viernes, 18 de noviembre de 2016

(22) El caso de la domadora asesinada



Resultado de imagen de monos en el circoResultado de imagen de monos en el circo

— Benita era muy buena, muy dulce, — dijo Rosa secándose las lágrimas — a sus veinte años no había cambiado, seguía siendo una niña. Es muy difícil pensar que alguien quisiese hacerle daño, a no ser que se tratase de un monstruo horrible. — tomó airé para no volver a llorar — Como en todos los circos, y como en todos los trabajos normales, hay personas complicadas, y Benita también tuvo alguna experiencia desagradable, algún roce no deseado con alguien que se metió con ella, pero nada que pudiese motivar un asesinato, ¡por Dios!
— ¿Con quienes tuvo esos "roces no deseados"? ¿Recuerdas alguno en este momento?
— Sí. Una vez topó con un hombre de un pueblo de Málaga en donde estábamos actuando, que le dijo groserías al reconocerla por la calle. Ella no le respondió, pero el energúmeno siguió dando voces, gritando que estaba muy buena y que le gustaría llevársela a la cama. Al final, Benita se volvió y le llamó "machista borracho" La verdad es que estaba borracho. A mi me lo contó alguien del circo que vio la escena y estuvo a punto de intervenir, pero no le hizo falta porque un grupo de mujeres del pueblo se enfrentó al acosador y consiguieron que se alejase de allí. Benita no me lo contó, por supuesto, se hubiese muerto de vergüenza. Me lo contó la persona del circo que había presenciado la escena. Benita solo quería olvidar lo ocurrido. Pero eso fue hace mucho. No me imagino al borrachín almacenando odio durante años hasta el punto de... vamos, de hacer lo que hicieron con ella.
— ¿Se llevaba mal con alguien del circo?
— Ella no era de contar las cosas, como ya he dicho, pero en un par de ocasiones me habló, una fue para decirme que el argelino Abdel Alim, un empleado... el que le ha gritado al enano hace un momento...
— Sí, sé quién es, le he conocido esta mañana.
— Pues que la miraba con mucho descaro, que se sentía cohibida cada vez que se cruzaba con él. Un día que Benita estaba fuera del circo con su padre, me encaré con Abdel Alim, le dije que no se le ocurriese poner los ojos en mi hija. Agachó la cabeza y se acabó todo, al menos mi hija no volvió a quejarse. Este hombre ha sido delincuente y presume de estar integrado plenamente en la sociedad, aunque sea en un circo, pues ya sabes tú que un circo, y más un circo pequeño como este, no es precisamente... bueno, dejémoslo, la cosa es que no quiere saber nada con la policía. Pero a mí algo me decía que seguía deseando a Benita, no lo sé, intuición femenina.
— ¿Esto fue hace mucho?, quiero decir: cuando te encaraste con él.
— Hará un año, eh... sí, un año, porque recuerdo que coincidió con el cumpleaños de Desiderio, mi marido, y estábamos en un pueblo de Málaga que se llama Casarabonela.
— Debes tener muy muy buena memoria para acordarte de todos los nombres de los pueblos que visitáis.
— No, de todos no, de algunos, este lo recuerdo porque coincidió con el cumpleaños de mi marido y porque se puso muy enfermo uno de los monos y se murió, y el cura del pueblo no quería hacerle una misa.
"Es una vida muy apasionada la de estas gentes", pensó la inspectora, "me encantaría saber los detalles de todo lo sucedido con el mono en ese pueblo, pero debo seguir con la investigación o esta conversación se eterniza"


(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario