martes, 19 de agosto de 2014

Tres casos del inspector Madero ( 51 )










Un paseo en taxi


Cecilio Arroyo estaba de suerte esta mañana. Tras llevar a un cliente hasta el hospital de La Paz  ( en donde dejó de respirar el dictador Franco ) recogió a un matrimonio de ingleses en la Plaza de Emilio Castelar y los llevó hasta la estación de Atocha. Y ahora, en la plaza de Tirso de Molina, se subió al taxi un tipo grandote. Todos buenos clientes, ninguno con mal aspecto, ninguno conflictivo. Este último también le daba la impresión de que no iba a incordiarle. Eso pensaba él.
- A dónde vamos?
- Usted arranque. Digamos que quiero dar un paseo mientras charlamos.
- Oiga...
Iba a protestar cuando vio la placa por el retrovisor central. Le bastaron unos décimas de segundo para poner sus neuronas a mil por hora. "Llegó el momento temido, ahora es cuando tengo que poner a prueba mi sangre fría. La coartada es perfecta y el único delator posible está fuera de circulación"
Le acompañaban en el salpicadero la foto de un niño con síndrome de Down ( Cecilio hijo ) y de una mujer que no era Charito Coscojuela. "Será la torera?" En lo alto, frente al parabrisas, se mecía la figurita de un torito bravo con dos banderillas rojigualdas clavadas.
El taxi fue dejando atrás Tirso de Molina.

El doctor en medicina general Sandalio Torremayor Gabicagogueascoa había ejercido en varios pueblos de Cantabria antes de jubilarse. Pudo sobreponerse al fallecimiento de su mujer, pero la muerte súbita de su hija en un desgraciado accidente de coche le dejó muy tocado. A pesar de todo no rehuyó el contacto con Joselín, al que había conocido antes de que ocurriesen las dos desgracias, pues Don Sandalio se entendió con chicos toda su vida, sin que su mujer y su hija sospechasen nada. Para él esto no era una traición a su esposa, sino satisfacer un deseo sexual que no estaba bien visto en ciertos ambientes profesionales y en ciertas familias de "arraigada tradición católica" Osea, estaba abocado a permanecer siempre "en el armario" Pero, al faltarle sus seres queridos, se operó un cambio sustancial en su sistema afectivo, algo de lo que él mismo se extrañó e incluso se horrorizó. Era la primera vez que le ocurría con un chico. Y esa fue su perdición... y la perdición de Joselín.

- Parece muy guapa la chica de la foto, eh?... Es la torera?
- Es mi pareja, María. Sí, es novillera, y a usted qué le importa?
- No se enfade y conduzca atento al tráfico. Le tengo en mis manos, amigo. A ver cómo me convence de que no tengo que acusarle del asesinato de José Luis Campillo Arenales.
- No sé de qué me habla.
- Lo sabe muy bien y no sabe fingir. Un inocente se hubiese mostrado muy sorprendido al escuchar lo que acabo de decirle.
- Estoy muy sorprendido, sí que lo estoy, aunque no se me note en la cara. No me cabe en la cabeza que alguien me acuse de un asesinato.
- Usted amenazó con matar al amante de su mujer.
- Vaya, así que han matado a aquel capullo?!... Y me lo achacan a mi?... Ja, qué risa!
- Va a negarme que amenazó con matarle?
- No, eso no se lo niego.
"Este jodido muestra una seguridad que no es normal. O no es el asesino o sabe que no ha dejado ninguna pista y eso le da el aplomo suficiente para cachondearse de mi"
Tras rodar por la Calle Magdalena, Plazuela de Antón Martín y Calle de Atocha, giró en la glorieta de Carlos V para enfilar el Paseo del Prado en dirección a Neptuno y Cibeles.
- Puede demostrar que no estuvo en Lobodoiro ( Cantabria ) en la noche del lunes 11 de Noviembre?

( Continuará )

2 comentarios:

  1. La sangre fría suele calentarse hasta temperaturas que arden con sólo unas palabras certeras y Madero sabe mucho de esto ;D

    (Baje, baje, que le estoy dando trabajo, je je je...)

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  2. Es una buena forma de presionar, desde el asiento trasero del coche, pero el taxista está muy seguro de suimismo y ya sabía que tarde o temprano le iba a buscar la ley.

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