martes, 6 de mayo de 2014

Uno a uno y sin prisas ( 82 )








( Panorámica de Manchester City )


Celia Sanfelices y su amiga la estilista Conchita Ciprés, habían decidido resarcirse, tras una jornada extenuante embarcadas en los preparativos de la gran gala homenaje a Renata Otolina, con una suculenta comida a base de pasta y otras delicias de la gastronomía italiana. La pequeña e hiperactiva Conchita, 1'50 de estatura y mucho nervio, como Teresa Coscojuela, la insigne creadora de La Capitana Indestructible, había supervisado el trabajo de sastras, peluqueras y maquiladoras, centradas unas en los cuatro vestidos de fantasía que luciría la gran diva durante la gala, y otras idem de idem en los bailarines y bailarinas.
Celia Sanfelices supervisó el resto: cada butaca con el nombre del invitado correspondiente; luminotecnia, sonido, decorado... dando las pertinentes órdenes a los técnicos y corrigiendo fallos continuamente; ensayos con Renata Otolina vestida con cada uno de los cuatro trajes... En fin, un típico "quebradero de cabeza" para una mujer siempre competente y exitosa en su trabajo.
El Concejo de Salford rendía un merecido homenaje a la gran estrella internacional, la que había triunfado clamorosamente con el film "Las Brujas de Salford", acaparando un montón de premios, y el último nada menos que la prestigiosa "Anchoa de Oro" en el Festival de Cine de Terror de Lobodoiro.
"Qué patética y cambiante puede ser una vida humana!"- había reflexionado Renata Otolina en uno de sus muchos momentos de tristeza oculta, jamás exteriorizada - "Qué distinto fue mi primer contacto con las anchoas de ese pueblo y qué terrible la experiencia vivida con algunos de sus habitantes!"

- Celia, hija, o son visiones mias o tu no le quitas los ojos de encima a uno de los hombres de aquella mesa del fondo!... Je, je, te gusta el jovencito, eh?!
- Pues no, no me gustan tan jóvenes. ( El "jovencito" era Jiménez ) Conchita, por favor, no mires tú!
- Ji, ji, vale, vale!
El sorpresivo encuentro con su amante cántabro le tenia a ella intrigadísima. El hizo un gesto elocuente en cuanto la vio, como advirtiéndola de que no se acercase. Posiblemente sus compañeros de mesa también eran policías y se traían algo importante entre manos. Pero qué hacía un guardia civil de Cantabria en Manchester?... o cuatro guardias civiles?

Madero decidió que debía actuar rapidamente para evitar que Celia alertase sin querer a Renata Otolina ( "Contando con que Renata Otolina no esté alertada ya", pensó ) Tras excusarse ante sus compañeros, se dirigió a los aseos. Escribió el siguiente SMS en su móvil: "No le digas a tu amiga que somos polis. Me gustaría verte dentro de una hora en mi habitación, Hotel Albión, 307. Confírmame"
Dos deseos, dos objetivos muy claros: Cerciorarse de que Celia no iba a comentar a su gente que había visto policías españoles en Manchester, y gozar una vez más de la calidez y la lujuria de aquel cuerpazo que le volvía loco. La respuesta no tardó en llegar:
"O.K.!, darling, nos vemos!"
Estaba fatigadísima por sus muchas horas de currelo, pero seguro que se motivaba en la cama con "su hombre" A Conchista Ciprés le dijo una mentira piadosa para saciar su curiosidad:
- Es un gaitero escocés que conocí el año pasado, cuando estuvimos en el festival de Glasgow.
- Uy, chica, cuéntame, cuéntame!
- Bueno, pues... es una máquina follando!
Las risas de las dos amigas llegaron hasta la mesa de los polizontes.

( Continuará )


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Una zurbahistorieta para el martes.

Contubernio judeo masónico

Remigio, el edecán de Su Excelencia el Generalísimo, ignoraba la razón por la cual el poderoso Jefe del Estado había decidido aquella mañana vestirse con las galas de Capitan General.
El fidelísimo subordinado cumplió sin rechistar con su labor de vestir a Su Excelencia, concluyendo con las botas, el fajín y el espadón. Y en llegando a este punto, el Vigía de Occidente dirigió su acerada Mirada al fiel lacayo y le habló:
- Remigio...
- Sí?... Decidme Ex... Excelencia...
Balbució Remigio y temblábale la voz y las piernas.
- Usted cree que Valdivieso es masón?
- Pues... eh... no sé, yo... no lo sé, Excelencia.
El Salvador de la Patria era objeto de fenómenos inexplicables: atravesaba puertas dimensionales como quien no quiere la cosa, asistiendo a escenas de otras épocas y de otros mundos. Obviamente, Jesús Valdivieso aún no había nacido ni existía El Periódico del Prat.
En ese momento irrumpió en la estancia Doña Carmen en camisón.
- Carmencita, se puede saber qué haces todavía sin vestir?
- Paquito, soy yo la que tengo que preguntarte a ti a santo de qué te has vestido de gala?
- Como que a santo de qué me he vestido de gala?... Pues para presidir los actos delo 18 de Julio, conmemoración de nuestro Glorioso Alzamiento Nacional.
- Ay, Dios mio, qué cabeza tienes!... Hoy es 18 de Junio, de Junio, con ene!, no de Julio!... Ay, Virgen Santísima!... Remigio, desvista a Su Excelencia.
- Sí, Señora.
Hízose un silencio sepulcral de Valle de los Caídos en día de cerrado al público, mientras Remigio se afanaba en desvestir al Generalísimo, iniciando el empeño con el fajín, el espadón y las lustrosas botas.
Acomodó Doña Carmen sus fláccidas posaderas en un vetusto sillón que otrora acogiose otras muy distinguidas nalgas, las de Fernando VII, y contempló con resignación al hombre viril de su vida. Este le devolvió la mirada y preguntó:
- Carmen, crees tú que mis fallos de memoria se deben a un contubernio judeo masónico?
- Paco, por Dios, déjate ahora de contubernios y tómate las medicinas!
- Oiga, Remigio, no será usted rojo, verdad?, porque lo mando a fusilar ahora mismo.
- Hoy estás imposible, Paco. Te dejo, me voy con unas amigas a atracar una joyería.
- No pensarás salir por ahí en camisón?
- No, ahora me visto. Remigio, aparte esa espada, a ver si se va a cortar Su Excelencia.
- Sí, señora.
- No tardes, Carmencita, hoy tenemos programa doble de cine: El Cid y Marcelino, Pan y Vino. Me han dicho que en una de estas dos películas sale Jesucristo. Y yo salgo en el NODO, inaugurando El Periódico del Prat. Oh, a ver si va a resultar que Valdivieso es masón!


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