miércoles, 9 de noviembre de 2016

(16) El caso de la domadora asesinada.





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No cabía duda, era él, le había visto caminando cerca de ella cuando abandonaba el descampado en donde se alojaban los circenses. Después creyó sentir una presencia a su espalda, como si alguien avanzase pisándole los talones. Se giró un par de veces para sorprender a su perseguidor, pero no vio a nadie.
El enano Marcial era especialista en camuflarse. La antipodista Miss Martinelli (Jesusa Sánchez) decía de él que era "un demonio en un cuerpo enano" y cruzaba los dedos cada vez que rondaba cerca. La inspectora frunció el ceño por detrás de sus gafas de sol. Ahora lo observaba agazapado junto al quiosco de prensa, simulando que se ataba el cordón de un zapato.
"¡Es él!, e incluso me ha parecido verle en el ciber, o ha sido una ilusión mía porque había muchos niños, pero este capullo, si se mezcla con los niños, pasa casi desapercibido"
Untó el cruasán en el café y luego bebió a sorbitos, que aún estaba caliente. Pagó la consumición, se levantó y avanzó haciéndose la distraída hasta el quiosco. Ya había pasado un buen rato y el enano seguía atándose el zapato. Compró un ejemplar de el periódico "La Verdad de Murcia" y miró de reojo al enano, que su vez le miraba a ella. Se agachó junto a él encarándole con actitud de poli mala.
— ¿Te ato yo el zapato como si fueses un niño?
— ¡¿Eh?!
De prontó él se convirtió en el perseguido. No le gusto nada la mirada de la mujer, una mirada que expresaba lo que más odiaba en esta vida: "¡Enano de mierda!" Escapó corriendo como un crío. La inspectora quedó estupefacta.
"¿A qué juega este monicaco?"
Unos minutos después se encontraba de nuevo en el circo. Enseguida le informaron de cual era la caravana de "Sandro y Antonella", y enseguida la encontró entre las ocho viviendas con ruedas. Era un circo familiar, pequeño, humilde. Los tigres seguían rugiendo y el sol estaba ya en lo alto. La carpa ya había sido izada y fijada al terreno con grandes estacas y cuerdas tensas, y ahora los empleados se afanaban en colocar las gradas, las sillas y las luces, lo cual les llevaría al menos dos horas. Junto a la entrada de circo ya habían instalado la roulotte de las taquillas, y sobre ella un enorme cartel que por la noche se haría luminoso: "GRAN CIRCO DE LA ATLANTIDA", a un lado la imagen de dos payasos muy sonrientes, un augusto y un clown, y al otro lado los tigres con aspecto muy feroz y la domadora en plan muy sexy. Los tigres parecían monstruos de ficción y la domadora una portada de revista erótica. ¡Las cosas que hay que hacer para atraer al público!


(Continuará)

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