martes, 28 de marzo de 2017

(98) El caso de la domadora asesinada.

Resultado de imagen de yonkis pinchándoseResultado de imagen de tuerto parche en el ojo
José Vicente, el tuerto, "El Pirata", vio acercarse a su prima y amante Maruja y puso cara de mala hostia. Maruja y José Vicente se conocían desde niños, pero hacía mucho tiempo que no se veían, y se hicieron novios nada más regresar ella al circo, seis meses atrás. Al principio todo funcionó bien, pues ambos eran tan locos como apasionados, pero ya llevaban un tiempo tirándose los trastos a la cabeza. Todo empezó el día en que ella descubrió que él era el camello de un buen número de yonkis, que en cada pueblo que visitaban se hacía una clientela muy rápido. Él no consumía, pero había encontrado en la venta al menudeo una fuente de ingresos bastante aceptable, más de lo que ganaba en el circucho, que algunas semanas no ganaba ni un miserable euro. Mejor aún: el circo le servía como tapadera para demostrar ante la poli que tenía un trabajo "decente"
— ¿Qué has venido a hacer aquí?
— He venido a hablar contigo.
— ¡Vaya, no me lo jures!
— Es algo importante, no podía esperar a que volvieses al circo.
José Vicente dio un trago largo a la jarra de cerveza y le pidió al camarero unas aceitunas.
— ¿Quieres tomar algo?
— Vale, una cocacola light, gracias — respondió Maruja.
— ¡Y una cocacola light también! — le gritó el circense al camarero. Había que gritar para hacerse oír en aquel bar con tanta algarabía.
— Estoy muy preocupada, José Vicente, una poli os está buscando a tu tío y a ti.
— ¡Anda, no jodas!, ¡¿por qué coño va a buscarnos una puta poli?!
— Tiene relación con el asesinato de Karla Ambrossini — al camello pirata le cambió la cara — Dime la verdad, José Vicente, ¿tienes algo que ver con ese asesinato?
Los ojos del fuera de la ley casi se salen de sus órbitas.
— ¡Qué cojones voy a tener yo con un asesinato, tía! ¡No me vuelvas a decir algo así, ni se te ocurra, cojones!
— ¡Cálmate, vale, estamos en un lugar público!
Y, en efecto, algunos clientes del bareto se habían vuelto hacía ellos y les miraban, lo que obligó al trapicheante a cerrar la boca.
— José Vicente, paga y vámonos, tienes que explicarme algo, pero no aquí.


(Continuará)

No hay comentarios:

Publicar un comentario