martes, 8 de noviembre de 2016

(15) El caso de la domadora asesinada.



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Dos euros la hora le cobraron en el ciber, y por adelantado. Le pareció carillo, tarifa de pueblo turístico. "Omnisciente", efectivamente: "el que lo sabe todo" 
"Por supuesto, también sabrá quién asesinó a la pobre chica, las divinidades tienen la buena folla de saberlo todo", se dijo irónicamente la inspectora.
Empleó casi todo el tiempo internáutico en ver webs de circos, sobre todo del "Gran Circo de la Atlántida" Vio con detenimiento las fotos y leyó todo lo que se había escrito sobre Karla Ambrossini y su número de doma de tigres. Recordo que el servidor del Omnisciente le había hablado de que en Youtube se podían ver los videos que le habían grabado a Karla algunas televisiones.
"Es muy guapa... y muy joven, ¡qué pena!" Pensó en presente el argelino, aún no podía hacerse a la idea de que la habían matado.
Al salir del ciber volvió a invadirle la extraña sensación de que alguien iba tras sus pasos. Extraña y muy molesta sensación. Intentó controlarse para no ser presa del miedo, pues una buena poli debe saber mantener el tipo, conservar la sangre fría, como los detectives de las películas.
Se sentó en la terraza de la cafetería "Estrella de Mar", eligiendo previamente la mesa que le ofrecía la mejor visión del personal callejeante y dando la espalda a la pared. Se puso las gafas de sol para que nadie se mosquease al mirarle. Además, el sol ya empezaba a ser molesto. Ese sol, compañero fiel de murcianos y almerienses, se muestra con todo su rigor en estos días agosteños.
Se acercó a ella una camarera subsahariana. Tendría veinte añitos y era bajita, pero muy guapa. También muy sería, no sonreía. Pidió un café con leche y un cruasán. En ese momento pasó el coche publicitario del circo. "¡Gran Circo de La Atlántida en Santiago de la Ribera! ¡Esta tarde  grandioso debut...!"
Vio perfectamente a Sandro y Antonella, Sandro al volante, Antonella comiendo un helado. Supuso que habían parado hace muy poco tiempo para comprar el helado porque este aún estaba casi entero. Ambos cuarentañeros y robustos.
"Muy grandotes me parecen para hacer cabriolas en bicicleta", pensó la inspectora.
Un perro caniche asomaba medio cuerpo por la ventanilla que daba al asiento de Antonella. La mujer le sujetaba con la mano que le dejaba libre el helado, sin duda para evitar que le diese por tirarse a la carretera en persecución de algún gato.
"Será alguno de los perros que actúan con ellos", pensó la poli de Las Norias de Daza. Sandro y Antonella se anunciaban como "ciclistas acrobáticos con perros" También había visto una parte de su actuación en Youtube, pero no le parecieron tan grandotes. 
Los animales iban desapareciendo poco a poco de los circos, pero los circos pequeños se resignaban a prescindir de ellos porque en los pueblos pequeños sigue gustando mucho los números de animales, así como las vaquillas y cualquier otra actividad que suponga el sometimiento de animales, y no digamos un numero de tigres feroces con un domadora super sexy. El legendario Circo Ringling Brothers de los Estados Unidos prescindió recientemente de su permanente señal de identidad a lo largo de dos siglos: los elefantes. El 6 de Marzo de 2.016 se realizaba el número por última vez. Cuarenta y dos paquidermos del Ringling Brothers fueron trasladados a un centro de conservación de animales de Florida. Las organizaciones animalistas habían presionado tanto que, por fin, consiguieron marcarle un gol al "mayor espectáculo del mundo"
Y, de pronto, descubrió al cabrón que la estaba espiando. "¡Es ese!"


(Continuará)







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