miércoles, 19 de febrero de 2014

Uno a uno y sin prisas ( XXXI )

Despacho del inspector Madero en Lobodoiro

- La ausencia de señales de lucha lo confirma, Jiménez. La mutilación se la hicieron después de asesinarle. Sus ojos expresan el terror de un hombre que está siendo apuntado con un arma. Ese terror no guarda relación con la salvajada que, afortudamente, él no presenció.
- Entonces, es un aviso al alguien?
- Me temo que sí, y esto nos lleva otra vez a la sospecha de que estamos tratando con un profesional muy experto, alguien posiblemente encaminado a realizar una masacre.
- Un asesino en serie, jodseeeeer!

Después de matarle le habían cortado el pene y los testículos con un cuchillo y se los habían metido en la boca. Así es como se lo encontró su amante Fernanda. La mujer llevaba muchas horas sin tener noticias de Rogelio, y aunque no se veían en sus domicilios por "el que dirán", esta vez decidió acercarse a su casa, llevándose la peor sorpresa de su vida. Fernanda fue ingresada en el hospital de Lobodoiro con una fuerte crisis nerviosa.

- Efectivamente, Jiménez, este detalle de colocarle el miembro en la boca sólo puede tener un motivo: avisar a las próximas víctimas de lo que les espera. A no ser que se trate de un simple capricho de un tío desquiciado, pero no, no lo creo, actúa con excesivo sigilo, sus pasos están muy bien calculados.
Jiménez miró de reojo el ejemplar de El Faro de Lobodoiro que había en una esquina de la mesa:

"VALDURRIALES DE LAS MONJAS, EL PUEBLO DEL TERROR"

Junto a la noticia, en la misma página, una publicidad de la película "La aldea del terror" Muy oportuna publicidad.

( Continuará )

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