miércoles, 29 de enero de 2014

Uno a uno y sin prisas ( XV )



- Y por qué Don Bernardo?
- Pues porque amenazó de muerte en un par de ocasiones al Joaquinillo.
- Caramba, esto sí que es interesante! Sírveme los detalles, Manolete.
- Verá usted, la noche del botellón, los sábados, los mozos le daban de beber al Joaquinillo para grabarle luego mientras meaba, y después colgaban el video en Internet. Y es que, al parecer, el Joaquinillo tenía una picha muy larga. Y llegó un par de noches Don Bernardo y le amenazó de muerte. No sé si le he dicho que meaba contra la pared de la iglesia.
- Pero no él solo, lo hacían también los chicos, no?
- Bueno, sí, claro, es lo que me han contado, yo no vivo aquí. Habrá que vigilarle, no sea que mate a los chicos uno a uno.
El inspector sintió de pronto que estaba perdiendo el tiempo lastimosamente. Aún así perdió diez minutos más antes de despedirse y volvió a encandilar al joven:
- Puedes serme muy útil, Manolete, si recuerdas algo que te haya llamado la atención, aunque tú creas que es una tontería. No dejes de telefonearme, de acuerdo?
- Sí, señor, encantado de colaborar. Oiga, va a detener al párroco?
- Eh... de momento le someteremos a una estrecha vigilancia. Tú no digas nada, eh?
- Soy una tumba, inspector!
Puso el motor en marcha y se despidió guiñándole un ojo, pero, cuando aún no había rodado cincuenta metros, escuchó unos gritos. Vio por el retrovisor que el gasolinero le hacía señas para que se detuviese.

( Continuará )

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