miércoles, 14 de octubre de 2015

( X ) Un asesino más listo que el hambre.



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Galíndez de Osuna y Girón

- Caramba, usted no sabe nada, pero algo sabrá. Para cualquiera de los que se han enterado de este asesinato, la respuesta es que un mendigo ha asesinado a otro, y no hay más que hablar.
- Sí, de algo hay que hablar, por eso le he llamado. Yo no sé nada pero sospecho mucho. La muerte de Mauricio Carrascales interesaba a alguien. No me pregunte a quién. A alguien. Y eso es lo que usted debe averiguar.
- Como no me de más datos...
- Se los doy. El panteón en el que se cometió el asesinato pertenece a la familia Galíndez de Osuna y Girón. Le sonará este nombre, supongo.
- Sí, creo que me suena. ¿La de los carameleros?
- Exacto, "Golosinas Galíndez", una industria dedicada a los caramelos, chicles, piruletas, chocolatinas y otras ambrosías.
"Ambrosías, ¡jo!"
Y esta gran industria cayó en picado por la mala cabeza del último Galíndez de Osuna y Girón, Roberto, un dilapidador de la fortuna familiar, un tarambana, bebedor y mujeriego, que no supo llevar las riendas del negocio. La empresa fue malvendida para pagar deudas y, ahora, "Golosinas Galíndez" solo es historia.
- ¿Y están todos en ese panteón?
Roberto murió en un accidente de tráfico. Iba por la M30 a 220 por hora en su Ferrari Testarossa y se empotró contra una máquina excavadora de unas obras que se estaban haciendo a la altura de Puente de Vallecas. El sí está en el panteón, pero Andrés no. Andrés es el único superviviente de los Galíndez de Osuna y Girón.
- ¿Y qué más?
- Nada más.
- Vamos a ver, señora. Me habla de una familia de industriales venida a menos. Me cuenta que el último que manejó el negocio, Fernando, se mató en...
- No, Fernando es mi gato. El Galíndez derrochador y vicioso que murió en la M30 era Roberto.
- Vale, Roberto. Usted me habla de esa saga familiar y luego me cuenta lo del mendigo al que han asesinado en el panteón. ¿Qué relación hay entre el mendigo y los Galíndez, aparte de que el asesinato tuviese lugar en el panteón?... ¿Hay alguna conexión entre el marginal y los ricachones?
- No lo sé.
- ¡¿Cómo?!
- Para eso le voy a pagar a usted, para que encuentre la explicación y al verdadero culpable.
- Pero usted sospecha que hay gato encerrado
Y mira en un acto reflejo a Fernando, que sigue acurrucado a sus pies.
- ¿Qué le hace sospechar?
- Que se cargasen la cerradura de la puerta del panteón.
- Ya, como si alguien le pusiese una alfombra roja para que entrase, ¿no?, y a la vez le encarga a otro mendigo que le siga y le mate. ¿No le parece demasiado rebuscado? Oiga, dígame, ¿qué interés tiene usted en esta posible... eh... digamos implicación de la familia de ricachones carameleros en el asesinato del mendigo? Bueno, antiguos ricachones por lo que me ha contado.
Pero ya hacía un rato que Doña Carlota no escuchaba a Fulgencio. Se había acercado a la mesita-escritorio y regresaba con un talonario. Garabateo algo y le extendió un talón al portador por 500 euros.
- Esto es un anticipo. Ya me hablará de sus honorarios otro día, ahora estoy cansada. Y bajo ningún concepto hable de mi con nadie. Yo no existo, ¿entendido? Sí, desde luego, usted es capaz de entenderlo porque soy buena pagadora.
- De acuerdo, pero ¿podría hacerle una última pregunta?
- Hable.
- Si Roberto murio, ¿a quién de la familia podría interesarle la muerte del mendigo? ¿Quizá al tal Andrés?
- A cualquiera menos a Andrés. Es un chico todo dulzura y ternura, tiene el síndrome de Down. Otro día le haré una relación de los familiares. Ah, se me olvidaba lo más importante: Quiero que me tenga informada diariamente. Llame cuando termine cada jornada.
Fernando se despertó e hizo un estiramiento pos siesta.

( Continuará )


4 comentarios:

  1. Vaya galimatías el de la doña. Un detective normal ya la habría envíado a tomar te con pastas porque no da ninguna razón ni dato de lo que espera.

    Afortunadamente, Fulgencio no tiene nada de normal y nos deparará buenos ratos, je je je...

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  2. Ya sabe usted, Doña Teresa, que lo mio roza siempre el esperpento aunque transcurra dentro de los cauces del realismo de la novela negra. Recuerdo los episodios de "Colombo", era tuerto, feo, vestía una gabardina sucia, hablaba siempre de su esposa a la que jamás se la vio, etc., y sin embargo era un genio que descubría al asesino nada más empezar el episodio. Algo parecido podría decirle de nuestra admirada "La Conjura de los necios", es una cadena de despropósitos protagonizada por un personaje con una mente muy lúcida.

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    1. Mi época de 'Colombo' era muda por completo, amigo mío, no tenía idea de que hablase de su esposa, pero disfrutaba mucho con cada episodio porque se mostraban muy bien, al menos, veía que él siempre acababa teniendo razón, je je je...

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    2. La originalidad de la serie radicaba en que sabía quién era el asesino desde el principio y le lanzaba puyas como haciéndose el gilipollas, mientras el malo se iba derrumbando poco a poco. Efectivamente, siempre estaba con el latiguillo "como dice mi mujer", u otros parecidos en referencia a su esposa.

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