jueves, 30 de enero de 2014

Uno a uno a sin prisas ( XVI )



Manolete se acercó de varias zancadas al coche y dio de cara con el policía, que ya se había bajado.
- Mire usted, yo no sé si será importante, me ha venido a la cabeza ahora mismo, quizá no me vino antes porque lo que voy a decir fue varias semanas atrás, osea, tiempo atrás de cometerse el crimen.
- Vamos, dímelo.
- Un hombre negro, bueno, negro o mulato, como de treinta años o más. Vino un par de veces, pero no a comprar gasolina. Aparcó el coche ahí y se fue por el camino ese... ese de ahí, donde están las moreras.
- Ese camino lleva al pueblo?
- No, bueno, no exactamente, hay que dar un rodeo muy grande para llegar al pueblo, lleva a las ruinas del convento de Santa Clara, el de las monjas clarisas, y siguiendo más adelante, pero por un caminillo muy malo y con mucha pendiente, se puede alcanzar la ermita de San Antón. Sabe usted, yo no le di importancia, pensé que era uno de esos forasteros que buscan setas o manzanilla.
- Algún detalle que te llamó la atención, haz memoria. Recuerdas que coche era?
- Sí, sí, lo recuerdo muy bien porque me fijo mucho en los coches, bueno, en los coches y en las mujeres, ji, ji!... Era un rover color granate.
- Recuerdas la cara del hombre?
- Creo que sí, pero recuerdo sobre todo que era alto y algo encorvado.
- Te puede sustituir alguien si faltas al trabajo un día?
- Eh... por qué lo dice?
- Tú contéstame.
- Bueno, cuando he tenido que ir al medico o a algún asunto importante, se ha quedado aquí el jefe, Don Sebastián.
- Mañana te vas a presenter en la comandancia de la guardia civil de Lobodoiro para colaborar con mis hombres haciendo un retrato robot, estamos?, así que ponte en contacto ya con Don Sebastián, y, si pone alguna pega, yo habló con él.
- Joder, qué guay, voy a colaborar en el caso!

( Continuará )

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