jueves, 9 de febrero de 2017

(71) El caso de la domadora asesinada.

Resultado de imagen de un coche de noche

— Ya sabemos que fuiste tú el que le tapó con cascotes, ¡pero eso no es un enterramiento, gilipollas!
— Gerardín, cariño, nos vas a decir si viste a alguien, ¿verdad? — Habló tiernamente la inspectora, muy metida en su papel de "poli buena", aunque al inspector le pareció que se pasaba e la raya, aquella era la primera vez que oía a un policía llamarme "cariño" a un delincuente. Al propio Gerardín también le extrañó e intentó aprovecharse de la bondad de aquella poli.
— Oiga, lo de dale la patada a la policía fue sin queré.
Intervino de nuevo el "poli malo"
— Sí, y lo de tocarle el culo a la artista también, y lo de matar a tu abuela... — se calló porque también los polis malos saben cuando se pasan de la raya — Venga, dinos que viste esa noche antes de que perdamos la paciencia. ¿Qué hacías en la escombrera?
— Pasaba po allí, iba a mi casa. Me paré a descansá un poco poque me canso mucho, y me senté en un cascote grande.
— ¿Cuánto tiempo estuviste descansando?
— No lo sé, un rato.
— ¿Un rato largo, Gerardín? — preguntó melosamente la inspectora.
— Sí, un rato largo, estaba mu cansao.
— Entonces allí no estaba el muerto... — intervino el inspector — Era noche de luna llena sin nubes. Deberías haber visto el cadáver, pero no lo viste, ¿no es eso?
— ¡Eso, eso!, no estaba, lo trajo luego... el hombre que lo trajo. Yo me iba a levantá y entonce vi un coche que...
— ¿Un coche que se acercaba? — le ayudó la inspectora.
— Sí, sí se acecaba, con la luce apagada. Yo me agaché pa que no me viera.


(Continuará)

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