lunes, 31 de octubre de 2016

(Episodio Octavo) El caso de la domadora asesinada.





Resultado de imagen de magrebíes en los invernaderosResultado de imagen de navaja en mano
"Gran Circo de La Atlántida"... Rumió la inspectora el nombre del circo que le acababa de revelar el capitán Gorrucháñez.
— ¿Y el nombre de la muerta?
— Benita Talledo, pero se la conocía como "Karla Ambrossini", ese era su nombre de guerra.
— "Nombre artístico" querrá usted decir.
— El guardia torció el gesto, no le gustó que una inferior le corrigiese, además consideró que la corrección era tan estúpida como innecesaria. Así que decidió unilateralmente poner fin a la cordialidad.
— Mire, teniente, me reclaman otras obligaciones. En esta carpeta tiene usted el dosier del caso, en ella encontrará copias de los interrogatorios, informe del forense, fotografías del cadáver, etc. Perdone, no quiero ser desagradable, pero estoy muy ocupado, esta mañana hemos tenido una banda atracando tiendas y un cura encerrado con dos niños desnudos en un retrete.
— ¡Jesús, qué horror!
La inspectora se levantó de su silla para irse, pero antes de llegar a la puerta se volvió y miró al oficial.
— Me ha dicho que han interrogado a delincuentes habituales del pueblo, pero ¿descubrieron a alguien con antecedentes entre los circenses?
— Sí, a dos empleados magrebíes que habían sido detenidos por hurtos y a otro por atraco con navaja, pero eso fue hace mucho, después estuvieron trabajando en los invernaderos de Almería, hasta que se engancharon al circo. Ya sabe usted que los circos, como las atracciones de feria, suelen contar con mano de obra emigrante.
"Gracias, feo"
— Muchas gracias, mi capitán.
— Suerte.
Pero no se lo dijo con mucha convicción. Al picoleto le había caído mal la inspectora, "¡una sabionda!", y a la inspectora le pareció arrogante o amargado el guardia civil, o quizá las dos cosas, además de feo. La información se la dio con desgana y sin mirarla a los ojos. "¡Vaya con el guardia!"


(Continuará)

sábado, 29 de octubre de 2016

(Episodio Séptimo) El caso de la domadora asesinada.



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La inspectora Jiménez Herrera se entrevista con el jefe del puesto de la guardia civil de Cabruñana del Río, Murcia, el capitán Tomás Gorrucháñez.
— Nadie sospechaba de nadie y no se encontró ninguna pista. Alrededor de la roulotte se  mezclaban docenas de huellas de pisadas porque por allí pisaba todo el mundo, incluidos perros y gatos. Tampoco hemos encontrado el cuchillo homicida.
— ¿Han interrogado a todos los circenses?
— Menos a los niños, a las fieras y a los monos... a todos, ¡je, je! Tampoco son tantos, es un circo pequeño, muy pequeño, de esos que van por los pueblo pequeños.
"Menos a los niños, a las fieras y a los monos" Pues vaya, el señor picoleto tiene sentido del humor"
— Ya, pero tengo entendido que en verano aumenta bastante la población por la cosa del turismo.
— Ya, se nos pone en unos 10.000 habitantes, pero, ¿qué quiere decirme con eso?
— Que el asesino no tiene porque ser precisamente alguien del circo.
— Ya, claro, también hemos interrogado a delincuentes habituales del pueblo y a unos cuantos trotamundos, de esos que aparecen con mochila y desaparecen llevándose algo gratis de las tiendas o escapándose sin pagar de los restaurantes. No hemos sacado nada en limpio, inspectora. Los circenses dicen que era una mujer muy buena y no tenía enemigos. Puede que fuese un psicópata el que la mató.
— ¿Cómo se llama el circo?
— Gran Circo de La Atlántida, pero es un circo pequeño, ya le digo.
"Ya, muy pequeño, te explicas como un libro abierto"


(Continuará)

viernes, 28 de octubre de 2016

(Sexto episodio) El caso de la domadora asesinada.





Resultado de imagen de enano de circoResultado de imagen de antipodista
Siempre se ha dicho que el circo es como una gran familia ambulante, que todos los circenses se llevan muy bien entre ellos y que son muy felices. Pero en el circo hay de todo, como en el resto de la sociedad. También hay personas que no tragan a sus semejantes. En la vida nómada nadie está libre de que afloren en él los malos sentimientos, incluso los peores: la envidia y el odio.
El enano Marcial no traga a Miss Martinelli, la antipodista, que en realidad se llama Jesusa, y ahora le ronda por la cabeza que esta mujer podría ser muy bien la asesina.


