lunes, 9 de noviembre de 2015

( XXXIV ) Un asesino más listo que el hambre.




Resultado de imagen de DemonioResultado de imagen de personajes de Halloween

Fulgencio se dejó en casa esta vez las gafas oscuras y el parche en el ojo. Había cambiado tales artilugios por la cara pintada de rojo y los cuernos de criatura infernal. No cabía duda de que era el demonio más demoniaco que pisaba la Tierra, o el más horroroso al menos. Dirigió sus pasos, Amparo hacia abajo, en dirección a la calle Sombrerete, en donde se encontraba el disco pub "La Muerte tenía un precio", un homenaje de su hostelero dueño a Sergio Leone, Ennio Morricone y resto del equipo que hizo felices a millones de espectadores de todo el mundo cambiando las reglas del western. Pero, de pronto, tuvo un capricho, motivado por su estado de euforia. Decidio, antes que nada, tomarse un supercarajillo en el Bar Enriqueta. Pensó que aún estaría abierto y acertó. Deshizo unos treinta metros andados por Amparo y bajó por Tribulete en dirección al bar.
Un fuerte chillido surgió de las gargantas de varias mujeres cuando aquel remedo de ser del Averno hizo su aparición en el bar.
- ¡Calma, señores, calma! - exclamó el hostelero Marciano - ¡es mi amigo Fulgencio y estamos en Halloween!
Que era noche de Halloween ya lo sabían aquellas mujeres y sus acompañantes. La prueba es que estaban todos disfrazados para la ocasión, pero eran muy poco creibles como monstruos horribles, pues dichos disfraces y máscaras recordaban talmente el escaparate de una tienda de disfraces y artículos de broma. Sin embargo, la imagen que ofrecía Fulgencio era sumamente impactante, ¡aterradora!
La clientela del Enriqueta rompió en carcajadas, como suele suceder después de una escena de terror, y Fulgencio se creció en el personaje, simulando que intentaba cornear a la basca, lo que le valió más risas e incluso que le pagaran el carajillo doble de coñac que pidió a continuación: dos cafés mezclados con un copazo XL de 103.
Fulgencio se sentía como un gran actor triunfando en un pequeño local, admirado por un público que tan pronto aplaudía como reía a carcajadas. O como el maravilloso Ignatius J. Reilly blandiendo su espada de pirata ante el macarra que le alquilaba el compartimento de los panecillos de su carro salchichero o ante el malvado magnate de las salchichas que le desafiaba con su tenedor herrumbroso.
Marciano, para darse importancia, le decía a cada cliente, al servirle su consumición, que aquel demonio tan espantoso era amigo suyo y un importante detective privado.
Después vinieron los selfis y las felicitaciones por la caracterización y la interpretación, e incluso algunos besos y abrazos de los que ignoraban que no todo era una caracterización.
Fulgencio sintió que el pene se le ponía contento cuando se abrazó a él muy ceñidamente una rubia espigada que se había caracterizado de zombi degollada. La rubiales estaba un tanto achispada y su marido, un conde Drácula cachas, empezaba a poner mala cara.
Fulgencio supo entonces que la fiesta había terminado. Pero no la noche. Unos segundos después ya estaba caminando en dirección a "La muerte tenía un precio"

( Continuará )

2 comentarios:

  1. ¡Ja ja ja! Menudo éxito en Halloween.
    Muy acertado lo que todos los caracterizados parecían un escaparate de disfraces. Suele ocurrir, la gente se pone la ropa y los adminículos y se olvida de maquillarse correctamente y andar y moverse de manera creíble.

    Voy arriba.

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  2. La "gente", la chusma repetidora de todo lo que ve.

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