miércoles, 7 de diciembre de 2016

(34) El caso de la domadora asesinada





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"Una tarde en el circo"


Se acordó de la famosa película de los Hermanos Marx mientras se dirigía al circo para asistir a la función de presentación en Santiago de la Ribera y conocer en persona a algún personaje más. Pero ahora no pensaba en el caso que le había llevado hasta allí, sino en el circo, en el maravilloso mundo del circo que había amado desde niña.
Mezclada en el bullicio callejero de una animada tarde veraniega, a la vez que sus pasos la llevaban hasta "El Gran Circo de la Atlántida", el humilde circo que ahora motivaba sus desvelos, pasearon por su memoria grandes paisajes fílmicos circenses: "Trapecio", con Burt Lancaster, Tony Curtis y  Gina Lollobrigida. "El mayor espectáculo del mundo", con Charlton Heston, Betty Hutton, James Stewart... "El fabuloso mundo del circo": John Wayne, Claudia Cardinale, Rita Hayworth..., películas rodadas en grandes circos internacionales.
Recordó a los famosísimos payasos del comienzo de la era cinematográfica: "Charles Chaplin", "Stan Laurel y Oliver Hardy", Buster Keaton, Harold Lloyd, Abbott y Costello, Los Hermanos Marx..., a los grandes payasos de todos los tiempos: Krone, Popov, Grock, David Larible, Pompoff, Thedy y Emig, Charlie Rivel, Hermanos Tonetti, Tortell Poltrona, Gaby, Fofó y Miliki...
Ensimismada en su mundo fantástico, llegó al circo casi sin darse cuenta. Un puñado de abuelos, algunos matrimonios de treintañeros y cuarentañeros y una recua de críos hacían cola ante la taquilla: una pequeñísima roulotte que servía de taquilla. Vio a un fotógrafo calvo y encorvado haciendo fotos al público y a las caravanas. También había adultos y niños extranjeros, de los que veraneaban habitualmente en esta zona del litoral murciano. El circo, con la carpa cual montaña de lona y el enorme luminoso "Gran Circo de La Atlántida" parecía ahora otra cosa. Por los altavoces se oía música triunfal americana de circo. Cuando la llegó el turnó en la taquilla descubrió que la taquillera era una maquilladísima Rosa Rubio "Antonella" Bajo su bata de andar por casa ocultaba el vestidito fashion de gran ciclista acrobática.
— No te cobro, puedes ir a la puerta.
— ¡Por Dios, pero yo quiero pagar, Rosa! — respondió perpleja Doña Enri.
— No, a nuestros invitados no les cobramos, y a ti te consideramos como una invitada.
— Pues muchísimas gracias, pero...
— No hay pero que valga.
Le dio pena, era un circo pequeño con el material muy gastado, los camiones lucían un montón de pegatinas de la ITV y la carpa tenía unos cuantos remiendos. Aquella gente no se beneficiaba de subvenciones de ningún tipo y necesitaba que entrase dinero en taquilla para comer. En ese momento Enriqueta reflexionó sobre la generosidad y la grandeza de la gente del circo. Recordó que alguien le había contado que Pepe Tonetti también era así, incluso cuando le empezaron a ir las cosas mal, a principicio de los años 70, no permitía que los faranduleros pagasen la entrada.
El portero era Desiderio Talledo "Sandro", marido de Rosa y padre de la fallecida Benita Talledo "Karla Ambrossini" También estaba maquillado y lucía una chaqueta azul cobalto de fantasía, un pantalón negro y unos zapatos negros de charol.
— Me ha dicho Rosa... — balbució la inspectora.
— Sí, sí, puedes pasar, pero... ¡espera! — e hizo un gesto con la mano para que se acercase más a él. Desiderio habló casi a oído de la inspectora: — Algo raro está pasando, resulta que... —
El público se agolpaba ante la puerta, sobre todo los niños, que estaban muy ansiosos — Perdona, ahora te cuento, voy a cortar unas cuantas entradas.


(Continuará)





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