La inspectora Jiménez Herrera prepara sus cosas para lanzarse a la autovía en dirección a tierras murcianas, en busca del circo. Da instrucciones a su hija Patricia sobre las labores que debe realizar en casa, y se despide de su fiel mascota, el perro Bribón.
Un asesino anda suelto y la sagaz detective tiene la misión de dar con él. Se sube a su coche Berenjeno, hace girar la llave de contacto y... ¡A por todas, inspectora!


(continuará)

jueves, 27 de octubre de 2016

(Episodio quinto) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de Enriqueta Jiménez Herrera
— Se trata del asesinato de una mujer de treinta años. Recibió catorce cuchilladas de un cuchillo grande de cocina. Premeditación, alevosía y nocturnidad.
— ¡Jesús, qué horror!
— Fue a las dos de la noche, cuando toda la gente del circo dormía. Pero, en fin, la guardia civil del pueblo en donde se cometió el asesinato le dará todos los detalles.
— ¿Qué pueblo es?
— Cabruñana del Río, en Murcia. Debe partir lo antes posible y ponerse a trabajar a tope. Lo primero que ha de hacer es entrevistarse con la guardia civil a fin de que le transmitan toda la información referente al caso, aunque la verdad es que no tienen mucho que decirle. Es un misterio, como si el asesino hubiese bajado de las estrellas.
— ¡Uy, qué emocionante!
— Sin bromas, Enriqueta. Y escúcheme bien lo que voy a decirle: limítese a trabajar, no se me ponga a hacer ninguna de las suyas o me obligará a tomar medidas.
— No sé a qué se refiere.
— ¡Lo sabe muy bien, no me saque de mis casillas!, usted es muy buena detective pero a veces se le va la pinza. Aunque yo no era todavía su jefe, me enteré de la que lió en Albacete cuando el caso del cura asesino, ¿o me va a negar que le hizo desnudarse en la calle a un individuo y que se enfrentó a la autoridad de allí con total descaro? ¡Guarde las formas, inspectora!
La inspectora Jiménez Herrera no respondió a estas acusaciones porque sabía que su superior tenía toda la razón.


El asesino estaba muy tranquilo, ya habían pasado dos semanas y la bofia no tenía ni puñetera idea de quién podía ser el autor del crimen. Se sirvió un copazo de coñac en la intimidad de su roulotte y sonrió para sus adentros.
"Nunca me pillarán, je, je, ¡y que a gusto me he quedado después de cargarme a esa imbécil! Ya no tengo que aguantar su maldita superioridad"
Ignoraba lo que se le venía encima, nada menos que la inspectora Jiménez Herrera, una poli con un olfato especial para localizar asesinos.


(continuará)



miércoles, 26 de octubre de 2016

(Cuarto episodio) El caso de la domadora asesinada.





Resultado de imagen de payaso
Para la guardia civil de Cabruñana del Río, aquel era un caso muy difícil. Habían interrogado a todo el personal del circo, artistas y empleados, sin encontrar una pista que pudiese llevarles hasta el asesino. Todos querían mucho a la fallecida, nadie tenía razones para matarla. Tampoco consiguieron nada interrogando a los delincuentes habituales del pueblo ni a los vagabundos que se mezclaban en verano con los turistas. Después de casi dos semanas de esfuerzos por encontrar algún indicio, no tuvieron más remedio que dejar marchar a los circenses, si no se iban a morir de hambre, pues aquella gente necesitaba levantar la carpa en otros pueblos para ganarse el pan. El espectáculo debía continuar.
El jefe del puesto de la Guardia Civil comprendió que debía hacerse cargo del caso un departamento especializado en homicidios. Eso o darle carpetazo, pero era demasiado pronto para archivar un caso de asesinato.


El capitán Llorente, jefe del departamento de homicidios de la policía nacional de Almería, recibió en su despacho a la inspectora Jiménez Herrera. La teniente contaba en su historial con la resolución de varios casos complicados.
— ¿Le gusta a usted el circo, teniente?
La pregunta la desconcertó.
"¿Ha bebido esta mañana el capitán?"
— Sí, mi capitán, me gusta el circo, es uno de los espectáculos más bonitos que existen.
Recordó que su novio era un poco payaso, pero eso no quiso decírselo al capitán.
— Pues le invito a que asista a algunas funciones en un circo que está en estos momentos de gira  por el sureste de nuestro país, muy cerquita de aquí, entre Murcia y Alicante, y de paso resuelve un caso de asesinato.


(Continuará)

martes, 25 de octubre de 2016

(Tercer episodio) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de cuchilladas
El asesino volvió a mirar a un lado y a otro, temiendo ser sorprendido en ese preciso instante. Los tigres seguían rugiendo y cada vez más fuerte. Karla abrió la puerta de la roulotte. Aquel hombre no era Abdel Alim. No la dio tiempo a gritar ni a cerrar la puerta. El asesino se avalanzó sobre ella clavándole catorce veces el cuchillo. Una de las cuchilladas atravesó su cabeza y otra el corazón. Estas dos fueron las que acabaron con su vida.


