sábado, 14 de noviembre de 2015

( XXXIX ) Un asesino más listo que el hambre.

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Resultado de imagen de mano con navaja

- El monstruo nos ha salido un vago redomado, ya lleva desde el domingo sin dar señales de vida. ¡No hay derecho! Pues de mi no se ríe este escarabajo tuerto y cheposo. Ahora mismo le telefoneo para despedirle.
- ¡Hace usted muy bien, señora!
Pero no pudo despedirle porque el "escarabajo tuerto y cheposo" no contestó a la llamada.


Retrocédamos a la noche de Halloween en La muerte tenía un precio.

- ¡Déjalo, tío, que lo vas a matar!
- ¡¿No ves que está indefenso?!
- ¡Miguel, coño, que lo matas!
Tres de los muchachos se avalanzaron sobre el iracundo agresor para impedir que continuase con su venganza de machista loco. A pesar de ello se resistió tenazmente a ser inmovilizado. Y menos mal que la motosierra era de cartón.
- ¡Me cago en vuestras putas madres, soltadme!... ¡Soltadme, que me tengo que cargar a ese hijo de puta!
- ¡No, Miguel no! - gritó Dori desde la barra.
Ya se oían todos muy bien porque el disjey había parado la música. También se habían encendido las luces. Ahora todo estaba claro, menos para los muy mamados. Fulgencio consiguió hacer, por fin, lo que había pretendido desde que Cara de cuero le derribase. Le dolían todos los huesos por las patadas, pero aún le quedaban arrestos suficientes para defenderse... atacando. Consiguió extraer del bolsillo interior de la chaqueta su navaja automática y, de un salto, doloroso, eso sí, se incorporó.
- ¡Uy, pero si es muy bajito! - exclamó la novia de Frankenstein sosteniéndo su tercer gin tonic de la noche.
- De talla Tom Cruise sin tacones, ¡jajajaja! - añadio Cruella de Vil.
- ¡Acércate ahora, hijo de puta, si tienes cojones! - le retó el Demonio a Cara de Cuero.
Un chillido coral de las féminas, al ver la navaja, elevó la tensión del momento. Pero la situación tomó un rumbo inesperado. Fulgencio sintió un fuerte golpe en la cabeza, luego lo vio todo borroso y finalmente se hizo la oscuridad. Alguien había tenido la brillante idea de darle un botellazo en la cocorota con una botella de tercio de San Miguel, casa fundada en 1.890 en el barrio San Miguel de Manila, cuando aquel lejano país pertenecía a Las Españas.
- ¡Tío, le has matado! - gritó una tía.
- ¡Que no, tía! - contestó el tío - solo le he dejado inconsciente, como en las películas de vaqueros.
Un rato después llegaba un Z de la Madera aullando y azuleando la calle. Siempre hay alguien animado a usar el móvil para este menester, avisar a la Bofia o a la ambulancia, porque los móviles no solo sirven para hacerse selfis o enviar mensajes antiortógraficos con ostentórea reiteración de la letra k sin venir a cuento, síntomas de la cultura decadente, que pensarían Adolfo H. y compañía.
El Demonio y Cara de Cuero pasaron la noche en comisaría. Al demonio se le intervino la albaceteña automática, pero la motosierra de cartón del asesino de Texas fue considerada inofensiva.
- ¡Me cago en la puta de oros, Fulgencio! - exclamó un sargento de servicio nocturno que le conocía, el sargento Mas, un hombre víctima de cachondeítos continuos por su muy notable apellido - pero no tengo más cojones que meteros a los dos en el calabozo. Bueno, en calabozos separados, para que no sigais besandóos, ¡jajajajajaja! - A Mas le encantaba poner nerviosa a la basca, como al Mas Honorable - Y si quieres te dejo pasar al lavabo para que te quites toda esa mierda de la cara, aunque no sé lo que será mejor, porque tú asustas más al natural, ¡jajajajaja!
- ¡Que te den por el culo, Vicente!

( Continuará )


1 comentario:

  1. Desde luego, las luces y la música lo cambian todo en esos sitios. Así ocurría en la disco que frecuentaba de jovencita, de pronto la gente dejaba de bailar y charlar porque se había detenido la música, las luces crudas hacían su aparición y los gorilas se iban hacia el causante de todo ello. Pero normalmente no eran peleas, porque para esto se citaban en la calle, a la vuelta de la esquina. Solía ser algún pazguato que bailaba en la pista con el vaso en la mano, algo obviamente prohíbido.

    ¡Para arriba!

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