sábado, 9 de agosto de 2014

Zurbahistorieta del sábado






Cuántas cosas se pierden !

( Para el "Concurso de relatos veraniegos de El Periódico del Prat" )


Al niño se le escapó su globo de color naranja. Ascendió el globo sobre la playa y muy pronto los niños y los mayores se convirtieron en figuritas. Oh, qué altura!... Allí arriba reinaba un envidiable silencio, tan sólo roto por el motor escandaloso de una avioneta publicitaria que anunciaba el "Concurso de relatos veraniegos de El Periódico del Prat" Pero la avioneta se fue enseguida en busca de otra playa y el silencio volvió a serlo todo en el viaje sin sentido del globo fugitivo.
 Abajo ya no estaba la playa. Ahora, bajo la ruta del globo de nadie y de todos, se extendía el mar azul inmenso. De nadie porque ya no era del niño y de todos porque es el globo de nuestra zurbahistorieta, y siempre lo será mientras haya ojos sobre estas palabras y mentes abiertas a la fantasía. Completaban la magnífica postal unas nubecillas blancas insignificantes y un sol calurosísimo agosteño y eviterno.
Y el Sol estuvo a punto de quemar el globo, pero le perdonó la vida, dejándole que cayese sobre el mar. El globo  de color naranja cayó sobre las olas y se encontró con un flotador de color rosa que había perdido otro niño. Una gaviota aburrida intentó picotear el globo, pero fue ahuyentada por una familia de delfines juguetones. Los delfines se pusieron a jugar con el globo y el flotador, mientras se comunicaban telepáticamente entre ellos: "Qué lástima, no podemos devolver el globo y el flotador a los niños que lo han perdido!"

Muy lejos de allí, en las costas de un mar remoto, muchos niños lloraban porque tenían mucha hambre. Y también lloraban sus madres. Y muchísimos niños morían de hambre cuando ya no les quedaban fuerzas para llorar. Y en otro punto del planeta, los niños perdían brazos y piernas o morían destrozados por las bombas. Y ni los delfines ni las ONGs podían hacer algo por remediarlo.

Finalmente, a los delfines se les explotó el globo, pero aún pudieron jugar un rato largo con el flotador.
- Mirar, mirar, son delfines! - gritaron unos niños desde la cubierta del yate en el que viajaban. Niños con globos, flotadores, piernas, brazos, sonrisas, chocolatinas, videoconsolas. Niños de piel sonrosada o anaranjada como hermosas rosas o sanísimas naranjas.

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