Los padres de Karla necesitaron ayuda psicológica. Para todos los componentes de la troupe circense fue un golpe muy duro porque todos querían muchísimo a "su niña", la mayoría la habían visto nacer, criarse entre ellos, la habían invitado a comer en sus caravanas, la habían defendido cuando intentaban agredirla algunos niños abusones de los pueblos... y habían sido los primeros en aplaudirla cuando se encerró por primera vez con los tigres. Karla era la niña mimada de todos, su muñequita de cabellos de oro.
Pero ¿quién era el asesino? ¿Quién era el ser abyecto que no dudó en cometer tan execrable crimen? ¿Quién podía odiar tanto a una criatura inocente?


(Continuará)

lunes, 24 de octubre de 2016

(Episodio Segundo) El caso de la domadora asesinada.



Resultado de imagen de Tigres en la jaula


Los tigres estaban muy inquietos, habían detectado la presencia de un intruso rondando la roulotte de la domadora Carla Ambrosseti. Entre la caravana de la domadora y el remolque- jaula de sus tigres solo distaban unos treinta metros. El asesino subió los tres peldaños de la escalerita metálica que unía el terreno con la puerta de la roulotte. Dio tres golpes en la puerta.
Karla se despertó sobresaltada, tenía un sueño flojo. ¿Quién podría ser a las... — consultó con la esfera luminosa del reloj despertador — dos de la noche?
Se puso una bata y se acercó a la puerta. El asesino miraba a un lado y a otro esperando ser sorprendido por alguien que hubiese decidido acercarse a ver qué les pasaba a los tigres. Estos no dejaban de rugir. Pero nadie se molestó en acudir porque ya estaban acostumbrados, podría tratarse de algún perro o gato explorando aquello que les era desconocido. Además, para cuidar de sus animales ya estaba Karla.
— ¿Quién es? — preguntó la joven domadora.
— Soy Abdel Alim. (Servidor del Omnisciente) Abre, por favor, tengo que darte una mala noticia. Lo siento.
—¿Qué pasa? — Preguntó la muchacha sin decidirse a abrir la puerta.
— Tus padres han tenido un accidente.
El asesino volvió a mirar a un lado y a otro, temiendo ser sorprendido en ese mismo instante. Pensó que sería una pena porque ya estaba casi a punto de cometer su vil acción. Los tigres seguían rugiendo y cada vez más fuerte
Karla abrió la puerta.


(Continuará)



domingo, 23 de octubre de 2016

(Episodio Primero) El caso de la domadora asesinada.





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Era la reina del circo, la más maravillosa criatura circense que jamás vieron los públicos de España y parte del extranjero. Karla Ambrosseti, rubia platino, alta y espigada, cuerpo de modelo, ojos verdes de ensueño, dulce y hermosa como la propia Venus.
"La Gran Karla" se metía diariamente, en dos funciones, en la jaula en donde recibía a sus ocho hermosos tigres de Bengala y les obligaba amablemente a realizar los ejercicios para los que habían sido adiestrados, incluído el de atravesar un aro de fuego. El número de doma de "La Gran Karla" era espectacular por su belleza y armonía de movimientos de los grandes felinos, no por dar una sensación de peligro constante como hacían otros domadores. Karla jugaba con sus tigres, les hablaba dulcemente o humorísticamente, y el público lo oía todo gracias al micrófono inalámbrico que ella llevaba adaptado a su cuerpo. Todo el mundo adoraba a Karla y admiraba su profesionalidad.
Pero había alguien que no la quería. Peor aún: que la odiaba con toda su alma. Ese alguien vivía con la obsesión de hacer desaparecer de la faz de la tierra a la dulce Karla Ambrosseti. Y esa noche decidió llevar a cabo su terrible plan porque se había presentado la ocasión propicia. Estaba recién enterado de que la chica se había quedado sola en la caravana porque sus padres, los ciclistas acrobáticos Sandro y Antonella, se habían desplazado a pegar carteles al pueblo siguiente en donde tenían que actuar. Las pegadas de carteles se hacían mejor por la noche.  El asesino sabía que tardarían en volver.
La oscuridad de la noche envolvía el circo, tan solo le llegaban las luces algo distantes de dos farolas de la calle principal del pueblo. Las luces de las caravanas ya estaban apagadas, todos los circenses dormían. El asesino se acercó hasta la roulotte que ocupaba la ahora solitaria Karla. La muerte rondaba a la jovencísima artista. Veinte años. Toda una vida por delante que alguien le iba a arrebatar dentro de unos pocos minutos.


(Continuará)