martes, 6 de octubre de 2015

( II ) Un asesino más listo que el hambre.


Resultado de imagen de panteón

Mauricio

Mauricio estaba muy bien informado, enseguida descubrió el panteón. Allí iba a estar toda la noche protegido del frío y de cualquier inclemencia del tiempo, aunque de momento no se esperaban lluvias. A ratos se deslizaban algunas nubecillas sobre la cara de la luna llena, pero la noche prometía ser apacible, al menos en este aspecto.
Efectivamente, la cerradura que daba acceso al interior del panteón estaba rota y la puerta entreabierta. La empujó y chirrió un  poco. Encendió su mechero durante un par de segundos para hacerse una idea del espacio que ocupaba. Suficiente, no necesitaba ver más y le era necesario el mechero para fumar antes de dormirse, que ya le quedaba poco gas. Introdujo la colchoneta y el edredón. Había visto unos nichos, quizá tres o cuatro. El panteón debía pertenecer a una familia adinerada, como todos los panteones.
"Qué bien", pensó, "voy a dormir acompañado, pero estos no roncan ni se tiran pedos como aquellos hijos de puta del albergue"
La única vez que estuvo en un albergue le sirvió como experiencia para no volver a repetir. Cada vez que surgía el tema, en alguna de esas raras ocasiones que compartía charla con otros vagabundos, acostumbraba a explicarse así:
"¿Dormir en un albergue yo?, ¡ni una más, Santo Tomás!"
Desenrolló la fina colchoneta y extendió sobre ella el edredón. Unos segundos después ya esta ba en "el sobre"
"¡Oh, esto sí que es vida!"
Se levantaría por la mañana con un ánimo estupendo, como casi todos los días, sin preocuparse nada más que de vivir. Dejó a su alcance la petaca con lo que quedaba de coñac, el mechero y un monedero de mujer que se había encontrado en un contenedor, en el que guardaba las colillas. Era su peculiar pitillera. Dió un traguito de coñac y se fumó una colilla casi tan grande como un pitillo. Y cuando acabó con la dosis de nicotina se entregó a una masturbación lenta, muy lenta, pensando en Rosa Mari, la borrachina cuarentañera que se la había chupado un par de veces. Y no llegó a eyacular porque se durmió antes, pero tuvo un sueño en el que se la seguía chupando Rosa Mari.
Allí dentro, completamente a oscuras, completamente dormido, no advirtió que alguien se dirigía al panteón. Su asesino. A la mañana siguiente ya no tendría que preocuparse ni de vivir.

( Continuará )

4 comentarios:

  1. ¡Uf! Corta vida ha tenido el que se suponía protagonista. En fin.

    Veremos qué nuevos personajes nos depara el relato, y si no la palman antes de llegar a conocerlos, je je je...

    ¡Tamañana!

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  2. Usted lo suponía, yo no. No tengo claro cómo va a seguir la historia pero a este caballero si decidí cargármelo de entrada. Un muerto para empezar es lo clásico de la novela negra, aunque aquí mezclaremos lo negro con lo esperpéntico y lo cachondo para pasarlo bien del todo. ¡Feliz miércoles!

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  3. ¡Pues fíjese usted, nada menos que en la boca de su particularísima hurí!... Claro que, como le despacharon a cuchilladas, si la primera no fue mortal, paso un ratillo malo.

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