martes, 21 de marzo de 2017

(94) El caso de la domadora asesinada.



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Estaban en el exterior de la carpa. El niño fumador y su pandilla habían salido precipitadamente porque los jovencísimos artistas que ensayaban se enfurecieron al ver a uno de los niñatos fumando. Enriqueta les siguió y abordó al mocoso descarado:
— ¿Por qué te parece una mierda este circo?
— Porque está todo muy sucio, porque los leones se caen de viejos y porque hay un tuerto.
Vaya, era un niño, sí, un niño grosero, pero a su vez observador. No se había dejado obnubilar por el circo como otros niños de su edad, advirtiendo de las precariedades del mismo, aunque la inspectora no compartió que el hombre tuerto formase parte de la "mierda" de aquel circo. ¿O sí? ¿Sería el hombre tuerto el asesino?
— Bueno, quizá por el hecho de ser tuerto tiene más mérito su trabajo de lanzador de cuchillos, ¿no?
El mozalbete no contestó, se limitó a observarla con cierta insolencia. Además, el había estado en una función y no había visto ningún lanzador de cuchillos.
— ¿Y tú qué pintas en el circo, tía? ¿Haces de gorila?
La pandilla estalló en carcajadas ante la ocurrencia de su líder
— Yo no trabajo en el circo, mamoncete — contestó la inspectora mirándole muy amedrentadoramente. El pequeñajo retrocedió un paso — Estoy de visita, como tú, pero no soy tan idiota como para mostrarle el culo a un hombre que está trabajando, o ponerme a fumar en un espacio interior.
— Yo hago lo que me da la gana — respondió el mocosuelo, afectado por quedar en ridículo delante de los otros niños.
— Sí, claro, y yo también — respondió la inspectora — Mira, yo dejé de fumar hará dos años y tú, sin embargo, te estás quemando los pulmones y solo eres un crío. A lo mejor te mueres muy joven por culpa del tabaco.
— Es mi problema señora.
— Sí, un problema que tú te has buscado, señorito renacuajo. Me puedo enterar en dónde vives y decirles a tus padres que te huelan el aliento, cara culo. Y ahora iros todos de aquí, y no se te ocurra insultarme y salir corriendo porque te juro que hablo con tus padres o con los servicios sociales. Este pueblo es muy pequeño, nos volveremos a ver.
Los críos desaparecieron sin más. La inspectora se dirigió a una chica que tendía ropa recién lavada en un pequeño tendedero de esos plegables.
— Buenos días.
— Buenos días, señora.
La circense observó a la recién llegada con cierta desconfianza. Era muy joven y de cuerpo deportivo. Supuso que se dedicaría a hacer acrobacias en la pista. Por su tonillo de voz le pareció que era murciana, pero murciana muy de pueblo, o un mezcla de pueblerina murciana y chica golfa de suburbio.
— ¿Podría decirme cual es la caravana del lanzador de cuchillos?
— Sí, pero Julián se está muriendo.


(Continuará)





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