miércoles, 21 de octubre de 2015

( XVII ) Un asesino más listo que el hambre.


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Justo Pantoja

Siempre le tocaba lidiar con el subcomisario Pantoja, una especie de relaciones públicas de la Policia Nacional, medio jubilado porque ya estaba muy viejo para salir con la pipa a enfrentarse a los malos. Justo Pantoja era un hombre chapado a la antigua, y en la imaginación de Fulgencio un borde.
El viejo subcomisario no se dignó a mirar al detective hasta que engulló el último churro mojado en café con leche de su "tiempo del bocadillo", lo que los ingleses llaman "lunch time" Por fin, los ojillos grises de Pantoja se posaron en el ojazo repelente de Fulgencio.
- Me has dicho que precisas información sobre el asesinato del cementerio de La Cañada.
- Sí, y tú me has dicho que esperase hasta que terminases de desayunar.
- Sin cachondeo, Fulgencio, no me amargues el desayuno, ¿vale? Vamos a ver, ¿estás escribiendo un libro sobre asesinatos en cementerios?
- No, necesito investigar ese crimen para dar con el verdadero culpable.
- ¡Venga ya!, ese crimen no tiene ningún misterio, Fulgencio, al día siguiente fue detenido el asesino, otro mendigo, se encontraron sus huellas y el arma del crimen, un cuchillo jamonero, y las huellas de sus zapatos en la zona de cesped que pisó en su camino al panteón.
- ¿Ha confesado ser el autor del crimen?
- ¡Venga ya, Fulgencio!, tú ya sabes que estos pringados confiesan ante la policía porque se cagan por la pierna, pero luego piden un abogado para negarlo e incluso para denunciar malos tratos policiales. Ahora que, en el caso de Honorio Pontarrón, que así se llama el bicho, por mucho que lo niegue...


Honorio Pontarrón

- Hay indicios de que puede haber alguien más implicado.
- ¡Venga ya!, ¿de dónde has sacado eso y que pintas tú investigando un asesinato entre mendigos?
- Ya sabes que yo solo investigo si me contratan para ello. Mi cliente tiene serias sospechas de que hay alguien detrás de Honorio Pontarrón.
- Ya, y yo me lo creo. Vaya, que un tío quiere matar a un mendigo y no se le ocurre otra cosa que pagar a otro mendigo para que lo haga. Mira, hace tiempo se hizo famoso un mendigo por matar a sus compañeros, era un sádico. Cuando lo descubrimos, ya se había cargado a unos cuantos. Pero era un majara que actuaba por cuenta propia. ¿Quién va a utilizar como sicario a un pobre desgraciado del tipo de Honorio Pontarrón? Que no, hombre, que no, dile a tu caprichoso cliente que no se invente películas. Al Honorio se le han cruzado los cables y punto.
- Mira, Justo, no me veo yo a un tío que vive de las limosnas, que no se lava, que duerme en la puta calle..., vamos, a una persona abúlica y enferma, actuando de pronto por iniciativa propia en un asesinato, desplazándose hasta el cementerio, que le pilla a dos kilómetros de su habitat natural, cargándose un muro para poder saltar al interior, rompiendo a golpes de cincel una cerradura y cargándose a otro mendigo, el cual duerme por primera vez allí y tiene un sueño tan profundo que no oye los golpes en la puerta ni la música a tope de un improvisado botellón en el exterior, aunque también la apertura de la puerta y la música podrían haber sido antes de que llegase, y eso justificaría que la víctima no se haya resistido por haber sido sorprendido durmiendo. Mira, yo no he leído en los periódicos que haya habido señales de lucha.
- ¡Joder, Fulgencio, eres la rehostia!
- Hasta me da por prensar que Honorio Pontarrón no haya sido el autor material del crimen.
- Ahí sí que te equivocas, hay suficientes indicios para acusarle. Oye, tío, ¿y quién es tu cliente?, ¿a quién le puede interesar defender a ese desgraciado?
- Materia reservada. pero digamos que lo que le interesa no es exactamente "defender a ese desgraciado", sino dar con el verdadero asesino.

( Continuará )



3 comentarios:

  1. ¡Ya estoy aquí!

    Creo que he pillado a la chatarra oxidada pegándose una siesta y he podido introducirme por un agujero. Desde mi blog, imposible, el programa se empeña en que no existe. Sevaaenterar...

    Voy a leer desde el episodio III, que me quedé en el II, e iré subiendo, como siempre, conque este lo comentaré cuando llegue aquí.

    ¡Muy buenas!

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  2. Ya lo he leído y comentado todo. Me apasiona este relato, y esto que los otros tampoco son mancos, pero te superas día a día.

    Lo de siempre, los polis se creen que lo saben todo, se dejan llevar por estereotipos y se quedan tan anchos, ainsss... Parecen dependientes de mercería que no atinan a distinguir un hilo de seda de otro de algodón. Una completa nulidad, pero como tienen una placa, desprecian a los verdaderos investigadores. Que los zurzan con hilos de colorines.

    Gracias por este magnifíco rato que me he pasado leyendo, espero que la chatarra oxidada no vuelva a barrarme el paso. Y si lo hace, que se joda, yo ya encontraré otro agujero para colarme, ¡juas!

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  3. ¡Mil gracias por sus comentarios!... Yo, como siempre, al revés, voy para abajo. También como en el blog de Jesús, ¡jajaja!
    ¡Un cerebro humano es superior a la "chatarra oxidada"!

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