martes, 13 de octubre de 2015

( IX ) Un asesino más listo que el hambre.


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Honorio

- ¿Por qué le ha puesto ese nombre al gato?
- Tenga cuidado al mover las piernas. Si por un descuido, y Dios no lo quiera, le da una patada a Fernando, este se volverá contra usted con toda su mala saña. Pasa del amor al odio en décimas de segundo. La última víctima de Fernando ha sido mi mayordomo, Mario, el hombre que le ha recibido. Se cebó con él y tuvimos que llevarle a urgencias para que le reparasen la pantorrila.
El detective no dijo nada y observó con su ojo repulsivo al gato malvado, midiendo la distancia entre sus botas negras y la piel blanca de aquella criatura presumiblemente aterradora.
- Le puse Fernando porque así se iba a llamar el hijo que aborté, que Dios tenga en su santa gloria, ¡angelito mio!
Y se llevó el pañuelo al ojo derecho como si se le hubiese escapado una lágrima, pero no se le había escapado ninguna.
Fernando ronroneaba en sueños.
- Vamos con nuestro asunto, señor Gallardo Hermoso.
- Hermoso Gallardo si no le importa.
- ¡No fume!
- ¡No estoy fumando!
E hizo un movimiento rápido con la exclamación, que de pronto le hizo recordar la mala hostia de Fernando y miró asustado hacia el suelo. Pero el níveo michino ronroneaba en sus sueños.
- Ya sé que no está fumando ahora. Mi consejo es que no fume nunca, ni en las bodas, aunque le regalen un puro Montecristo. ¡Dios, qué costumbre más perniciosa! Mi difunto padre murió con 84 años pero fumaba muchísimo. Hubiese llegado a centenario de no ser por el cochino tabaco. ¡Puag, qué asco! - y fingió que escupía al suelo, era una excelente melodramática - Quiero que busque al asesino de un mendigo.
- ¿Cuando han matado a un mendigo?
- ¡Oh, los matan a porrillo, a diario, a discreción!... Los matan los nazis, los policías, los ciclistas de las aceras, ¡qué sé yo! o se matan entre ellos mismos porque beben mucho vino. Está usted en la higuera, señor Hermoso. A este último lo mataron hace veinte días, ¿o no ve la televisión?
- No, solo leo novelas y paseo.
- ¡Y funa!
- ¿Se está refririendo al asesinato del cementerio de La Cañada?
- ¡Al mismo!
- Ese caso ya está resuelto, pillaron al asesino enseguida, que era otro mendigo.
- ¡Mentira!, ese fue el chivo expiatorio. Alguien lo planeó todo muy bien para que culpasen a Honorio Pontarrón, y puede que incluso fuese el propio Honorio el autor material del crimen, pero el cerebro criminal que urdió el asesinato de Mauricio Carrascales es otro, un pez gordo, un asesino más listo que el hambre, porque él no se  manchó las manos de sangre para despachar al más allá al mendigo, un mendigo... especial.
- ¿Perdón?
- Nada, son cosas mías.
- ¿Y usted cómo es que sabe todas estas cosas?
- Porque las sé. Bueno, en realidad no sé nada, no tengo pruebas de nada. Por eso le he llamado a usted.
Fernando abrió un ojo para comprobar si todo seguía bien. Volvió a cerrarlo y a ronronear.

( Continuará )

4 comentarios:

  1. ¡Otia! Fernando es como mi difunta Bimba, que a la que te descuidabas te hacía un cuerpo nuevo, plagado de carreteras y ríos. Bueno, sólo a mí.
    Pero mira que ponerle al gato el nombre del hijo nonato. ¿Será verdad, o sólo una tontería de esa chiflada?

    El asunto se está poniendo interesante. ¿Quién sería realmente Mauricio Carrascales para que la "Escarlata O'Hara" se preocupe de su asesinato?

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  2. En cierto modo hay una influencia de Bimba en el personaje felino Fernando. Nada en literatura se crea por arte de magia, todo viene de nuestras lecturas y de lo que vemos por la calle.

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    1. Je je je... Pues mira, al 'Fernando' este sólo le falta algo así como una lágrima negra bajo el ojo derecho, muy gorda, para parecerse al Freddy de mi tía, la indepe.
      Bueno, y le sobra por completo su aspecto agresivo. No creo que éste te dé jugo, el pobre, que parece pintado.

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    2. No había caído en que los dos nombres empiezan por F.

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