sábado, 3 de octubre de 2015

En el día de la muerte del odiado padre.


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- ¡Si es que mi padre ha sido un puto cabrón toda su puta vida!
- Todos sabemos que tu padre no era trigo limpio, Venancio, pero ahora debes contenerte porque está de cuerpo presente.
- ¡Joder, tía, que llevaba ya tres semanas de si me muero, si no me muero... y le da por morirse precisamente hoy, ¡joder, hoy!, y van a empezar a llegar dentro de poco todos los hijos de puta de mis hermanos, todas esas víboras que están como locos por saber qué tajada pillan de la herencia, y dentro de diez minutos comienza el Real Madrid-Barça, ¡la final de la Copa de Europa! ¡Me cago en mi padre y me cago en todos mis putos hermanos, cagüen la hostia puta!
- Contrólate, Venancio, ¡contrólate, por Dios!, ¡piensa en la herencia, cariño!, no es tan grave sacrificar un partido.
- ¡¿Que no es tan grave sacrificar un Madrid-Barça de final de la Copa de Europa?!... ¡¿Pero tú sabes lo que estás diciendo, Matilde?! - Y miró hacia el difunto mientras a él le miraban atónitos los empleados de la agencia fúnebre que recién llegaban con el féretro, los cirios y el hábito de humilde franciscano con el que debían amortajar a Don Cristino Guarrañón, ilustre notario madrileño - ¡Estarás contento, hijo de puta, no pudiste morirte ayer, ha tenido que ser hoy, claro!
Matilde siempre tenía ideas, y si el matrimonio no había naufragado era por el buen talante de ella.
- Mira, Venancio, todo tiene arreglo, te encierras en nuestro dormitorio y ves ahí el partido. Yo les diré a tus hermanos que no te encontrabas bien y el médico te ha recomendado reposo.
- ¿Y tú crees que mis hermanos van a tragárselo?
- Allá ellos. Mira, y así evitamos también que tengas un enfrentamiento, no sea que te lies a mamporros con Epifanio, como pasó en el día de la primera comunión de Lourditas. La asistenta y yo nos entendemos con toda la jauría.
- ¡Mati, eres un cielo!, ¡te adoro!, ¡te adoro!
- Venga, venga, menos coba. Eso sí, esta noche no me pidas juerga, que voy a terminar muy cansada. Te apañas con el fútbol.
- Por supuesto, nada de sexo, estamos de luto, ¡jaja!
Pero sucedió lo inesperado. Venancio Guarrañón se quedó sin ver el partido, al igual que un montón de millones de espectadores en todo el mundo. Mejor dicho, vieron 3`55 minutos de electrizante juego.
El encuentro comenzó con una tensión absoluta. Una internada de Cristiano Ronaldo por la banda derecha le permitió disparar contra la portería blaugrana a los 45 segundos de iniciado el encuentro. El cañonazo impactó en el poste derecho y se oyó un "¡uyyy"! colectivo que brotó de muchísimas gargantas en el estadio y de muchísimos millones de espectadores en sus hogares, bares y cafeterías.
Venancio tuvo que reprimirse para que no le oyesen sus hermanos. El era del Real Madrid desde pequeño, por llevarle la contraria al hombre que ahora yacía en un ataud, ajeno a las frivolidades mundanas, culé hasta la médula. Los trabajadores de la funeraria ya le habían amortajado e instalado en su último monovolumen. Algunos de los hermanos ya rondaban por el salón en torno a su procreador. Varios eran los que no le miraban, les seguía dando miedo.
En el minuto 2`10 fue Messi , quien recibiendo una pelota servida por Piqué, la lanzó contra la portería merengue, pero con tan mala fortuna que pasó a un centímetro por encima del larguero. El clamor fue otra vez inmenso.
Y en el minuto 3`55 vino lo realmente inesperado. Tres yihadistas estratégicamente situados a pocos metros del palco de autoridades ( "un fallo imperdonable de la policía" se comentaríia después ) lanzaron sendas bombas que provocaron explosiones bestiales, ensordecedoras, seguidas de fuego, humo, cascadas de sangre y trozos de cuerpos humanos. Murieron en el acto el rey de España, Felipe VI, la reina Letizia, el presidente Hollande y su pareja ( por ser Francia el país anfitrión ) las máximas autoridades deportivas europeas y sus señoras, así como diversas autoridades parisinas, hasta sumar la cifra estremecedora de 64 muertes.
Venancio enmudeció de la impresión, lo mismo que sus hermanos, los cuales seguían el encuentro por los móviles y las tabletas.
Cuando se recuperó del shock, y viendo que el partido había sido suspendido, ( ¡no era para menos! ) exclamó cabreadísimo:
- ¡Pero que hijo de puta y que gafe eres, papá!

2 comentarios:

  1. ¿Recién escrito?

    ¡Quién me iba a decir cuando te respondí por lo del "nazismo" que me iba a encontrar con esto!... ¡Sorpresas de la vida! ME HAS HECHO REIR HOY, que falta me hacía.
    .... Seguramente yo habría sido un poco más "suave" "delicada" o "prudente"... ¡o cobarde! ... No sé.

    Con tu permiso lo comparto en Twitter pero no Facebook, que me mandan a la hoguera!!

    Ahora comienzo a entender "la guasa" de tus comentarios.

    Saludos.

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  2. Hola Carmen, yo también me he reído al principio, aunque después es tan triste.....
    Y más sabiendo que es verdad, pero está muy bien el relato, me ha gustado mucho.

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