sábado, 7 de marzo de 2015

La llamada.











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Almudena no pasaba por el mejor momento de su vida, dicho esto de una forma suave. Se estaba separando del cafre de Sergio y peleándose a diario con dos conflictivas criaturas, sus hijos Manolín y Luis David, tan malos estudiantes como hiperactivos, y, además, se llevaban muy mal entre ellos. Para colmo, Almudena era una cifra más, o una persona atormentada más, en la horrible estadística del paro. Debía dinero al tender, a sus suegros y a un par de vecinas, y estaba en un tris de que le cortasen la luz y el teléfono.
Se acostó tras otra pelea fuerte con sus inaguantables niños y tardó más de una hora en dormirse.
Sonó el teléfono. Miró al despertador: las 12 de la noche en punto.
"No puede ser, Dios mio, ahora que me había dormido!"
Tembló, sintió miedo. Nadie le llamaba a estas horas de la noche, y una vez que llamaron a la una fue para anunciarle que su padre había muerto. Las llamadas nocturnas no presagiaban nada bueno. Por otra parte, le dio una pereza enorme sacar la mano de debajo del edredón para descolgar el teléfono. Hacía mucho frío, no ponía la calefacción para ahorrar electricidad.
"Se van a despertar los niños, coño!"
Pero el teléfono dejó de sonar enseguida, fueron apenas cinco timbrazos.
"No sería importante"
Otra vez tardó en dormirse y tuvo una noche de sueños angustiosos, como casi siempre.
Por la mañana se reanudó la lucha diaria. Manolín y José David volvieron a pelearse y en la refriega cayó al suelo la taza de colacao de Manolín.
- Me teneis hasta el coñooooo...!!!
Y les dio sendos manotazos en la cabeza.
Cuandos los émulos de Zipi y Zape ya estaban camino del colegio, se arregló con desgana y salió camino del centro de salud para que volviesen a mirarle lo de los dolores de espalda y le diesen cita con el ginecólogo.
Bajó por la escalera porque el ascensor casi siempre estaba estropeado y casi nunca acudían pronto a repararlo.
Al pasar por el segundo piso se abrió la puerta de su vecina Flori, la gorda cotilla.
"Qué tripa se le habrá roto a esta bruja?"
- Ay, Almudena, cariño, tengo que hacerte una pregunta. Una vez creo que me dijiste que tu apellido es "Terradillos", verdad?
Al momento se abrió la puerta de otra vecina, Merce, una neurótica de libro, la cual exclamó:
- Sí, sí, eso dijo el presentador, Terradillos; bueno, dijo Terradillos Ochonosequé.
Almudena las miró como quien mira a dos extraterrestres.
- Sí, mis apellidos son Terradillos Ocharcoaga, pero me podeis decir qué coño pasa?
- Ay, hija! - retomó la palabra Flori - Ay, madre mia!, Ay, madre mia!... pues que has perdido de ganar 100.000 euros!... que esta noche te han llamado del programa "Usted responde" y tú no has cogido el teléfono, y había un bote de 100.000 euros, hija!, y la pregunta era facilísima.
- Sí, porque siempre hacen preguntas facilísimas. - intervino Merce.
- La pregunta era - siguió Flori - a qué famoso escritor se le conoce como "El manco de Lepanto"?
Al impacto emocional hubo de sumar la rabia por la felicidad que se reflejaba el rostro de las dos arpías. No le cupo la menor duda de que estaban gozando con su desgracia. Se sentó, más bien se dejó caer, sobre un peldaño de la escalera. Su rostro estaba lívido y su corazón anidaba odio contra las dos brujas.
- Ay, hija, quieres un vaso de agua?
- Te traigo una tila, cariño?
- Un cuchillo, traerme un cuchillo!... bien grande y afilado!... que me lo voy a clavar en el corazón, pero antes os voy a matar a vosotras, hijas de la gran putaaaaaa...!!!

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