jueves, 27 de febrero de 2014

Uno a uno y sin prisas ( XXXVIII )

                                                                     


El inspector Madero y su principal colaborador Jiménez se quedaron en la parte de atrás de la nave. Manolete, que estaba a uns pocos pasos, se abrió paso entre varios cuerpos apretujados para unirse a los polis. Al gasolinero le molaba codearse con un detective y al inspector le vino muy bien su compañía a fin de que le informase un poco de la situación.
- Las artistas de cine están delante de todo. Ahora, cuando se arrodille la gente, las podrá ver. Los que están en el banco de autoridades, a la derecha del altar, son el alcalde, Don Blas, y tres concejales.
Aclaración innecesaria porque el inspector ya los había interrogado.
- Ese de ahí, el de la camisa a cuadros, es mi jefe, Don Sebastián. ( Le había interrogado Jiménez ) Ese feo de ahí, a la derecha, ese, sí, es Genaro Ruiz, el hermano yonqui del difunto Joaquinillo. Parece que ahora se porta bien porque está haciendo una cura de desintoxicación.

A la salida de la iglesia ocurrió lo que cabía esperar: una turba de salidos, especialmente los solteros y los más jóvenes, se echó literalmente encima de las actrices.
"Un tógrafo!, un tógrafo!", gritaba Miguelín, el que ahora era considerado el tonto oficial tras la muerte de Joaquinillo.
- A ver, apártense, coño, dejen trabajar!
Rugió Alfonso Paz poniendo un micrófono en la boca de Soraya Montiel y dirigiendo la misma pregunta a la tres.
- Qué las ha traído aquí?... Conocían al difunto?
Respondió Soraya intentando mantener la serenidad ante aquel al que consideró enseguida un imbécil:
- Hemos querido solidarizarnos con la gente que sufre en este pueblo. Las actrices tenemos corazón y sentimientos.
- Oiga, señor, - habló ahora la uruguaya Karla Montellano - en mi país somos creyentes y practicantes y honramos a nuestros muertos.
El reportero odioso dirigió ahora el micro a la boca de la enigmática escultural:
Y usted, señorita, también es actriz?... Nos podría decir su nombre?
- Soy Tatiana Taylor y aspiro a hacer cine.
- Y qué proyectos tiene usted a corto plazo?
- Uy, pues... Uy, ah, sí!, quisiera interpretar a la Capitana Indestructible. Sabía usted que se va a hacer una película de la Capitana Indestructible?
Los empujones y codazos de la chusma empezaron a incomodar seriamente a las actrices. Alguien se atrevió, incluso, a pellizcarla en el trasero a Tatiana Taylor. Fue justo en este momento cuando se acercó el cabo Modesto con dos guardias.
- Venga, todos para casa!... Dejen de importunar a las señoritas!
El periodista quiso decir algo referente a la libertad de expresión, pero prefirió dejarlo. Ya tenía lo que necesitaba, las fotos y las chorradas de respuestas, lo suficiente para machacarlas con uno de sus artículos mordaces. Y además, se le había ocurrido una idea: Las seguiría con el coche hasta Lobodoiro en plan paparazzi hijoputa. Le dio las llaves del vehículo a su enano infiltrado y él se sentó en el asiento de al lado con la cámara de fotos, esperando a que arrancase el coche de las estrellas. Observó que el detective incompetente se había puesto a hablar con ellas.
- Vale, todo eso que me cuentan sobre su devoción cristiana y tal está muy bien, señoritas, pero les agradecería que se fuesen por su propia seguridad. No podemos darles protección, necesito a mis hombres para otros cometidos, comprenden?
- Sí, señor, - se adelantó Tatiana Taylor - y deseamos que tenga mucha suerte en su trabajo y resuelvan los crímenes.
- En eso estamos. Por cierto, mañana me gustaría tener una entrevista con ustedes en su hotel. Con absoluta discreción, por supuesto.
Las causantes de la gran excitación de los machos en Valdurriales de la Monjas, salieron por fin rumbo a Lobodoiro, rumbo a sus hoteles, sus cines y sus alfombras rojas.
- Pues menos mal que no les ha dado por venir a los propios Dimitri Kalashnikov y Renata Otolina, - comentó Jiménez - porque entonces esto habría sido el caos!

El reportero conflictivo se encontró con la desagradable sorpresa de que tenía una rueda pinchada. El padre Bernardo miró al Cielo y rogó al Señor que le perdonase por este "pecadillo leve" Era la primera vez en su vida que pinchaba una rueda. ( Paz, en su celo por dejar el coche fuera de la vista de la chusma, lo había aparcado en la parte posterior del templo, junto a la puerta de la sacristía )
El pater se acercó al inspector Madero.
- Señor inspector, quisiera ponerle en conocimiento de algo muy grave.
Madero se le quedó mirando con cara de sorpresa. No se esperaba que el cura le viniese con una denuncia.
- Seré muy breve porque tengo que encabezar la comitiva al cementerio. Se trata de aquel degenerado. - Y señaló hacia el lugar en donde Alfonso Paz seguía blasfemando y pataleando por el inoportuno pinchazo.

( Continuará )

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