilly, al lado de Primark.
Los recuerdos se agolparon en la mente de Benny. Aquel hombre le dio lástima desde que le tuvo por primera vez como cliente en el fish and chips. Desde ese momento procuró siempre satisfacerle. Si el anciano le pedía cuatro muslitos de pollo, él le ponía en el paquetito seis o siete, y así siempre, durante años, procurando que no le viesen sus jefes.
- Sé que tú le ayudabas a alimentarse porque él me lo dijo más de una vez. Cuando estaba mosqueado conmigo me espetaba: "Como mejor que tú porque el chico del fish and chips es mi amigo y me da más comida de la que puedo pagar" Era un cabrón, mi padre era un perfecto cabrón. Toma, esto es para ti.
Y le pasó un sobre muy abultado.
- Qué es?
- Míralo.
Y se quedó pasmado al ver el contenido del sobre.
- Cuando lo cuentes verás que hay tres mil libras. Mi padre guardaba en el colchón una fortuna, el fruto de toda una vida ahorrando gracias a la gente buena como tú. Pero yo me he quedado con mucho más, je, je, je!
Y mostró toda su dentadura estropeada. ( Se la arreglaría ahora? )
- Por qué haces esto conmigo?
- Pues porque estoy como una puta cabra y porque no todas las historias han de apoyarse en una lógica. Aquí lo lógico sería que todo el dinero que he encontrado fuese para mi, verdad? Pues no, no quiero ser una usurera de mierda como mi padre. Y porque creo en los mundos paralelos y sé que en otra dimensión hay una persona deseando que otra persona escriba una historieta con final feliz. Aunque esa persona no se lo crea, tú y yo somos reales, Benny, y estamos haciendo todo lo posible para que el historietista se fije en esta charla y la transcriba. La lectora se llama Teresa y vamos a conseguir que hoy sea un poquito feliz.

3 comentarios:

  1. ¡Oh!
    Estupendo final. ¡Muchas gracias! Tengo una sonrisa de oreja a oreja :)

    Cuesta poco hacer feliz a alguien y tal vez esta tarde lo haga yo. El director de la biblioteca me ha pedido hace un rato que asista al acto de entrega del Premio L'H Confidencial 2014. Premio Internacional de Novela Negra a Nacho Cabana por su obra 'La chica que llevaba una pistola en el tanga'.
    No la he leído, pero me dejaré caer por allí, a ver el ambiente.

    ¡Un abrazo!

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  2. Llorelé usted al escritor, digale que esta sin un centimo o que le acaban de robar, a ver si se conmueve y le regala un ejemplar, je, je!
    Pues cuénteme que tal ha ido ese acto de entrega y qué tal se ha enrollado el novelista en su intervencion para agradecer el premio.
    Feliz fin de semana!

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