martes, 13 de diciembre de 2016

(38) El caso de la domadora asesinada.





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La gran bandera marciana o reticuliniana era paseada por la pista ante el asombro de unos y el estupor de otros. ¿Qué país representaba esta bandera tan rara? Los niños se lo preguntaban a sus padres, pero nadie tenía la respuesta. Sin duda los circenses estaban logrando su propósito, como siempre, como en cada función: Fascinar y mosquear durante un rato largo a su clientela, pues la presentación ya estaba durando lo suyo, y así el espectáculo se estiraba un montón. Era un circo humilde, muy limitado, y la imaginación suplía la falta de medios.
En esto que se encienden todas las luces y aparece un pequeño robot con más luces intermitentes que un camión y emitiendo unos sonidos rarísimos. A la inspectora le sobra tiempo para percatarse de que el monigote galáctico es el enano Marcial, tiene sus mismos andares de enano acondroplásico.
Suena una voz por megafonía: "Damas y caballeros, niños y niñas, ¡bienvenidos al fabuloso mundo de La Atlántida!"
"Pues vaya, así que esa bandera tan rara es la bandera de La Atlántida, ¡je,je!", se dice la inspectora, "estos circenses tienen más imaginación que Fernando Trueba, y el enano... ¿es un atlante?, jo, pues yo creía que eran más altos"
Al pasar por su lado, el enano díscolo saca la lengua.
"¡La madre que te parió!, ya te cogeré por banda, renacuajo"
El espectáculo resulta muy entretenido para todo el público sin excepción. Los adolescentes que portaban banderas, se muestran ahora como unos consumados malabaristas. Cristino Beniaján hace ver al respetable lo bien amaestrados que están sus chimpancés, los cuales son capaces de jugar al fútbol, patinar, saltar a la comba e imitar a Los Beatles, eso sí: con play back. El público ya ha visto cientos de veces atuaciones de monos, pero los números circenses, como ocurre con las procesiones de Semana Santa o los´desfiles de majorettes o de la Legión, jamás cansan, el respetable se los toma en sobredosis. "Sandro y Antonella con sus perritos ciclistas" son lo mejorcito de la función, al menos para el gusto de Doña Enriqueta: hacen diabluras con las bicicletas. Excelente también "Miss Martinelli", moviendo con sus piernas toda serie de objetos grandes, incluído un enorme piano de gomaespuma, y sin dejar de sonreí. Mateo Santos, "El Mago Shaoran", es ayudado por su  partenaire en un bonito show de magia. "Miss Martinelli", con otro vestido, aparece y desaparece varias veces en un armario, unas veces se la ve con un caniche blanco y otras con chihuaha negro. Finalmente es "serrada por la mitad" "Shaoran" saca palomas y conejos de todas partes. El público más impresionable exclama: "¡Oooooh!" Los adolescentes malabaristas del principio de la función, aparecen ahora como "acróbatas kazajos Troupe Balkhash" Una adolescente equilibrista es muy aplaudida. Dos rubias treintañeras dan brincos en la cama elástica acompañadas de un perro de raza indeterminada. Un "gorila" sale a la pista mientras la megafonía aconseja que no cunda el pánico. El "gorila" que es un hombre disfrazado de gorila, le quita el bolso a una señora del público y esta sale corriendo detrás de él con una pistola, disparándole con tan mala fortuna que no consigue matarle ni a la de tres. Es una señora enana, precisamente el enano Marcial disfrazado de mujer estrafalaria. El público se ríe de lo lindo. El fotógrafo calvo no deja de hacer fotos. Los payasos también son muy buenos, "Casildo y Cirilo", en la realidad: Desiderio Talledo y Cristino Beniaján, clown y augusto respectivamente, combinando las "payasadas de tortazos" con los chistes fáciles para niños.
Pero uno de los números del respertorio del "Gran Circo de la Atlántida" va a hacerle pasar a la inspectora Jiménez Herrera uno de los peores momentos de su vida. Angustia y vergüenza se apoderan de ella a partes iguales cuando...


(Continuará)

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